Comentario Internacional. En busca de un empate técnico

En el caso israelí, la parte de la atrición - la que entiende obligar a la sociedad israelí a condenar a Hizbolá como causante de todos sus males - está en pleno desarrollo y la matanza prosigue sin tregua. Es más, salvo error, no ha muerto un solo guerrillero chií y los doscientos y pico muertos son todos civiles y unos cuantos soldados que estaban allí cuando cayó el misil. Todavía ayer otras dos familias al completo, tres mujeres y dos niños incluidos, fueron aniquiladas.

Israel necesita recuperar a sus soldados capturados y hacer retroceder a Hizbolá en la frontera. Se dice que ha hecho saber al gobierno italiano, muy activo como mediador, que se conformaría con veinte kilómetros. Y le gusta menos la posibilidad de que la ONU haga su aparición en el área con una fuerza de interposición grande y bien dotada, sugerida en el G-8 y abiertamente planteada por Tony Blair.

Javier Solana, que visitó Beirut pero no Israel, se mostró pesimista y cercano, con habilidad formal y oficio, al discurso político americano-israelí (dijo que los soldados habían sido 'secuestrados' cuando hasta Bush dijo en San Petesburgo que habían sido 'capturados'). Y la aproximación de la ONU tomó forma con la llegada a Israel del enviado especial de Kofi Annan, Tadje Roed-Larsen, gran conocedor de la zona, quien hoy tendrá una entrevista crucial con la ministra de Exteriores, Tzipi Livni.

Algo parece seguro: todo el mundo se despide de la posibilidad de una victoria y los contendientes se conformarán con un empate técnico expresado de modo que cada parte pueda sentirse satisfecha. La crisis parece cerca de ser circunscrita y pasará pronto a ser lo que siempre ha sido: otro pico de una enfermedad mucho más antigua, la más antigua del planeta, la que empezó con la partición de Palestina en 1947

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