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Carmen Murias Noelia Ortíz

Dónde saborear Gran Canaria, según la oncóloga Carmen Murias

Nuestra protagonista de hoy ha hecho de la ciencia y el cuidado una misma medicina con la que curar y superar el cáncer y hoy, comparte con nuestros lectores toda su trayectoria

Vanesa Delgado Caballero

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 6 de diciembre 2025, 23:14

Desde que tuvo conciencia, Carmen convivió con el cáncer, su padre el prestigioso y pionero oncólogo de las islas, Adolfo Murias y su madre, enfermera, tenían la consulta en el bajo del edificio donde vivían, propiedad de su abuelo, y Carmen junto con su hermano, dinamizaban y entretenían a los pacientes en la sala de espera, a los que invitaban a café en tacitas de juguete.

Un patio de recreo que, sin duda, supuso para nuestra protagonista toda una lección de sensibilidad y de empatía que ha sabido convertir en marca personal, desde una visión y una formación integral e impecable que ella define, con muchísima humildad, como un desarrollo natural que realmente comenzó desde que era muy niña.

Para cuando le llegó el momento de cursar sus estudios superiores, su padre le animaba a seguir sus pasos, pero ella temía por esos años de estudio y de sacrificio de la vida social que supone una carrera como Medicina. Al final, como ella misma nos cuenta. «Yo crecí viendo como para mi padre, el hecho de ser médico no era solo una profesión sino una forma de vida a la que prácticamente dedicaba todo su tiempo y yo no tenía muy claro querer vivir así».

De hecho, hasta se planteó otros derroteros y al final, una frase, también de su padre la convenció para empezar: «Hazlo, inténtalo y si no te gusta, abandonas. No pasa nada».

Dicho y hecho, unos años más tarde, Carmen se licenció en Medicina por la ULPG, en un aula a donde pocos podían optar debido a las altísimas notas de acceso que se requerían, pero, ella, nos confiesa, ha sido 'empollona' y perfeccionista desde siempre.

Para cuando finalizó, su primer destino en mente fue la pediatría y lo intentó porque, entre otras cosas a Carmen le encantan los niños, pero resume en una frase su cambio de rumbo: «Los niños no merecen ningún tipo de sufrimiento y trabajar con niños enfermos se me hizo durísimo».

El destino natural de la oncología, como ella también lo denomina seguía tocando a su puerta, cada vez más fuerte y alto y fue en ese momento cuando decidió seguir los consejos de su padre y empezar a rotar con él. Y se obró la magia porque, llegados a este punto, no sabríamos decir si ella encontró la especialidad o la especialidad la encontró a ella. A partir de ese momento, Carmen aprendió que en la oncología no solo puede curar, sino que acompaña a las personas en lo que pueden ser los peores momentos de sus vidas. Personas con las que, especialistas como ella, pasan a formar parte imprescindible de sus vidas no solo como médico, también como guía, como apoyo, como acompañamiento. Y lo que puede ser aún más bonito: el vínculo que se establece ya se queda atado para siempre.

Fue entonces cuando se especializó como médica en Oncología vía MIR en el Hospital Universitario de Canarias, con subespecialización en cáncer de mama y, a partir de ahí, Carmen hizo de su vida, de su trayectoria, de toda su formación y conocimiento, una auténtica trinchera: avanzar, crecer, conocer e investigar para curar y cuidar a todas esas mujeres que padecen el tumor más frecuente en todo el mundo.

Enemiga de lo fácil y amiga de la curiosidad, Carmen puso rumbo a Houston, a la Breast Cancer Unit del MD Anderson Cancer Center, un auténtico cuartel donde la oncología se escribe con mayúsculas y en donde trató de cerca con tratamientos de última generación, ensayos y combinaciones que intentan arañar no solo años sino también calidad de vida.

Regresó a casa, trabajando ya de manera activa en el Hospital Insular y en la Clínica San Roque, pero el amor llegó a su puerta y su marido vivía y desarrollaba su carrera en Londres en aquel momento. Hizo las maletas y puso rumbo a una ciudad a la que llegó para seguir investigando, atesorando y desarrollándose como oncóloga, como ella misma apunta, «con una visión cada vez más holística de la enfermedad». Centros de investigación como el Sarah Cannon Research Institute donde participó como investigadora en ensayos clínicos de fases tempranas, esas fases en las que todavía no hay certezas, pero sí muchas preguntas importantes por responder y de donde, sobre todo, nos cuenta: «Desde ese trabajo de investigación que se esas personas realizan, muchas veces por cuatro duros, es desde donde los médicos podemos curar el cáncer. Son los investigadores realmente los que curan.»

Un centro que además contaba con sedes en otros lugares del mundo y donde todos ponían todas sus tesis, descubrimientos e investigaciones en común. Un aula que para Carmen fue también esencial para ir adquiriendo esa visión profunda e integral de la enfermedad, pero, sobre todo, de cómo ayudar a superarla y sobrellevarla.

