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Comentario Internacional. Teherán y Damasco se mueven

Confortados por el resultado de la guerra Israel-Hezbollah del verano y los graves apuros de los Estados Unidos en Iraq, Siria e Irán, sin duda concertadamente, se mueven: Siria reanudó ayer las relaciones diplomáticas con Iraq y el presidente iraní llamó a una cumbre de los tres países el próximo fin de semana.

Enrique Vázquez

Jueves, 1 de enero 1970

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La cumbre no tendrá lugar con esta premura, de creer al ministro iraquí de Exteriores, Hoshyar Zebari, que estableció con su colega sirio, Walid Moallem, de visita en Bagdad, las modalidades de la reanudación. Zebari confirmó que el presidente iraquí, Yalal Talabani, kurdo, como él, sí irá a Teherán y, en seguida, a Damasco, por invitación del presidente Bachar al-Assad.

Este rápido ritmo de los acontecimientos, vertiginoso para los usos diplomáticos, ratifica la extendida impresión de que conocida la disposición estadounidense a contar con la región entera para ver de encarrilar el drama iraquí, sirios e iraníes se han movido rápidamente para ir fijando la agenda y tomando posiciones.

Aunque la semana pasada Condoleezza Rice se mostró -sorprendentemente, se diría- reticente a buscar la cooperación de sirios e iraníes para salir de la trampa iraquí, parece haber un consenso para buscar en la regionalización la vía de la estabilización. Lo han pedido abiertamente pesos pesados como Tony Blair y Henry Kissinger, y todo deja suponer que el comité Baker-Hamilton, cuyas recomendaciones se esperan con ansiedad, hará lo propio.

La vuelta a este sano realismo parece compatible con la tercera vía que los militares estadounidenses parecen favorecer: no a una retirada brusca y acelerada pero abandono del objetivo central de obtener por la fuerza una victoria política (la instalación de un régimen-cliente en Bagdad y bases militares permanentes para los Estados Unidos).

Damasco y Teheran harán todo lo necesario en Iraq para facilitar la salida estadounidense. El ministro sirio Muallem ya dio una pista el lunes cuando pidió en Bagdad que Washington fije un calendario para su retirada que él entiende ayudaría mucho a la pacificación (es, entre otras cosas, una reivindicación sunní y de la corriente chií de Muqtada al-Sadr).

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