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«Filomena partió en 1903 rumbo a Buenos Aires desde su Calabria natal. Llevando consigo su manera de hacer pizza, la pasta artesanal y las recetas de sus increíbles salsas caseras. Transmitió su pasión por la cocina italiana hasta esta tercera generación que le rinde un cariñoso homenaje en forma de restaurante».
Con esa breve historia, el comensal que se dirija a la calle Jesús Ferrer Jimeno número 10, en Las Palmas de Gran Canaria, iniciará una gran experiencia gastronómica donde el chef Pablo Vega homenajea a su bisabuela Filomena, aunque para todos era la 'nonna', a través de multitud de platos interesantes, con gran creatividad y donde el protagonismo se centra en pastas con logradas salsas.
En La Filomena, el chef Vega ha conseguido hacer una carta que representa a la perfección el estilo que quiere trasladar en su oferta. Aquí no encontrará un restaurante italiano al uso, sino que se sumergirá en un viaje que empezó en Calabria y que desembocó en Buenos Aires, como hicieron tantos emigrantes italianos que se instalaron en Argentina, siendo la comunidad extranjera más numerosa del país y donde nació Vega.
Con más de veinte años de experiencia en cocina, hace unos dos años el chef argentino cumplió el sueño de iniciar su andadura vital. «Quería montar un restaurante de cocina tradicional italiana, pero con esos toques que llevaron los emigrantes a América. Y eso es lo que hemos conseguido en La Filomena». En este local el comensal se encuentra muchas de las técnicas de la bisabuela de Pablo, con la fusión, perfecta, de ese carácter que le otorga su viaje al país argentino.
Y eso se traslada con mucha sutileza al plato. Lo primordial, el producto, es sobresaliente. Su acogedor local y su ubicación, en algunos aspectos casi secreta, le aporta ese aroma misterioso que luego se convierte en una experiencia muy agradable.
De entrante, y por sugerencia del chef, el pane Filomena. Una chapata de pan de pizza con queso de cabra, cebolla caramelizada y pesto genovés. Perfecto para abrir boca y deleitarse con una combinación tan sencilla como adictiva. La singularidad de los tres ingredientes juntos es excitante. Tras ello, empezó la verdadera fiesta. Un placentero paseo por algunas de las pastas que hay en carta, siendo especialidades de la casa.
Bauletti de bogavante, con salsa americana y aroma de hierbas. Sabor a mar, equilibrio y punto perfecto. Es un plato para triunfar, tanto en la cocina por parte del autor como en la mesa por parte del comensal. Sorprende por la generosidad del relleno y por esa poderosa salsa que la impulsa aún más.
Tras ese prometedor inicio, y siempre siguiendo las indicaciones del cálido anfitrión, unos spaguettis chitarra con estofado de muslitos de cordoniz. De nuevo se nota la creatividad y las impactantes combinaciones que lanzan un mensaje claro: aquí no ha venido a un italiano cualquiera. Lo ha hecho a la casa de Filomena, que con ese relato familiar y el cuaderno de recetas viajeras conquista.
Pablo Vega insistió en que no nos fuéramos sin probar uno de sus platos estrella: los raviolis rellenos con magret de pato y salsa suzette de naranja. Y menos mal que no nos marchamos sin probar esa elaboración, porque fue la última -o penúltima- grata sorpresa del día. Esa mezcla del pato con la salsa de naranja es formidable. Y de nuevo la pasta, la materia prima, la ejecución. Una experiencia a la altura de las numerosas reseñas positivas que atesora este pequeño secreto que bien vale una visita en condiciones.
Para endulzar la fiesta y salir con mejor sabor de boca si cabe, el nuteloto, una tarta con base de galleta, crema chantilli con mousse de nutella y pistacho. Y junto a él, para no faltar a la tradición y casi como asignatura obligatoria, un chupito del limoncello casero. Filomena estará orgullosa.
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