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¡Oye niño!
Ensayo de un camarero

¡Oye niño!

Apuntes gastronómicos desde la sala y la barra

José Miguel Sánchez

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 22 de enero 2024, 11:09

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Es más que común en nuestro oficio de camarero que muchos clientes con la intención de ser atendidos nos llamen de diferentes formas que no siempre son las más educadas o adecuadas. Esta cuestión salió a debate con unos amigos que me preguntaban cuál era en mi opinión la forma idónea para llamar a un camarero cuando querías que te atendiera. Creo que es una magnífica pregunta pues no pasa desapercibido las molestas salidas de tono de algunos clientes durante el servicio.

He sido convocado, reclamado, emplazado, etc. Y también he sido voceado, gritado, chillado, etc. Es una cuestión por un lado de educación, ignorancia o desconocimiento y por otra como comentaba con estos amigos de «estatus social». Ello se debe a que nos resulta un tanto raro llamar a alguien por su oficio cuando este no está a la altura de lo que socialmente suele considerarse o hemos aprendido que no es un puesto de categoría.

Esta más que justificado que la categoría de un puesto de trabajo en la mayoría de los casos y dependiendo de su desempeño, entraña más o menos responsabilidad. Un médico o un juez tiene que tener especial atención en el cometido del desarrollo de sus funciones principales, pues en ambas profesiones el futuro de la vida de las personas entra en juego. Y sí, esta claro que un taxista que te lleve por una autopista a 220km hora también tiene tu vida en sus manos, pero en cualquier caso esa no es la prioridad en el desarrollo de su profesión.

Me da la sensación que nos da una especie de «cosa» llamar al camarero simplemente como ¡Camarero!, y esto puede deberse a que tradicionalmente estas labores, la de camarero la desempeñaban personas que solían ser de pocos recursos económicos, entiéndase con necesidades, o de niveles culturales menores. Y es normal ya que los camareros en siglos anteriores eran personas que obedecían y servían a los más privilegiados, los cuales se situaban en posiciones sociales que les permitía tener a acceso a estudios, bienes, etc.

Y aún pese a la evolución humana, tenemos ese arraigo moral implantado en nuestras neuronas, de que algunos oficios son más dignos (que dignifican a la persona), que otros y esto pasa con relativa frecuencia. Pocas veces un cliente te llama al nombre de Camarero o Camarera, sí ocurre en cambio, cuando vamos al médico y hablamos con el Doctor, o el Señor director del banco, o llamamos al Profesor o Profesora y así sucesivamente con multitud de oficios que tildamos de importantes frente a otros que parecen no serlos o ser de menor categoría.

Yo soy camarero y me gusta que cuando requieran mis servicios me llamen a la voz de camarero, creo que a casi todos los que trabajamos en el sector nos gusta que nos llamen de esta forma, pues somos profesionales de nuestro oficio, y no obedecemos como así se entiende que es lo que se espera de nosotros cuando se utilizan otras formas de llamarnos como pueden ser el típico ¡niño!, ¡oye!, o peor aún un chasquido de dedos, un silbo o la clásica onomatopeya ¡Pss Pss!

Siempre está la posibilidad de preguntar al que nos atiende por su nombre, y en según que establecimientos de restauración entablar una relación más cercana y familiar con el camarero, mesero, cantinero, tabernero, barman, metre. Siempre con educación y amabilidad. Ensayo de un camarero.

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