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Lecciones para cambiar de oficio en tiempos de crisis

Lecciones para cambiar de oficio en tiempos de crisis

Rocío Mendoza / Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

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Hay dos tipos de crisis profesionales: las que llegan por obligación cuando tu sector ha quebrado y las que responden a otra quiebra: la de la vocación. En un caso u otro (o los dos a la vez), se verán muchos trabajadores en la etapa postcovid. Por un lado, la recuperación del empleo se prevé lenta (a 29 de mayo, 2.998.970 trabajadores estaban afectados por un ERTE) y los cambios sociales derivados de la pandemia zarandearán los sectores económicos y su capacidad para emplear. Por otro, el confinamiento ha derivado en periodo de reflexión que, en algunos casos, se ha traducido en la necesidad de un cambio profundo. Zety, empresa de recursos de empleo online, realizó un estudio que revelaba esta tendencia en un amplio grupo de ‘arrepentidos’: «El 52% de los encuestados dijo creer estar a tiempo de encontrar el trabajo de sus sueños».

Ya sea por necesidad o por placer, los expertos en recursos humanos y mentoría tienen delimitados los pasos a dar para acertar. El primero es analizar las habilidades propias. Más que dedicarse a las pasiones, a las que siempre se puede entregar el tiempo libre, Aarón Cogolludo, director general de Personio España (empresa de software para Recursos Humanos), recomienda «aprovechar el conocimiento que ya se tiene, aunque sea empleado en otros sectores». Aboga por el concepto «pivotar» más que el de cambiar. Para él se trata de cambiar con sentido. Puede parecer radical, como en su caso, pero en el fondo no lo es. «Mi formación de ingeniero aeronáutico A mí me sirvió en el sector de las ventas porque mi facilidad para la analítica numérica me ayudaba a entender el mercado mejor que a otros», pone como ejemplo.

El talento debe ser «la madre del cordero».

¿Es fácil de reconocer? Para quien le cueste, incluso hay recursos en internet que, a través de una serie de ejercicios, ayudan a dar con él. «Se ha demostrado que si te enfocas en tus fortalezas, el retorno que obtienes es seis veces mayor», aporta Javier Regueira, escritor y conferencia, experto en marca personal. Una vez localizada, la planificación «debe ser a largo plazo», apunta Cogolludo, y en este camino la formación debe ser prioridad, pero también ajustada al objetivo. «Embarcarse en cursos demasiado ambiciosos a veces no funciona», cree.

Mónica Salvador, mentora de emprendedores, aconseja realizar una hoja de ruta en la que visualizar fortalezas, debilidades, necesidades y riesgos a asumir. Esto último debe ser analizado con conciencia. «En las escuelas de negocio te enseñan que nunca se debe exponer más del 50% de todos tus activos para, si se da mal, recomponerse luego con mayor facilidad. Es bueno saberlo», advierte Regueria. Por último, hay que conocer bien qué demanda el mercado para encajar en él. Adecco acaba de hacer público su informe ‘Empleo en la crisis postcovid’ y señala como los sectores con futuro el sanitario, el logístico, el comercio electrónico, la digitalización y el transporte. A pesar de la incertidumbre, muchos creen que ahora es el momento.

