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Chano ‘el guapo’ muere como vivió, en el mar de La Garita

Chano ‘el guapo’ muere como vivió, en el mar de La Garita

Jueves, 1 de enero 1970

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Tantas vidas salvó del mar, que al final el océano le pasó factura y se llevó la suya. Una ola traicionera le pilló en medio del risco, lo desequilibró y se lo tragó. Tardó varios minutos en regresar a la superficie, ya inerte. La muerte de Chano el Guapo siembra de desconsuelo La Garita. Un mirador llevará su nombre.

El destino quiso que su buen amigo Jesús García fuera testigo directo de su muerte. Sebastián Quintana Vélez, más conocido como Chano el Guapo, todo un referente popular en La Garita, perdió ayer la vida en el mismo mar del que tantas veces rescató a tanta gente. «Se puso a pescar en la peña de atrás», se esforzaba Jesús en señalar el saliente rocoso donde le vio por última vez. «Alguna ola o algo se lo llevó, porque se cayó y se debió dar con los riscos, tardó cinco o seis minutos en volver a la superficie y ya estaba boca abajo». Fue en torno a las 13.00 horas.

Un grupo de bañistas llevó el cuerpo a nado desde esa zona rocosa, conocida como La Herradura, hasta la arena de la playa de La Garita, donde no tuvieron éxito los intentos de reanimarlo del personal sanitario. No se habían llevado aún los restos al Instituto Anatómico Forense y empezó a extenderse una ola de consternación por La Garita, donde conocen de sus andanzas. Era un alma libre que vivía pegada a la orilla, en una chocita, como él la llamaba, levantada sobre los mismos riscos.

Allí vivió y allí se despidió. El mar no hizo sino cumplir con su deseo. «Yo me tengo que morir en La Garita», le insistió este mismo domingo a Edelia Padrón, presidenta del colectivo Punto y Seguido, que intentaba animarle a que se fuera con su madre, de más de 90 años, a Arinaga. Vivía solo y pese a que su familia (eran 7 hermanos) y sus vecinos cuidaban de que nunca le faltase de nada, tenía 78 años y a muchos de sus amigos ya les preocupaba que anduviera solo por los riscos. Sin ir más lejos, Martín, otro vecino, lo rescató de las garras del mar el año pasado.

El exalcalde, Francisco Santiago, fue ayer de los últimos en hablar con él. «Estaba contento porque la marea se estaba llenando», le dijo. «Iba a pescar unas bicudas», contaba ayer otro de sus amigos, Paco Ravelo.

Julia Martel, presidenta del Patronato La Sal, estaba ayer desolada. «Aquí le queríamos mucho, después del golpe de perder a Paco Bello (expárroco), ahora se nos va Chanillo», se lamentó.

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