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Con la ilusión intacta por haber sido elegido como el mejor cocinero de Canarias recientemente, el joven chef Richard Díaz no se lo pensó dos veces y puso rumbo a Teror para conocer la historia y la receta de Paqui Quintana, que lo recibió en su domicilio para cocinar juntos un sabroso pollo a la zanahoria, receta con la que participó en el libro Saboreando Recuerdos, una fantástica iniciativa de Clece en colaboración con el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Teror.
En este libro de recetas han participado 30 personas usuarias de los Servicios de Ayuda a Domicilio de Teror y de otros municipios de las islas, gestionados por Clece, cediendo recetas de cocina tradicionales de la gastronomía canaria.
Para Richard Díaz, de 33 años, este proyecto «desde que me lo comentaron me pareció súper bonito, a los mayores hay que cuidarlos y hay que escucharlos, y por supuesto mirar al pasado para ver el futuro», reflexiona Díaz, que afirma tajantemente la importancia «de mantener esas recetas y esos sabores de siempre».
Paqui Quintana, de 72 años, lideraba en esta ocasión la iniciativa entre fogones, porque además de jugar en casa y de ser la autora de la receta, quería demostrar al mejor cocinero de Canarias el buen hacer de las recetas de siempre. «Estoy muy contenta de poder participar en este proyecto y de hacerlo junto a Richard. Es muy emocionante».
Paqui y el chef, además de compartir una misma pasión, tienen en común el gran papel jugado por sus familias a la hora de aprender y disfrutar cocinando. «Yo cocino de la misma forma que mi madre me enseñó, mantengo esa tradición», apunta Paqui, mientras que Richard Díaz recuerda que «siempre veía a mi madre y a mi tía cocinando y procuraba intentar aprender de ellas. Además me enseñaron a disfrutar de la cocina, algo fundamental para seguir creciendo».
La historia de este joven y talentoso cocinero es tan admirable como sorprendente, pues llegó a las cocinas hace relativamente poco, unos cinco años, tras una trayectoria profesional militar desde que tenía 18 años.
«Nunca pensé en dedicarme a la cocina profesionalmente, pero cuando empecé me llegaron los recuerdos de esos sabores, de esas formas, de cómo hacían la comida. Todos los sabores te llevan a un recuerdo».
Cuando decidió dar el salto del ejército a los fogones inició una laboriosa formación en las mejores escuelas de hostelería, entre Canarias y el País Vasco, hasta llegar al éxito con ese luchado galardón que lo catapulta al olimpo de los cocineros.
Gracias a la generosidad de la anfitriona y a la humildad del especial invitado, ese sencillo pero sabroso pollo a la zanahoria se pudo saborear con una gran sonrisa y un recuerdo inolvidable para ambos, que quedaron en seguir viéndose y aprendiendo el uno del otro. Una complicidad sincera que tuvo como resultado, además del sublime plato, un mensaje fundamental que Richard quiso remarcar: «A nuestros mayores hay que cuidarlos y acompañarlos. El favor me lo ha hecho Paqui a mí, pues he aprendido mucho en este rato». Una preciosa historia.
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