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La diosa que salvó a De Gaulle

La diosa que salvó a De Gaulle

Es sábado 22 de agosto de 1962. Francis Maroux sujeta con gesto profesional el volante. Se dirige al aeropuerto de Villacoublay. En el asiento posterior del automóvil que conduce destaca una figura inconfundible por su perfil y elevada estatura

Santiago de Garnica Cortezo

Sábado, 29 de agosto 2020, 00:08

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El 28 de mayo de 1958 Charles de Gaulle, el general de la Francia Libre que no quiso doblegarse ante la invasión alemana de 1940, abandona su retiro en Colombey les Deux Églises camino de París a donde le ha llamado el presidente René Coty para formar gobierno y sacar a Francia de una crisis social y política de enormes dimensiones. Y al frente del mismo, De Gaulle elaborará una nueva constitución que da paso a la V República de la que será presidente de enero de 1959 hasta abril de 1969.

Cundo en mayo de 1958 sale de su residencia de La Boisserie, lo hace en el interior de su cuarto y último Citroën Traction , un 15 Six H (por suspensión Hydropneumatique, solo en el eje trasero). A su llegada al Palacio del Elíseo y, más tarde, en Matignon, residencia del primer ministro Michel Debré, puede ver algunas unidades en color negro de un automóvil de aspecto futurista.

Desde el año anterior, Citroën había cedido, para su evaluación, al estado francés varias unidades de DS. En realidad ya en 1956 un DS es utilizado por el antiguo presidente del consejo, el socialista Guy Mollet. Este modelo se comercializaba desde 1955 y el Traction ya no se vendía desde 1957: Citroën quiere que los servicios del estado francés validen de forma urgente su nuevo automóvil y ello depende de que el presidente de la República, personalmente, de la señal. No solo se trataba de vender este modelo a la administración sino de lograr el indiscutible prestigio que ello conlleva.

La revolución entra en el Elíseo

Obra del ingeniero André Lefebvre, el DS en su presentación en 1955 en el 42º Salón de París es toda una revolución. Al mediodía del 6 de octubre, jornada de apertura al público de la cita parisina, se han superado las doce mil peticiones de compra (setecientas setenta siete en la primera hora) y eso que hay que depositar 80.000 de los antiguos francos (el precio total es de 930.000 francos) para hacer firme el compromiso de adquisición. Nadie parece ocuparse de los estands de otras marcas. El DS ha dejado al resto de automóviles atrás, como formando parte del pasado.

En enero de 1959 Citroën entrega el primer DS al nuevo presidente de la República. El general De Gaulle lo empieza a utilizar de forma habitual para sus desplazamientos pocos días después. A «Monsieur le President» le resulta muy cómodo el revolucionario Citroën pues tiene espacio para colocar sus largas piernas, los asientos son excelentes y su fantástica suspensión hidroneumática en las cuatro ruedas borra cualquier irregularidad del asfalto sin que ni él ni su esposa se mareasen (lo que no le sucede a todo el mundo). Y le gusta su diseño, sus puertas, no como las delanteras del Tractión que le disgustaban bastante por su forma de apertura.

La guerra en Argelia

Una de las cuestiones a las que se ha de enfrentar el general es el problema de Argelia. La sangrienta y costosa guerra que sufría desde 1954 la colonia francesa es una de las causas que había determinado el fin de la IV República: la cúpula militar francesa en Argelia había dado un golpe en 1958 y destituido a las autoridades civiles. Junto al ejército, los franceses nacidos en Argelia, los llamados «Pieds Noirs» habían apoyado, entre otros, el regreso de De Gaulle, confiando que restablecería el orden y terminara con el FLN (Frente de Liberación Nacional). Pero el general tomó otro camino que llevó a otorgar la independencia argelina en 1962, a pesar de un nuevo intento de golpe militar en la colonia en 1961. Tras esa esta intentona nace la OAS u Organisation de l'Armée Secrète, Organización del Ejército Secreto, conglomerado que reunía desde antiguos miliares que habían apoyado al régimen colaboracionsita de Vichy, a otros que habían luchado en la Resistencia contra los nazis, pasando por políticos de diferentes colores, comerciantes, funcionarios o policías para los que la independencia de Argelia era una traición. La OAS, dirigida por el general Raoul Salan, dirige sus acciones violentas contra musulmanes y europeos partidarios de De Gaulle, para impedir el referéndum de autodeterminación.

