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Ave Fénix del istmo

Ave Fénix del istmo

El istmo de La Isleta, pese a su estrechez, fue siempre el principal obstáculo entre las dos orillas. Su transformación, de barrera a nexo, comenzó hace seis años por el empeño del presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra, en salvar el centro comercial El Muelle. Aquella determinación ha posibilitado el encuentro Puerto-Ciudad.

Javier Darriba y / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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La transformación del istmo de La Isleta es ya irreversible: el acuario, la pasarela, la MetroGuagua y hasta el hotel. Los principales hitos de transformación urbana se erigen sobre su constreñida extensión. Sin embargo, su metamorfosis se inició casi de casualidad, como muchas de las revoluciones.

En este caso, hay que retrotraerse a septiembre de 2011. Recién llegado a su puesto como presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra, recibe a los gestores del centro comercial El Muelle. Asfixiados por la doble imposición que sufren sus negocios -el canon portuario y el IBI municipal-, ven impotentes la fuga de las marcas principales. Y advierten de que en unos meses, ya en 2012, se produciría una fuga en masa.

El declive del centro era imparable: procesos concursales, el banco malo... «Empezamos a temer que quedara como un gran edificio abandonado en el que se metieran okupas», recuerda Ibarra, «así que nos planteamos la necesidad de realzar la zona».

El problema era el planeamiento. La norma solo permitía oficinas en un momento en el que la crisis azotaba con todas sus fuerzas y la ciudad tenía un excedente de oficinas vacías.

Además, el turismo de cruceros se había estancado y los turistas apenas veían interés en bajar de los barcos que llegaban al muelle de Santa Catalina.

«Hacía falta algo que les convenciera y fue entonces cuando recordé un estudio que planteaba el éxito de alternativas como L’Aquàrium de Barcelona», evoca Ibarra, quien empezó a plantear al alcalde de entonces, Juan José Cardona, y a los concejales Pablo Barbero (Turismo) y Mimi González (Ciudad de Mar) la necesidad de cambiar el plan especial.

Las coincidencias hicieron que en aquel momento también desembarcara en Gran Canaria la familia Kiessling, que buscaba un terreno para construir un parque acuático.

Ante los problemas en la adquisición del suelo, los dueños del Loro Parque reciben una invitación de la ciudad. Ibarra recuerda que Cardona los lleva al Manuel Lois para estudiar la posibilidad de que allí vaya el Siam Park, pero la opción queda descartada. La parcela del Puerto se pone sobre la mesa, pero es demasiado pequeña. Entonces Ibarra ve la oportunidad de plasmar la idea del acuario y se lo plantea a los Kiessling. «Se lo plantee y ellos lo vieron con buenos ojos porque ya tenían experiencia en este campo y porque el proyecto encajaba con la filosofía del grupo de la promoción de la biodiversidad y el cuidado de las especies en riesgo», explica. El problema estaba en que los dueños del Loro Parque veían complicado el retorno de la inversión en solo 35 años, el límite que por entonces tenían las concesiones portuarias.

Sin embargo, entonces cambia la legislación y se permite la ampliación a cincuenta años, de forma que se allana el camino del acuario. «Tras muchas reuniones, las primeras en secreto en Loro Parque, incluso algunas con el anterior alcalde», evoca Ibarra, se llega a la presentación del proyecto, en agosto de 2013. Desde entonces, el istmo empezó a renacer de sus cenizas. Cambió la entrada del Puerto, se creó una avenida junto al Muelle y se construyó un parquin. Todavía queda mucho por hacer, pero el remolino urbanístico ya gira en torno al Poema del Mar.

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