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José Miguel Sánchez
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 1 de abril 2024, 11:36
Empieza la semana y nada más subir la verja de cada restaurante y tasca, el teléfono empieza a sonar, entran los mensajes y los clientes se acercan para hacer las reservas, las cuales, en su mayoría se concentran en los tres días del fin de semana: viernes, sábados y domingos.
Las reservas que se realizan casi siempre son para grupos de cuatro comensales o más, las hay de menos, pero en líneas generales cuando son grupos grandes estos comensales no se arriesgan a acudir a ningún restaurante sin reserva, esto es algo que después de la pandemia todos aprendimos, es lo ideal para asegurar que tendrás una buena mesa para poder disfrutar de la quedada con tus amigos o familia.
Sin embargo, a mi parecer hay un punto ligeramente «egoísta» en los comensales que realizan estas reservas, pues o no nos toman enserio muchas veces o la falta de respeto y de consideración por el trabajo de los demás es especialmente patente cuando no nos duele el bolsillo.
Podrías preguntarle a cualquier hostelero o camarero sobre las reservas y encontrarás la misma respuesta en todos los casos. Es muy común los fallos y las ausencias de mesas que no acuden a su cita, ni llegan, ni llaman para avisar de que no asistirán. O que reservan «por si acaso» para diez y acuden cuatro, y en el peor de los casos han encargado un menú de grupo que ya está preelaborado y que quedará como un gasto que asumirá el restaurante.
Todos comprendemos que en ocasiones surjan imprevistos o planes mejores que apetecen más que ir a la cena a ese restaurante donde ya habías reservado o incluso que en el último momento se caigan dos del grupo por enfermedad u otra cuestión, pero cuando esto se repite de forma habitual desvela claramente que algo está fallando.
Hay métodos para evitar estas circunstancias desagradables para la hostelería que pasan por «tocar el bolsillo» de los que reservan, porque no es lógico que estos restaurantes siempre salgan perdiendo. Y máxime cuando los fines de semana, festividades, etc. suponen más de la mitad de la facturación de los negocios que ven mermadas sus expectativas y en muchas ocasiones incapaces de remontar esas mesas para poder cubrir el personal de cocina y sala que se invierte, así como la materia prima que se ha comprado para cubrir esas demandas.
En otras partes de Europa nos consta que las reservas se realizan previo pago de una cantidad porcentual en relación a los comensales, que a posteriori se le descontará de la factura de la mesa. En otros casos se deja la tarjeta para cobrar esa reserva por comensal en una cantidad simbólica, y hasta existen aplicaciones con pasarelas de pago como Bizum, para realizar las reservas del restaurante. En cualquiera de los casos, son métodos factibles y eficaces que acabarían con esta mala costumbre de algunos comensales.
Como siempre, creo que todo se trata de civismo y educación, pues pasa lo mismo en el sector del taxi cuando se solicitan servicios que luego no se cubren, o en las citas de los hospitales públicos, ayuntamientos y en cualquier ente que dé un servicio gratuito. Lástima que todo acabe reduciéndose a una cuestión monetaria para poder pedir un poco de empatía, consideración y respeto hacia los oficios de los demás. @ensayodeuncamarero
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