Julio Muñoz, de ingeniero técnico a programador en Defensa y Espacio

Julio Muñoz, un ingeniero industrial que ahora trabaja como programador, puede ser el espejo en el que se verán muchos en la crisis postcovid. La suya fue la de 2008. Tocó de lleno a la construcción, el sector en el que él trabajaba. Con 40 años, y dos hijos de 1 y 3 años, fue despedido. «El punto de partida era empezar de cero en sueldo y experiencia, pero con dos años de paro por delante», recuerda. Eso se traducía en tiempo y dinero. Al finalizar el primero, ya tenía dos ofertas de trabajo. Su acierto fue aceptar que «ya no habría vuelta» al antiguo sector y aprovechar esa etapa «como colchón» donde encontrar una profesión donde sentirse «a gusto». «En 2008 aun no existía el impresionante catálogo de formación ‘online’ actual, solo disponía de la formación que ofrecía la administración: programación, jardinería, cocina...», recuerda. Eligió programación y se puso como objetivo quedar entre los mejores. Solo así optaría a realizar prácticas en una empresa. «Aún no sabía que se necesitaba un número creciente de programadores», advierte. Pero el nicho de empleo tenía futuro y, tras entrar en una pequeña empresa del sector, a finales de 2011 fue contratado en Indra, donde desde 2018 trabaja en un proyecto de Defensa y Espacio. «En mi caso hubo la combinación habitual de coraje, suerte, flexibilidad y muchas horas de cursos y trabajo duro», enumera como los factores que pueden ayudar en el difícil camino del cambio.

Javier Regueira, de publicista y hostelero a publicar libros

El desencanto por la profesión elegida, una vez conocida y ‘padecida’ en profundidad, es a veces el motor del cambio. Fue el caso de Javier Regueira, que abandonó el mundo de la publicidad para montar un negocio. En su caso fue un restaurante, que tuvo tres años de próspera vida hasta que en 2008 tuvo que cerrar. La crisis de entonces no perdonó. «Me vi con un triple problema: deudas y ruina económica, enfrentar con 40 años la reorientación profesional y el físico, ya que el sufrimiento me provocó fatiga crónica», recuerda. Hizo de su fracaso virtud y le dio forma de libros y cursos con los que ayuda a otros. «Me encanta leer y vi que no me costó mucho escribir mi primer libro (disponible ahora en su web)», apunta. Ahora el ‘coaching’ es su dedicación principal. En su aprendizaje del cambio destaca pasos muy claros. Lo primero es «empezar por uno mismo; no tener, no hacer... pero sí ser. Hay que reconstruirse», aconseja. Después hay que superar el periodo de luto, cuidarte, dejar el ego a un lado y tomar medidas. «La primera: apretarse el cinturón», añade. Luego hay que plantearse a qué nos queremos dedicar realmente. Regueira cree que lo importante es analizarse para dar con el talento innato. «Hay que dedicarse a algo que te resulte placentero», sostiene. Y también cómo ganar dinero con ello. «Leer mucho para conocer el mercado y su demanda es importante», concluye mientras recuerda que se debe ser flexible, ya que no existe el riesgo cero.

Christian Moreno, de administración de empresas a diseño web

La experiencia de Christian Moreno, un joven diseñador web, vale más para las nuevas generaciones que noten que se han equivocado con su elección de carrera que para trabajadores golpeados por la crisis. Pero sus planteamientos de base son igualmente valiosos. Por un lado destaca algo muy citado por los expertos: el gusto por el cambio, sentirse a gusto ante el vértigo de la novedad. Sin este rasgo claro de personalidad, la reinversión ‘por gusto’ será más difícil. Por otro lado, la formación. «Junto con las ganas de aprender, esta debe estar en lo más alto de tu lista de prioridades a la hora de darle un giro laboral. Es cierto que hoy se encuentra ‘online’ y a un coste muy bajo, pero hay que tener en cuenta la importancia de tener un mentor en este cambio tan drástico. En mi caso fue Raúl Marín, el típico profesor que planta muchas semillas en la cabeza de cada estudiante y estas germinan cuando menos te lo esperas», recuerda Moreno tras dejar a un lado su futuro en la dirección de empresas, apuntarse a un curso de Diseño UX (experiencia web de usuario) en la escuela Neoland y luego participar en un ‘bootcamp’ de la misma. En el transcurso de la formación vio que aquello era lo suyo. «No sé muy bien que pasó, pero solo el programa y una llamada a la escuela sirvió para abandonar mi nuevo proyecto de vida en Brisbane (Australia) y volver a España. Fue como una corazonada. Al poco, ya estaba establecido en Madrid con un cambio de planes radical».

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