Para ello también y en simultáneo, completó un máster en Medicina Estética en la Queen Mary University, abriendo, sin saberlo, una puerta que más tarde sería clave para su forma de entender el cuidado: «No solo curar, también cuidar», una consigna que defiende y aplica a diario con sus pacientes.

Un abordaje, el suyo, que trasciende de la medicina a lo humano y un currículo que especializó al máximo, hasta que le llegó el momento de ser madre de sus dos hijas y decide regresar a Gran Canaria, pero la vida a veces muestra su cara más dura y de la forma más cruel, desafortunadamente llegaron al mundo de manera extremadamente prematura y una de ellas falleció. Para Carmen, sin duda este ha sido el episodio más duro que le ha pasado en su vida, pero también reconoce que le ha ayudado a ser mejor médico y a entender mejor el dolor de una pérdida.

A partir de este momento, Carmen se incorpora como médica especialista en Oncología Médica y médico estético en Hospitales Universitarios San Roque, trabajando en primera línea con pacientes de cáncer de mama procurando, no solo, la superación y cura de la enfermedad sino el bienestar emocional de la paciente oncológica.

Como ella misma apunta: «El cáncer no está reñido con la estética» porque que tener buen aspecto físico ayuda enormemente al bienestar de los pacientes, sobre todo en supervivientes de cáncer de mama que arrastran cambios hormonales. Defendiendo, en primera línea, como la medicina estética en pacientes oncológicos ayuda a recuperar identidad, autoestima y bienestar después de los tratamientos oncológicos.

De hecho, una de las decisiones que más la definen en este campo, es que, precisamente Carmen fue quien impulsó la llegada a la isla del sistema de enfriamiento de cuero cabelludo o 'pelucas de hielo'. Un casco frío que se coloca antes, durante y después de la quimio y que puede evitar, en determinados casos, la caída total del pelo. En los papeles se llama 'scalp cooling' pero, en la vida real significa que, para muchas mujeres, el espejo duela un poco menos y ayude a que esa carta de presentación pública de la enfermedad, como lo es la alopecia. Por eso, cuando una paciente termina el tratamiento con el pelo aún en la cabeza, aunque sea más fino o frágil, hay algo profundo que se salva. No es un detalle cosmético: es identidad y dignidad o como Carmen resume: «La ciencia trata el tumor; el cuidado trata a la persona».

Un enfoque, el suyo, desde una mirada extraordinariamente delicada donde curar y cuidar no son acciones distintas, sino una misma: excelencia científica y la humanidad más sencilla, Carmen lo convierte en un único mundo., ayudando, cada día, a que un número incontable de personas siga saboreando la vida.

Hoy, nos regala un hueco en su irremplazable agenda diaria: pacientes-deporte-familia, para contarnos dónde disfruta de los ratitos gastronómicos de Gran Canaria, con una sola premisa por encima de todo lo demás: que sean locales donde su hija forme parte y se lo pase en grande.

Dónde desayuna Carmen Murias

Su desayuno favorito es el que se prepara en casa, con su marido y su hija mirando al jardín tras la ventana y donde predomina el aguacate y la fruta fresca.

Aun así, si toca hacerlo fuera de manera excepcional, le encantan los bowl de açaí de Mr. Kale y los desayunos de La Picnictería.

Mr. Kale C7

A la hora del almuerzo

Su lugar favorito es La Locanda El Roque, un rincón para ella mágico y cargado de belleza, además de su cocina equilibrada y cargada de buen producto de temporada.

La Locanda El Roque C7

Otra opción entre sus favoritos es El Senador, sobre todo porque su hija allí disfruta y se lo pasa en grande y para ella es un local donde comes bien y desconectas totalmente.

El Senador C7

Las cenas de Carmen

Nos reconoce que, durante su etapa en Londres disfrutaba mucho más de la gastronomía, pero, hoy por hoy, su preferencia absoluta está en pasar tiempo con su marido y con su hija, aun así, hay dos locales donde, de vez en cuando podemos encontrarla.

El primero de ellos, La Travesía de Triana, sobre todo por una fuerte conexión emocional porque fue aquí donde conoció a su marido.

La Travesía de Triana C7

Y el segundo, como cierre de lista, su último descubrimiento: el japonés Yoshihiro en Telde. Una propuesta que a Carmen le encantó y que además le recuerda mucho a esas barras de comida japonesa londinense.

Fachada de Yoshihiro C7

Copas, en casa y con amigos

Carmen no es de salir de noche ni de tomar alcohol, ahora, lo que si le encanta es que sus amigos y los hijos de sus amigos pasen tiempo en su casa y en estos casos se permite alguna que otra licencia.

Si toca hacerlo fuera, solo la encontraremos en Alis Rooftop en el Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel y seguramente estará presumiendo de la isla que la vio nacer.

Alis Rooftop C7

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