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El Gobierno niega una y otra vez que haya un problema de falta de mano de obra pero las pymes, el verdadero pulmón de la economía española, compuesta en más del 98% de pequeñas y medianas empresas, se plantan, exigen no dar la espalda a un «problema acuciante» que se está «agravando» y está lastrando seriamente su productividad, poniendo en riesgo su competitividad e, incluso, su supervivencia. Por ello, la patronal Cepyme urge al Ejecutivo a solucionarlo involucrando a las distintas carteras ministeriales y, sobre todo, a trabajar en la formación.
«Nuestras empresas, nuestra economía, no se pueden permitir dejar de crecer por no encontrar los trabajadores que necesitan», denunció este lunes el presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, durante la presentación del informe 'El reto de las vacantes en España'.
Y esto es precisamente lo que le ocurre a la empresa de construcción soriana Hernando y Dueña, que tiene paralizada parte de su actividad por no encontrar trabajadores cualificados. Su gerente, Mayte Hernando, se lamentó en el encuentro de que tienen cinco máquinas paradas porque no tienen personal para manejarlas. «Por más que buscamos, nadie aparece, ni siquiera estudiantes en verano. No hay ese tipo de trabajadores», explicó. Por ello, están tramitando traer extranjeros, aunque este proceso –señaló– lleva su tiempo y se retrasará hasta diciembre. «No puede ser que tardemos nueve meses en ponernos en marcha», protestó.
Las cifras que la patronal ofreció en esta jornada se oponen totalmente a los registros oficiales, que son los que publica cada trimestre el Instituto Nacional de Estadística (INE). El 71% de las pymes tiene problemas para cubrir las vacantes de empleo, un desajuste que «se está acrecentando» en el mercado laboral español, que además lo hace más preocupante y paradójico ante la elevada tasa de paro que tiene, más del 11%, la más alta de Europa, y afecta especialmente a las pymes, que en demasiadas ocasiones se ven obligadas a cerrar ante la falta de relevo, según advirtió Cuerva. Sin embargo, el INE destacó el pasado viernes que el 93,5% de las compañías afirma no tener vacantes porque «no necesitan trabajadores adicionales», de lo que se deduce que apenas el 6,5% está buscando sin éxito mano de obra.
La patronal también pone en duda las poco más de 148.000 vacantes de empleo que detecta el INE y considera que la cifra real es «visiblemente superior», pero las vacantes no se detectan por estar continuamente creándose y desapareciendo ante la multitud de empresas desalentadas, «especialmente las pequeñas y medianas empresas», ya que al tener menores recursos pueden destinarlos en menor medida a la búsqueda activa de trabajadores, lo que les conduce a que sus ofertas decaigan con mayor rapidez o a declinar la búsqueda de profesionales directamente por su incapacidad para tener éxito en el proceso. Es más, precisamente por eso, pese a que más del 70% de las pymes aduce falta de mano de obra, solo el 44% está buscando empleados en este momento, según se desprende del informe.
En cualquier caso, los datos del INE también confirman que el número de vacantes está en máximos históricos, se ha duplicado en apenas seis años, hasta marcar por primera vez en 2023 una vacante laboral por cada 100 asalariados, todo un récord.
El envejecimiento de la población, la falta de jóvenes (desde 2003 cada año se pierden más de 38.000), la despoblación de grandes zonas del país, la poca formación y el desajuste con la demanda, la «pobrísima efectividad» del Servicio Público de Empleo (SEPE) para colocar a los parados y, en algunos casos, los subsidios son algunas de las causas que están detrás de esta escasez de trabajadores que afecta de lleno a la construcción y a las tecnológicas, pero que se extiende ya a la mayoría de sectores y, además, faltan tanto mano de obra cualificada, como no cualificada.
Y las consecuencias son importantes: lastra tanto la producción como la productividad, dificulta la plena utilización de los bienes de equipo, reduce las posibilidades de relevo generacional en las empresas familiares, provoca otro obstáculo para el crecimiento de las pymes e, incluso, produce cierres de empresas, pérdida de proyectos y una diáspora del tejido productivo de las zonas despobladas hacia las más dinámicas, sin que ello evite que también se produzcan vacantes en las provincias con mayor actividad económica, tal y como señala este estudio.
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