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«Los servicios         de empleo causan sufrimiento            a la gente»

«Los servicios de empleo causan sufrimiento a la gente»

Es el creador de las Escuelas potenciadoras dedicadas al entrenamiento emocional y social y al I+d+I de desempleados, especialmente mujeres, con notable éxito en los municipios grancanarios donde se han impartido. Henríq reflexiona sobre la nefasta gestión del empleo.

Manuel Mederos y / Las palmas de Gran canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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— ¿Qué son las Escuelas Potenciadoras para el Empleo y Emprendimiento creadas por usted?

— Originalmente son el resultado de dos años de investigación en el campo de la rehabilitación emocional y social de aquellas personas que sufren el paro de larga o muy larga duración y que por lo tanto se encuentran en especial riesgo de vulnerabilidad: pobreza, desigualdad y exclusión social. Este proceso de rehabilitación profesional único en España es puesto en práctica en el aula, a través de una sesión semanal durante tres meses.

— ¿Qué nivel de eficacia alcanzan las Escuelas Potenciadoras con las personas con las que ha trabajado?

— Tras más de diez Escuelas Potenciadoras el proceso se hace más eficaz para el alumnado. Los datos más recientes de la última escuela finalizada el pasado octubre: la puesta en marcha por la Fundación para el Empleo del Ayuntamiento de Ingenio, son de un porcentaje de inserción laboral del 50% (tras 42 horas de formación). Además el porcentaje de ideas de emprendimiento «vocacional» encontradas es superior al 60%. No obstante, debido al profundo cambio que supone el paso por las Escuelas Potenciadoras y que cada persona lo va integrando a su propio ritmo, será a los 6 meses cuando podamos ofrecer resultados finales y mayores aún.

— Dice usted que un desempleado es algo más que un número en las estadísticas, más que un aspirante a tener un trabajo... es un ser humano con un problema grave, metido en una espiral infernal. Lo explica.

— Sí, este es otro de los cambios de paradigma sobre los que se fundamentan las Escuelas Potenciadoras: rescato antes a la persona lanzándole el salvavidas, que ya después habrá tiempo para enseñarles a nadar en el mercado de trabajo, e incluso formarse para desempeñar su profesión. Aunque ya he demostrado que en la mayoría de los casos, trabajar tan sólo a nivel filosófico la orientación laboral es una garantía para lograr un trabajo por su propia cuenta. Las personas que sufren desempleo de larga y muy larga duración, cada día que pasa bajan un escalón más hacia un sótano sin luz. Lo que al principio suponía un parón laboral temporal, se va convirtiendo día tras día en una situación de gran ansiedad. El miedo a no poder pagar la hipoteca, el miedo a no proveer las necesidades básicas suyas y de su familia, y el peor de los miedos: el subyacente a la exclusión social y la pérdida de un proyecto de vida, hace que en ninguna situación seas la mejor persona para el puesto. A partir de este momento es cuando se agravan los problemas de seguridad y autoestima, que siguen haciendo de ti la persona menos ideal para el puesto de trabajo. Lo siguiente es que poco a poco vas dejando de salir de casa, desconectándote del mercado de trabajo y terminando en el sótano oscuro de la desmotivación, la depresión y hasta incluso el suicidio. Es un proceso hacia la oscuridad.

— ¿Cómo se sale de esa situación?

— ¡Queriendo vivir! Además este es el único requisito para entrar en las Escuelas Potenciadoras. Una vez dentro cada persona trabaja de modo individual y metodológico la estabilidad física, mental, emocional y social, que le permitirá recobrar su anterior vida laboral, y la más importante: la vida vocacional.

— ¿Por qué opta por trabajar con las mujeres sin empleo en el ámbito rural?

