Condenada a ocho años por secuestro
Antonio F. de la Gándara
Domingo, 4 de diciembre 2016, 00:00
El Supremo ha confirmado la condena a ocho años a la belga Muriel Vandick, que en 2010 se alió con dos matones para que le dieran una paliza a uno de sus exnovios en Playa del Águila y le torturaran hasta lograr sus datos bancarios, y así sacarle dinero.
La Sala de lo Penal del Supremo ha confirmado en todos sus términos la sentencia de la Audiencia de Las Palmas que en julio de 2015 condenó a ocho años de cárcel por detención ilegal, extorsión y robo con fuerza a la ciudadana belga Muriel Peguy Vandick, de 46 años, al considerar probado que en mayo de 2010 se alió con dos matones ambos exparejas suyas para que le dieran una paliza a otro de sus exnovios en Gran Canaria y le torturaran hasta lograr sus datos bancarios, y así sacarle dinero de su cuenta. El fallo desestima el recurso de casación interpuesto por Nandik contra el fallo que también condenó al inglés Allan Douglas Nigel Griffin, de 49 años, examante de Muriel según ella misma reconoció en el juicio, a 13 años de prisión por detención ilegal, lesiones, robo con fuerza y extorsión. El otro matón, el francés Benoit Patim padre del hijo de Muriel, ya había sido condenado en 2013 por la Audiencia por estos mismos hechos. Fue juzgado en solitario porque entonces Muriel y Allan estaban en busca y captura. La sentencia que ahora el Alto Tribunal ha declarado firme consideró probado que Muriel había tenido una relación sentimental con el francés T.F.L., que había acabado en 2009, y agregó que en los meses siguientes, ella, «conociendo las finanzas de T.F.L.», el inglés Allan Douglas Nigel Griffin y el ya condenado Benoit Jean Francois Patim «idean un plan que tiene como finalidad lograr que T. les hiciera entrega de la mayor cantidad de dinero posible durante el tiempo que lo retuvieran en contra de su voluntad».
Promesas. Para consumar la acción criminal, Muriel llamó a T. y le hizo creer que tenía interés en retomar la relación, y para ello lo llamó a Fuerteventura, donde residía, y le propuso una cita de amor en la noche del 16 de mayo de 2010 en el Sur de Gran Canaria, concretamente en un apartamento de playa del Águila. T. viajó de Fuerteventura a Gran Canaria de forma «cándida» creyendo que se iba a encontrar con Muriel, y lo que se encontró fue a dos matones que le dieran una paliza de la que salió vivo de milagro.