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Antonio González: "Siempre digo que por mis venas corre tinta y no sangre"

Viernes, 15 de abril 2016, 01:00

Cumple 65 años y lo hace con más ganas que nunca de seguir comandando litografía González. Este empresario de San Juan ha querido contar las 54 primaveras que lleva dentro de una imprenta en un libro que este viernes presentará junto a sus seres queridos.

Cumple 65 años de vida y 54 en una imprenta. ¿Cómo recuerda sus inicios en esta profesión? Con once años empecé a trabajar en una imprenta y fue de casualidad. En mi barrio vivía mi amigo Pelayo Cabrera y compraron la mitad de una imprenta. Hablaron con su madre para conseguir a alguien que trabajase con ellos y ella se lo dijo a mi madre. Pues así fue como empecé a aprender el oficio. Comencé a finales de agosto en la imprenta en los Salesianos hasta que me trasladé a un nuevo local en Guanarteme. Hacía los mandados y, sobre todo, aprendía y me enamoraba de esta profesión.

Y su primera nómina fue de 1.700 pesetas... Iba de San Juan a Guanarteme cuatro veces al día y muchas de ellas lo hacía caminando. Así llegó un momento en el año 63 que le dije a mi padre que me iba a marchar a un hotel y me dijo que no, que yo había nacido para ser impresor. Por eso seguí y en 1967 me fui a la imprenta Acosta, en el Puerto, que fue como dice usted donde me hicieron la primera nómina de 1.700 pesetas. Las dificultades que había en esa época no tienen nada que ver con las de ahora y siendo un niño teníamos que trabajar, algo impensable ahora. Estuve luego en la imprenta de Juan Gil, a Santa Catalina, de nuevo a Acosta, de cabo de imprenta en el cuartel y cuando salí fui a la imprenta Marcelo, a Lobato y hasta de monitor en el psiquiátrico.

Litografía González nació fruto de la experiencia acumulada en todas las imprentas de la Isla... En aquella época estuve en todas y por suerte el tiempo me ha demostrado que cogí lo bueno de todo. Conozco como funciona este mundo y por suerte he estado apartado de todo lo que conlleva desaparecer por las malas inversiones y negocios oscuros. Nunca me metí en nada eso ya que el ser una persona de barrio y un poco bruta me alejó de estos problemas. Cuando empecé con mi imprenta no tenía luz eléctrica sino una máquina de pedal y no podía competir con nadie, pero poco a poco fui creciendo hasta llegar a tener la maquinaria de ahora.

Ha escrito un libro en el que relata esos 54 años de trayectoria. ¿Cómo nace ese proyecto? Si soy sincero no sabría decirte cómo surge. Sentí la necesidad de contar algo. A mí me gustaba la idea de celebrar mis 50 años de profesión y en 2009 pensé en escribir un libro contando lo que me costó llegar hasta aquí. En el libro aparece como fundé mi empresa, como empecé y como he sobrevivido, desmontando historias que no se sostienen por sí solas. Incluso me propusieron para recibir la medalla al trabajo, pero después de recibirme y entrevistarme, no prosperó la iniciativa. Tenía ganas de contar verdades, las historias de mi vida.

Lleva una vida dedicada al papel. Ahora que está en entredicho su supervivencia en detrimento de lo electrónico. ¿Cree que es una especie en extinción? El papel por definición no va a desaparecer nunca y aunque parezca mentira, ahora consumimos mucho más. Sectores como el de la prensa escrita se han visto perjudicados por la irrupción de la era digital, pero en otros campos como la venta electrónica, vienen a tu casa empaquetados al igual que los aparatos digitales. En general ya no se lee, solo se miran por encima los titulares y poco más. La gente se informa como si estuviese leyendo un WhatsApp. Pero aún así, no creo que el periodismo, la literatura... todo este género en papel se acabe, ni mucho menos. El papel siempre existirá.

El de la imprenta es un mundo de evolución constante. ¿El ir actualizándose día a día ha sido uno de los secretos de su éxito? El no cometer los fallos que han cometido otros al no actualizarse, viajar, conocer las novedades, es lo que me ha permitido seguir aquí. Muchos no me hicieron caso, pero vuelvo a decir que el tiempo da y quita razones y lo que queda es el fruto de los años de profesión que llevo detrás y ese don que la vida me ha dado para escoger el tipo de máquinas y la manera de imprimir. Lo último que ha llegado son las rotativas y en ese camino estamos ya que lo digital aún no llega a la calidad y velocidades de estas máquinas.

54 años de trayectoria profesional, ¿cuántos le quedan? Los que me permitan la mente y las piernas. Cuando estorbe me haré a un lado y mis hijos seguirán el camino y prueba de ello es que ya tienen autonomía en la toma de decisiones y la evolución de Litografía González. En el libro les cedo el testigo puesto que confío plenamente en ellos. Por mis venas no corre sangre sino tinta y ese gusanillo lo tienen mis hijos.

Dirige una empresa puntera, ¿cómo se hace eso sin un ordenador en el despacho? Algunos amigos me dicen que tengo un cerebro privilegiado y es cierto que no tengo ordenador en mi despacho. Siempre he usado unos cálculos que me han ido muy bien a lo largo de mi trayectoria. Soy un hombre de números y eso me ha ido muy bien.

Una trayectoria en la que, además, siempre ha colaborado en numerosas causas. Siempre me gustó y después de haberlo dejado he estado vinculado desde toda la vida al San Juan y también en otras acciones como la Obra Social, apoyando luchas contra enfermedades, asociaciones, y todos los que me han pedido apoyo.

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