Y tras la independencia, el 5 de julio de 1961, muchos de sus militantes se refugian en el sur de Francia o en España, conectados con grupos que actúan en Francia. Con sumo cuidado y bajo el mayor de los secretos uno de estos prepara una operación bautizada como «Charlotte Corday», la girondina que asesinó a Marat en plena revolución Francesa. El objetivo: acabar con la vida de «la grande Zohra», como despectivamente llaman al General Charles de Gaulle.

Petit Clamart

Es sábado 22 de agosto de 1962. Francis Maroux sujeta con gesto profesional el volante. Se dirige al aeródromo de Villacoublay. En el asiento posterior del automóvil que conduce destaca una figura inconfundible por su perfil y elevada estatura: es Charles De Gaulle, presidente de la República, acompañado de su esposa Yvonne. La idea es volar desde Villacoublay a Colombey les Deux Églises. En el asiento delantero derecho, junto al conductor, viaja el general Alain de Boissieu, yerno de De Gaulle.

Las agujas del reloj no hace mucho que han marcado las 8 de la tarde. El negro Citroën DS 19 se aproxima rápidamente a una localidad llamada Petit Clamart, en las afueras de Paris, acompañado por otro Citroën y dos motoristas como sencilla escolta.

Un hombre, en la acera, vigila la calle. Lleva en sus manos un periódico. Su nombre es Jean-Marie Bastien-Thiry, ingeniero aeroespacial y teniente coronel, antiguo partidario de De Gaulle pero que, desencantado con su política colonial, forma parte de una asociación llamada Vieil État-Major que colabora con la OAS. Lidera el grupo que va a atentar contra el general y su periódico, al ser alzado, marcará el inicio de los disparos. En el lado derecho, junto a una furgoneta Renault están apostados varios tiradores. Y en la acera contraria, pocos metros después, hay otro grupo preparado en un Citroën ID 19 con el que van a cortar el paso del DS presidencial.

Sin embargo nada sale como estaba previsto. La caída de luz debido a la hora se ve acentuada por la lluvia. Los primeros tiradores distinguen mal la señal de Bastien-Thiry, salen tarde de la furgoneta y disparan sin apenas poder apuntar, de tal forma que de las ciento cincuenta balas tan solo unas pocas alcanzan el lado derecho del Citroën. Una de ellas atraviesa el montante trasero pero sin tocar a De Gaulle mientras que otras pinchan la rueda delantera izquierda y la trasera derecha. En el interior del coche, Alain de Boissieu ha gritado al general para que se agache, mientras que Maroux no duda, pisa a fondo el acelerador y con una hábil maniobra evita al ID que, tarde, intenta en vano cortar la ruta a la comitiva.

Pocos minutos después el negro Citroën DS 19 llega al aeródromo de Villacoublay, mostrando los impactos de las balas pero con sus ocupantes sanos y salvos.

Epílogo

El atentado, del que al día siguiente se pueden ver las huellas en varios escaparates de Petit Clamart y que una de las balas ha herido al conductor de un Panhard, ocupa la portada de todos los diarios y preocupa a la sociedad francesa. Renault ofrece al presidente construir especialmente un Fregate blindado, que pesaría 2,1 toneladas. Peugeot, cuyos 403 equipan a miembros de la seguridad del estado, plantea la misma idea a partir de su nuevo modelo 404. De Gaulle rechaza ambas propuestas. Tiene absoluta confianza en su chofer Francis Maroux, que le ha mostrado que se maniobra mejor un coche sin blindaje y ligero como el ID 19 (una maravilla en cuanto a comportamiento dinámico incluso dese el punto de vista actual) que una pesada berlina con carrocería antibalas. Y De Gaulle sabía que la suspensión hidroneumática del DS 19 le había permitido rodar con dos ruedas pinchadas, algo imposible con otro automóvil. Por eso seguiría fiel a los Citroën DS el resto de su vida, utilizando versiones de serie para sus desplazamientos o con una apertura en el techo (en este caso realizadas por Chaprón) en actos oficiales.

En cuanto a la unidad protagonista del atentado, con matrícula 5249 HU 75, fue vendida poco después de los hechos de Petit Clamart al general de brigada Robert-Pol Dupuy, comandante militar del Elíseo entre 1953 y 1963. Al fallecer en 1973, su familia donaría el histórico automóvil al Instituto Charles de Gaulle, que lo restaurará en colaboración con Citroën.

En francés DS se pronuncia «déesse» (como «diosa»), sin duda una diosa que salvó a De Gaulle y no dejó cambiar el rumbo de su historia aquel sábado 22 de agosto de 1962.

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