Estados Unidos entra en recesión al encadenar dos trimestres de contracción económica

Es el resultado de una inédita suma de factores, que comienza con la pandemia y sus problemas de suministro y concluye, de momento, en la guerra de Ucrania. No obstante, Estados Unidos solo entra oficialmente en recesión cuando así lo determina el Buró Nacional para Estudios Económicos (NBER por sus siglas en inglés), y son muchas las voces que argumentan a favor de lo contrario. La Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha asegurado esta semana que estaría «alucinada» si el NBER declarase semejante situación económica, «porque una recesión supone una debilidad económica que no sufrimos», y el responsable de la Reserva Federal, Jerome Powell, concuerda con ella, aunque ha anunciado que está preparado para volver a incrementar los tipos de interés para tratar de contener la inflación. «La estabilidad en los precios es lo que hace que la economía funcione», dijo el miércoles.

En cualquier caso, esta noticia es un golpe para la Administración de Joe Biden poco antes de las elecciones de medio mandato. El presidente no goza de gran popularidad y los datos del primer semestre echan por tierra sus promesas de mejorar la situación económica. Eso sí, no es una sorpresa. Consciente de que se avecinaba tormenta, Biden ya había comenzado a preparar a la población: «No es de extrañar que la economía se ralentice por la subida de tipos de interés», ha afirmado tras conocer las estadísticas. A pesar de ello, mantiene el optimismo: «A pesar de que estamos frente a retos históricos, vamos por el camino adecuado y saldremos de esta transición más fuertes y más seguros», ha añadido, antes de señalar que el mercado laboral nunca ha tenido tanta fuerza como ahora.

Desafortunadamente para él, el grupo de economistas que aprecian nubarrones en el horizonte económico de Estados Unidos aumenta cada día. «Hace un mes escribí que era muy poco probable que entrásemos en una recesión. Ahora a esa frase le quitaría el muy», afirmó Jeffrey Frankel, de Harvard, al New York Times. El miedo está en que la inflación y la subida de tipos acaben dañando el consumo, el mercado laboral y la inversión en lo que sería una recesión que llega con cierto retardo.