— Cuando finalicé la investigación me propusieron ponerla en práctica con el sector empresarial de Madrid, sin embargo creí que como canario tenía que regresar a mi isla y echar una mano con el gran problema que tiene la comunidad autónoma con el paro, y lo más importante: el sufrimiento por el que están pasando miles de personas en las Islas Canarias. Y una vez aquí tras estar más de un año colaborando con las asociaciones de mujeres rurales del norte de Gran Canaria, las cuales me mostraron su dura realidad, hizo que me enganchara a sus ganas de luchar y salir adelante en un entorno triplemente discriminatorio: por ser mujer, rural y desempleada. Siempre he creído en el inmenso potencial del ser humano, y estas mujeres me lo demuestran cada día en clase. También porque oficialmente el Servicio Canario de Empleo dice ya desde 2014, que Gran Canaria es la peor isla de Canarias para ser mujer desempleada: los datos siguen empeorando año tras año.

— ¿El paro tiene algo que ver con la violencia de género?

— El paro masculino puede hacer crecer la intensidad de la violencia de género, ya que la autoestima de los hombres en esta sociedad está excesivamente unida a su posición laboral, y sin esta fuerza y poder que otorga el rol de trabajador, puede hacerles pasar de una violencia de género psicológica, sexual y económica inicial: mientras trabajaban, a la violencia de género física. Incluso porque el hombre si ya no trabaja, también estará más tiempo en casa junto a las víctimas: mujer, hijos e hijas. Finalmente si sigue sin haber una oportunidad laboral para ellos, la frustración aumentará e incluso las adicciones, con lo que los episodios de violencia puede que también. Respecto al lado positivo de que las mujeres encuentren un trabajo y por lo tanto independencia económica, supone una gran oportunidad para la ruptura final con la situación de maltrato que habían sufrido.

— Si tenemos que hacer un perfil de la marginación de la mujer en el mundo laboral ¿Cuál sería?

— En esta sociedad patriarcal que hemos construido y por consiguiente un mercado de trabajo machista, el perfil es de la precariedad extrema. Las mujeres sufren más que los hombres los contratos temporales y parciales. Cuando logran el trabajo suelen cobrar menos que los hombres, e incluso ser contratadas con categorías inferiores a ellos para las mismas tareas. Además después de años de carrera profesional se encuentran con el techo de cristal, que les dificulta el acceso a los puestos de mayor relevancia, y hasta algún episodio de acoso sexual en el trabajo. Además nos estamos perdiendo mucho talento femenino por el temor o desgana con que afrontan su inserción en el actual mercado de trabajo: aún discriminatorio.Y para cuando valientemente deciden salir a buscar trabajo, llegan las tareas del hogar y las responsabilidades familiares, ya que en la mayoría de las familias son ellas las que soportan casi en exclusiva los cuidados tanto de menores como a mayores. l final los síntomas más dañinos del sistema son los de una prevalencia de una población femenina parada cada vez más envejecida.

— ¿Los planes de empleo de las administraciones públicas, por ejemplo el FEDCAN, margina a las mujeres?

— Sí. Tan sólo hay que ver el Programa de Desarrollo Rural Socioeconómico de Gran Canaria 2016-2019. El que será el mayor plan de empleo en Gran Canaria: 468.683.356,90€ que se ejecutarán casi en exclusiva en obras de construcción, y todos sabemos la subrepresentación de la mujer en este sector, así que ya podemos sacar conclusiones de la repercusión del FEDECAN respecto al paro femenino: ninguna. Del resto de los planes de empleo “sociales” podríamos hablar de un gran problema, cuando es la medida estrella de muchas instituciones. Hay que denunciar que estos planes de empleo en ningún caso son una solución a largo plazo, y parece ser que es la única que se les ocurre a muchos políticos y políticas. La altísima tasa de paro requiere de medidas urgentes pero bien pensadas, y también de otras valientes e innovadoras a largo plazo, y aquí es donde falla Canarias. Si estos años y los que vienen hemos rebajado algo el paro, es por el aumento del dinero que destinamos para seguir haciendo lo mismo: medidas ineficaces a largo plazo que incluso generarán una maliciosa adicción a empresas y trabajadores. No quiero ni pensar cuando se cierre el maná, y surja el síndrome de abstinencia.

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