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José Miguel Sánchez
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 20 de noviembre 2023, 11:56
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En una servilleta de esas que casi no sirven para nada, ni limpian ni secan, pero a veces con una gran labor ilustradora como fue el caso, leí y no recuerdo exactamente donde, una frase que rezaba así: «conocerás a una persona por la forma de tratar al camarero», y a ello les invito a reflexionar en este ensayo.
Empecemos por el principio, la denominación y origen de la palabra camarero. Este vocablo tiene su origen en la palabra cámara, sinónimo de habitación, cuando en un tiempo pasado ejercían las atenciones principales de la cámara Real, o de cualquier otro burgués de la época. Eran respetados y era el puesto con mayor rango de la casa a la que servían.
Todos tenemos hoy en día la imagen del camarero de restaurante, identificamos su uniformidad y podemos definir en mayor o menor medida las funciones de este o esta. Sin embargo, muchas veces se confunde cuál es el objeto de esta profesión, confundiendo por un lado dar o prestar un servicio y por otro muy diferente que es servilismo, siervo o súbdito, lo que viene siendo una actitud abusiva, prepotente y déspota por parte del que recibe el servicio.
La diferencia radica en que el objetivo principal del primero que es dar lo mejor de sí con calidad y eficacia. Y en el segundo que este se ha de dar a cualquier coste, suponga ello o no una humillación o falta de respeto a sí mismo.
A muchos de ustedes les parecerá raro o quizás exagerado, pero pueden preguntarle a cualquier camarero si se ha sentido humillado, desprestigiado, u ofendido por clientes y encontrarán una respuesta afirmativa en la mayoría de los casos.
He tenido compañeros que han derramado alguna lágrima de impotencia frente a las actitudes de clientes que han utilizado lo que yo he llamado el «despotismo autorizado» que no deja de ser una actitud que responde a aquello ya desfasado de que «el cliente siempre tiene la razón».
En respuesta a ello he de decir que el cliente «siempre tiene la razón excepto cuando se equivoca», que es muy a menudo, por no decir casi siempre. Actitudes de mandar a callar al camarero cuando intenta explicarse por algo que ha sucedido en su servicio, tachar esta profesión con aquello de que «tú eres solo un camarero», o la mítica frase de «tú no sabes quien soy yo, o con quién estás hablando» son ejemplos básicos dentro de la larga lista de gestos y procederes de aquellos que creen ser y tener una mayor posición de status social por el hecho de estar prestándoles un servicio.
En este oficio de camarero se da mucho el recibir este tipo de tratos despóticos y abominables por parte de los clientes, y da igual si el cliente ocupa un cargo oficial, trabaja como dependiente o está desempleado, no daría tiempo de analizar el porqué de esta falta de educación y respeto al trabajo de los que de alguna forma solo intentamos que tengan un rato de placer y buen comer, aunque como personas que somos a veces no lo logremos al cien por cien. Siga en Instagram a Ensayo de un camarero.
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