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Abandonados en plena calle

Abandonados en plena calle

Los inmigrantes irregulares trasladados desde Canarias a Madrid son acogidos un par de días en hostales y abandonados luego en la calle con una lista de lugares donde pueden acudir en busca de ayuda por todo equipaje. La gran mayoría de los irregulares acaba durmiendo en los parques de la ciudad, asistidos sólo por voluntarios.

Jueves, 1 de enero 1970

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"Lo que no puede ser es que el plan de traslados acabe cuando los traen a Madrid. La asistencia debería tener continuidad, pero la Administración sólo quiere quitárselos de encima". Quien habla con tal dureza es Antonio Díaz, director de la asociación humanitaria Karibu («bienvenido» en lengua suahili), principal referencia de la lista que reciben los inmigrantes.

Por allí recala casi a diario Ousmanne, un joven de la República Centroafricana que fue trasladado a Madrid hace tres meses, tras cumplir los cuarenta y dos días de retención que marca la ley en el centro de Fuerteventura. Lo metieron en un avión de noche, le dieron alojamiento durante tres días, le prestaron asistencia médica básica y lo soltaron. No habla español y no tenía ni idea de dónde estaba.

Han pasado tres meses de aquello y Ousmanne se muestra huidizo a la hora de contar su historia. Pero poco a poco la desgrana a grandes brochazos: estuvo entre los cientos de subsaharianos que asaltaron la valla de Melilla en otoño del año pasado, pero no lo logró y cambio de planes: entró por Canarias en patera. Ahora malvive en Madrid a la espera de poder irse a Francia, pero está atrapado en un círculo vicioso que le impide salir a flote.

"La situación para estas personas es insostenible", afirma el director de Karibu, "y más indignante todavía cuando integrar a esta gente es perfectamente factible tanto técnica como económicamente, y no se hace sólo por falta de voluntad política, porque no interesa". Díaz recuerda que la cifra de inmigrantes africanos que llegan a España es "insignificante" en comparación con el número de latinoamericanos o europeos del este, y considera "ridículo" que su presencia genere alarma social. "Lo que debería alarmar es que estén muriendo centenares en el mar", señala.

La indefensión en la que quedan los subsaharianos trasladados a Madrid es total. Karibu lo lleva denunciando mucho tiempo: carecen de los más mínimo, no tienen documentación alguna, no se pueden empadronar y su situación jurídica les impide acceder a cualquier forma de legalización futura y por tanto a un permiso de trabajo para ganarse la vida. Legalmente no existen.

Un simple ejemplo práctico: el listado de lugares donde se les sugiere a los inmigrantes que vayan a recibir asistencia -comedores de beneficencia, albergues, abogados, asociaciones humanitarias- están situados en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

"¿Cómo van a llegar si no pueden pagar el billete?", se pregunta Díaz, "se ven abocados a colarse en el metro, y ese es el primer escalón de la espiral de la delincuencia". El director de Karibu estuvo a punto de lograr que el consorcio de trasportes de Madrid les facilitara un abono, pero las presiones políticas frenaron el acuerdo.

Famakan es otro de los sin papeles que han sido traídos de las Islas. En su caso desde Tenerife y hace poco más de un mes. Nació en Costa de Marfil y hoy duerme en el parque Santander, junto a varios más en su misma situación. Asegura que fue bien tratado durante su estancia en el centro de retención, pero reconoce que aquí se siente doblemente marginado: por inmigrante y por africano.

Más información en el periódico Canarias7

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