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Banco Popular ¿se prepara para seguir en solitario o para una posible fusión?

EFE

Jueves, 1 de enero 1970

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El Banco Popular ha vuelto a apostar esta semana por su independencia, aunque ello suponga pedir de nuevo a los accionistas 2.500 millones de euros, cantidad que espera que sea suficiente para limpiar definitivamente su balance del lastre inmobiliario, su gran tarea pendiente. También debería servir para cubrir las pérdidas que se anotará este año y que le llevarán a suprimir el dividendo, así como para encarar el duro golpe que supondría la devolución con carácter retroactivo del dinero cobrado de más por las cláusulas suelo. El éxito de la ampliación está asegurado, pero aún así se trata de una operación complicada, pues el banco vuelve a reclamar ayuda a sus accionistas y ya van más de 5.000 millones en cuatro años, una cantidad ingente si se tiene en cuenta que la capitalización actual de Popular ronda ahora los 3.500 millones. En el verano de 2007, justo antes de que la crisis financiera internacional empezara a hacer estragos en España, el valor en bolsa del banco presidido por Ángel Ron era de unos 19.000 millones, meses después de haber anunciado la compra de TotalBank en Florida. Sin embargo, desde entonces, el grupo que partía con la ventaja de tener un negocio bancario especialmente rentable, con grandes cuotas en la financiación de pymes y autónomos, empezó a vivir momentos de dificultades. El banco ha pagado las consecuencias de haber entrado algo tarde respecto al resto de competidores en el negocio inmobiliario, que tras el estallido de la burbuja le obligó a aflorar pérdidas y dotar ingentes provisiones, demasiado grandes para su tamaño. La compra del Banco Pastor en octubre de 2011 por 1.300 millones le permitió aumentar su tamaño en España, pero al mismo tiempo elevó su exposición al ladrillo, carga que lleva años intentando digerir. Prueba de ello fue la ampliación de 2.500 millones realizada para evitar ayudas públicas y cubrir con mayor comodidad el déficit de capital de unos 3.200 millones que detectaron los test de estrés de 2012. Además, se da la paradoja de que la entidad participó como accionista en la creación del "banco malo" al que todas las entidades rescatadas traspasaron sus activos tóxicos y, sin embargo, Popular tuvo que seguir digiriendo por sí solo su carga, aunque logró desprenderse del 51 % de su sociedad inmobiliaria, Aliseda. Aún así las dudas sobre el banco nunca desaparecieron y en círculos financieros se daba por hecho que mantenía conversaciones para sopesar una posible fusión con sus competidores, entre ellos CaixaBank, el nombre que más sonó entonces, o el Banco Santander. Cualquiera de estas operaciones hubiese supuesto la absorción del Banco Popular, que empezó a considerar entre sus opciones pujar en las subastas de las entidades rescatadas, una fórmula que le habría ayudado a limpiar su balance, y mirar más hacia el exterior. Por eso, tras una presencia internacional que se limitaba a Portugal y, discretamente, a Estados Unidos, el Popular apostó por estudiar posibles compras en América Latina, especialmente a orillas del Pacífico, y encontró en México su gran oportunidad. La compra del 25 % del grupo azteca Bx+ en 2013 dio aire a Popular y vino acompañada de una alianza con la familia local Del Valle, que se convirtió en accionista de referencia del grupo español, con una participación del 4,16 %, que ahora estaría dispuesta a preservar. Y es que la macroampliación anunciada esta semana, que supondrá la emisión de más de 2.000 millones de nuevos títulos a 1,25 euros, parece que cuenta con el respaldo del núcleo duro de accionistas del Banco Popular, puesto que además de la familia Del Valle, Allianz acudirá para mantener una participación de al menos el 3 %. Crédit Mutuel tendría que decidirlo aún, pero en teoría quiere conservar su 3,9 % y queda por ver qué harán el resto de accionistas sentados en el consejo de administración del banco, órgano que controla casi el 24 % de la entidad. En cualquier caso, el Banco Popular hará una gira internacional que le llevará a las principales ciudades financieras -Londres, París y Nueva York, entre otras- con el objetivo de explicar a los inversores y analistas la multimillonaria ampliación. Una oportunidad para dejar claro que, de momento, el banco apuesta por su independencia y dificulta la posibilidad de que lancen sobre él una oferta de compra hostil, aunque muchos seguirán pensado que, ante la debilidad del negocio, no es más que el paso previo para que Popular pueda negociar en mejores condiciones una posible fusión.

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