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Embalse de Mansilla (La Rioja). r. c.
El agua cotiza entre su mercantilización y un consumo más responsable

El agua cotiza entre su mercantilización y un consumo más responsable

Su aterrizaje en la Bolsa conlleva un riesgo especulativo sobre el bien, pero también mayor transparencia e información

Sábado, 19 de diciembre 2020, 23:58

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El agua ha comenzado a cotizar en Bolsa. Es así. Pero no exactamente así. Lo que ha empezado a intercambiarse en la Bolsa de Nueva York ha sido el índice Veles California Water Index, en el que se integran contratos de futuro de derechos de uso y aprovechamiento de agua de cinco zonas de California con aguas subterráneas y superficiales. «Cotiza un activo financiero, no el recurso natural», ratifica Gonzalo Delacámara, investigador principal y coordinador del departamento de economía del agua en el Instituto IMDEA, quien precisa también que el agua, en la legislación internacional, se consigna como un bien de dominio público. Lo que sucede es que sí existen derechos de uso y de aprovechamiento de agua, autorizaciones administrativas para la explotación de un recurso cuyo acceso es un derecho humano.

Si bien en España, como explica Pedro Arrojo, relator especial de la ONU sobre los derechos humanos al agua potable y el saneamiento, existen contratos de cesión de derechos de explotación y centros de intercambio, las transacciones se realizan con precios públicos y normas para evitar la especulación. Por ejemplo, las que marcan el orden de prelación de las cesiones entre diferentes usuarios y el momento en que pueden hacerse (durante situaciones de sequía, no en cualquier contexto). Pero Arrojo añade que parte de ese marco regulatorio está decayendo y también hay cesiones de derechos de uso entre actores privados.

En otros países se han dado pasos más decididos hacia su mercantilización, con libertad total de intercambio de derechos. En concreto, como enumera Delacámara, además de en algunos estados de EE UU (California, entre ellos), también en Chile y en Australia. De entre estos países, sólo en el primero se han construido derivados, es decir, los futuros, sobre la expectativa de evolución del precio de los derechos de uso. Y, además, han dado el salto a la cotización en un mercado organizado, el Nasdaq. Aunque el índice de los derechos californianos tiene más de dos años de vida.

¿Subirá el precio del agua?

Para Arrojo, ello supone la entrada en juego de otro actor que se sumaría a los usuarios de agua, bien como distribuidores, bien como consumidores finales: el capital financiero, ya que la cotización de los futuros sobre los derechos de explotación del bien implican la liberalización total de su compraventa. La bolsa es, por definición, un mercado abierto en el que puede entrar cualquiera a comprar y vender.

Esta circunstancia le hace pensar a Pedro Arrojo en la probable subida de precios de los contratos y del bien subyacente, el agua, lo que puede implicar, por ejemplo, el desmantelamiento de explotaciones agrícolas por el aumento de los costes y el consiguiente aumento del precio de los alimentos, además de una potencial privación de acceso a las comunidades más desfavorecidas.

Delacámara concede que en el precio de los contratos hay una tendencia al alza, lo que es una señal de escasez del bien. Y no descarta el riesgo especulativo, que puede llevar a una distorsión en el uso del agua y conflictos sociales.

Pero en un reciente artículo publicado en el blog 'Nada es gratis', el economista José Luis Ferreira enumeraba algunas ventajas de esta apertura, de esta «presencia de más agentes en un mercado». A su juicio, de ello se derivará que haya más personas incentivadas para obtener toda la información relevante del mercado: qué nuevas tecnologías se prevén, cómo afectará el cambio climático, cómo evolucionará la demanda... Y esa información se trasladará al precio, indicando la mayor o menor escasez del bien. Ello, a su vez, puede favorecer un uso más racional y responsable del agua. Y, ante el riesgo de que un actor del mercado acapare muchos derechos y actúe como un cuasi-monopolio, esgrime el papel del regulador, que vela contra la concentración y por la competencia.

¿Un mejor uso?

También Delacámara sugiere otros posibles efectos positivos de esta cotización 'sui generis' del agua: se tratará de un mercado más líquido, es decir, con mayor disponibilidad de recursos, con una mayor inversión para la posible financiación de proyectos de infraestructuras que mejoren las redes de suministros y eviten las fugas de agua como consecuencia de su deterioro.

Pero Arrojo señala que para mejorar la eficiencia en el uso del agua no hace falta introducir la lógica del mercado: aboga por elevar el coste de la factura a quien consuma más de lo debido, con lo que se podría compensar el agua más barata a la que podrían acceder las personas con menores recursos. Y, en cuanto a la inversión en nuevas infraestructuras, considera que en muchos lugares hay un exceso de ellas y que muchas no se han construido con lógica económica.

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