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Enrique Vázquez
Lunes, 20 de julio 2020, 08:00
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Blair hizo ayer, y lo hace ya algún tiempo, consideraciones generales sobre Oriente Medio (con cuatro soldados británicos más muertos el domingo en Basora, por cierto) anunciando que dedicará un esfuerzo prioritario en el tiempo que le queda en el cargo, unos seis meses, a resolver el conflicto israelo-palestino y, de creer al 'The Guardian' del sábado, está persuadido de que no habrá solución genuina en Iraq sin solución genuina en Palestina.
Para llegar a esta proeza intelectual, al alcance de un buen lector de periódicos y de cualquier observador atento, el primer ministro británico ha debido asociarse a la política exterior de los 'neocon' estadounidenses que ahora se baten en retirada mientras la Casa Blanca, como si estuviera allí Bush padre, lo fía todo a la vuelta de los realistas de inspiración 'kissingeriana'.
Sí: no habrá solución ni mejora en Iraq, ni en Líbano ni en Irán ni para combatir a al-Qaeda sin solución en Palestina, es decir, sin un Estado palestino soberano en los territorios ocupados en 1967, incluido Jerusalén-este y que reciba alguna satisfacción juridico-moral sobre los refugiados y las indemnizaciones correspondientes.
Todo esto, que Blair reconoce ahora y se cree que hoy dirá por videoconferencia al equipo Baker-Hamilton, podría haberlo sopesado antes de ir al Iraq. Y el presidente Bush tuvo ayer la oportunidad de decírselo al primer ministro israelí, Ehud Olmert, con quien se reunió en Washington. Pero se supone que no se lo ha dicho y se ha limitado a pedir al ejército judío que modere su acción en Gaza
El camino de Damasco, en sus dos acepciones, aún está lejos, pero será recorrido, sin duda alguna, antes o después.
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