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Contratos temporales -de meses, semanas eincluso días-, salarios en 'b', baja remuneración, exceso de horas, trabajos poco cualificados y no vinculados a su formación profesional... Esa es la realidad con la que chocan los jóvenes canarios cuando tratan de acceder a un mercado laboral que ha empeorado por la covid en el último año y medio, cuando las opciones de poder trabajar han desaparecido sin dejar rastro. Si las posibilidades se han recortado para personas preparadas que en el último año han sido expulsadas al paro por el 'cero turístico' de Canarias y el parón generalizado de la economía isleña por la covid, para los jóvenes , la mayoría con poca o ninguna experiencia, «no hay absolutamente nada».
Así lo apuntan cuatro jóvenes isleños menores de 25 años consultados por CANARIAS7. Algunos están aún estudiando, en la universidad o un ciclo formativo de FP mientras que otro aspira a hacerlo en breve, una vez consiga el dinero. En lo que coinciden todos es en las ganas de trabajar y la dificultad para encontrar un empleo. También en lo frustrante que ha sido el último año y la desesperanza que sienten cuando miran hacia el futuro y no saben si podrán trabajar en lo suyo y con unas condiciones dignas. Todos viven con sus padres.
Alba Suárez tiene 21 años y estudia segundo de Filología Hispánica en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) gracias a las becas y a su madre, que «afortunadamente» tiene un trabajo estable. Antes de la covid para sacarse un dinero y tener para sus gastos estuvo trabajando en la cocina de un restaurante pero las condiciones eran muy malas. Y eso que lo consiguió por un conocido, de «enchufada» como dice ella. No la dieron nunca de alta y la pagaban siete euros la hora, así que después de un tiempo decidió dejarlo.
En medio le pilló la covid y aunque lleva casi un año, desde que salimos del confinamiento, intentando encontrar otro empleo no lo encuentra. Ahora, además de seguir con su carrera está de voluntaria en la Cruz Roja mientras espera «que le salga alguna cosa» . Cuando se le pregunta por sus expectativas de futuro, respira hondo y asegura que «la cosa está muy complicada».
«No sé. Estoy estudiando y cuando acabe intentaré opositar para profesora porque de otra forma no sé si lograré trabajo. Hoy estoy estudiando una carrera pero soy consciente de que no todos vamos a trabajar en esto. A ver si tengo suerte», indica Alba, que afirma que, aunque trata de pensar en positivo, «la situación es muy difícil».
Su amigo Jesús Fernando Pérez, también de 21 años, terminó el Bachillerato en 2018 y después de algo más de un año intentando buscar trabajo sin éxito en septiembre empezará a estudiar el ciclo de Auxiliar de Farmacia porque «le han dicho que tiene salida». Quiere probar, además piensa que podría gustarle.
A él le encantaría hacer la carrera de Astrofísica pero no tiene los medios y no quiere depender de becas, puesto que , según reconoce, «no es muy buen estudiante». Así que va a intentar esa FP mientras sigue buscando trabajo. «Me da igual que lo que me llamen pero quiero trabajar ya. Si me llaman de camarero iré, si es de reponedor, también. Lo único que quiero es poder ganar dinero para mis futuros estudios», señala Jesús, que asegura que ha mandado «muchos curriculum» por internet y también lo ha llevado a varios supermercados pero, por ahora, no hay respuesta.
«La cosa está mal pero espero que a partir del año que viene la cosa mejore. Cuando nos vacunen, se relajen las restricciones y empiecen a abrir los locales empezará a moverse la cosa, así que ahora, a tirar para adelante y que sea lo que dios quiera», señala.
Alejandra Domínguez, de 20 años, es también optimista, quizás por que ella logró en febrero, en medio de una pandemia, un trabajo. Gracias a un familiar la contrataron en un asadero de pollos los fines de semana y los festivos y con eso, se saca un dinero que le permite pensar en sacarse el carné de conducir y en su futuro. Tras acabar el año pasado el Bachillerato en septiembre empezará un ciclo formativo de Turismo, con el que espera encontrar trabajo apoyándose en su B2 de inglés y su B1 de alemán. Es consciente de que la cosa es «muy difícil» pero tiene confianza. «2020 ha sido un año muy duro, con el paro, las restricciones, los ERTE, los despidos...Te deprimes pero este año empezó bien y así tiene que seguir», dice.
Marcos Marrero, de 24 años, trata de mantener el optimismo pero le cuesta después de haber trabajado durante casi tres años para empresas de trabajo temporal encadenando contratos temporales que se interrupían por un tiempo, para no caer en fraude, y volviendo a la misma empresa. Eso antes de la covid y ahora con la pandemia, no le sale nada o contratos esporádicos incluso por un día, lo que ha hecho replantearse volver a los estudios. Tras acabar la ESO hizo un ciclo medio de Comercio y Marketing y ahora está acabando un ciclo superior de Promoción de Igualdad de Género. En septiembre va a empezar a estudiar la carrera de Derecho con la expectativa de encontrar un empleo mejor. «Antes la cosa estaba mal, ahora es peor. Estamos parados y olvidados y nos tenemos que buscar la vida» señala Marcos, que asegura que tiene amigos con ingenierías terminadas «explotados y maltratados». «Muchos piensan en irse fuera porque aquí no ven futuro», indica.
De los jóvenes en paro de las islas tiene estudios primarios. La formación es clave en el empleo.
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