Descuido, suciedad y deterioro. El espacio público del Palmeral de Maspalomas, competencia del Cabildo de Gran Canaria, ofrece estos días una de sus peores imágenes. En su interior y dentro del perímetro vallado, se observan residuos de todo tipo, aves muertas, enseres de indigentes, ramas secas y un alarmante abandono.
Considerado como la joya del patrimonio natural de Gran Canaria, el espacio público del Palmeral de Maspalomas, dentro del término municipal de San Bartolomé de Tirajana, es hoy un emblema del desinterés por la conservación de los recursos que éste alberga. Su superficie está prácticamente tapizada de ramas secas y suciedad, y los más añejos ejemplares de palmeras claman por mantenimiento. "Una chispa sería suficiente para que ardiera íntegro", indican con temor los expertos.
Incluido dentro de la propuesta del Cabildo para declarar al Oasis de Maspalomas como Bien de Interés Cultural (BIC) en su categoría de Sitio Histórico, por el paso de Colón hacia América hace más de 500 años, el palmeral sería uno de los recursos más visitados del Sur si estuviese abierto. Por su entorno se mueven a diario más de 10.000 turistas extranjeros, algunos de los cuales en su ir y venir hacia la playa, miran hacia el interior del espacio sin comprender demasiado las razones de un vallado que lo protege y su interior abandonado.
Reserva. Este espacio, sobre el que tanto se habla últimamente, nunca tuvo la protección que su valor natural exige. El Gobierno de Canarias, con una contradicción aún sin explicar, lo margina en la declaración de la Reserva Natural Especial (RNE) de las Dunas de Maspalomas, dejándolo sólo como un Área de Sensibilidad Ecológica (ASE).