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TErrazas vacías en la plaza de la Virgen Blanca, en Vitoria, este septiembre Blanca Sáenz del Castillo
La debilidad del sector servicios alerta del riesgo de recaída de la economía

La debilidad del sector servicios alerta del riesgo de recaída de la economía

Pese al mayor dinamismo de las manufacturas, la actividad del conjunto del sector privado español marcó en septiembre su nivel más bajo desde mayo

Lunes, 5 de octubre 2020, 09:48

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La economía del sector privado de España se contrajo en septiembre por segundo mes consecutivo y de forma más acelerada que el mes anterior. Si en el nivel de los 50 puntos se encuentra la frontera entre la expansión y la contracción, el índice PMI compuesto, que incluye tanto la actividad manufacturera como la del sector servicios, se colocó en los 44,3 puntos en septiembre, su nivel más bajo en cuatro meses y por debajo de los 48,4 puntos de agosto.

Paul Smith, director económico de IHS Markit, la firma que elabora los datos, advierte sobre el riesgo de recaída de la economía española: así, si bien avanza un «repunte técnico considerable en el PIB del tercer trimestre, dada la magnitud de la caída» en el segundo, «los datos del índice PMI muestran que es poco probable que la recuperación se mantenga en tasas lo suficientemente fuertes como para ayudar a cerrar la considerable brecha de actividad que se abrió en la primera mitad del año«. Smith añade que, dado el aumento de la destrucción de empleo, los márgenes de beneficio bajo presión y la posibilidad de crecientes restricciones para evitar una mayor propagación de la covid-19, el riesgo de que se produzca la llamada 'doble caída' está aumentando.

El retroceso de los índices de actividad se debió, fundamentalmente, a la evolución del sector servicios, dado que la actividad de la industria se expandió en septiembre, tal y como publicó la misma fuente la semana pasada, gracias al impulso de la demanda extranjera y que derivó en los primeros incrementos del empleo en las manufacturas en casi un año y medio.

Pero lo acontecido con el sector servicios ha sido muy diferente, debido a su mayor exposición y vulnerabilidad ante los rebrotes de coronavirus y las nuevas medidas de contención del virus que se han ido adoptando. «A raíz del aumento de las cifras de infecciones, la demanda tanto de clientes nacionales como internacionales está volviendo a bajar, y está afectando bastante a los sectores de servicios que son tan cruciales para la economía española», comenta Paul Smith.

La caída del sector servicios en el mes de septiembre fue incluso más virulenta que en el mes de mayo, cuando estaba vigente aún el estado de alarma. El índice de actividad comercial, que se basa en una sola pregunta en la que se solicita a las empresas que comenten sobre la evolución de su actividad con respecto al mes anterior, cayó por debajo del nivel de los 47,7 registrado en agosto, hasta los 42,4 puntos de septiembre, «indicando un ritmo de contracción acelerado, que fue el más fuerte desde mayo pasado», según indica el informe.

Y es que los participantes en el estudio dieron cuenta de falta de nuevos pedidos recibidos: de hecho, éstos cayeron por tercer mes consecutivo y a su mayor ritmo desde mayo. Al contrario de lo ocurrido con la industria, la demanda de clientes extranjeros cayó, tanto por la reducción de los nuevos pedidos de exportación como porque las restricciones de cuarentena aplicadas a los viajeros del extranjero también tuvieron un fuerte impacto negativo en los negocios.

En estas circunstancias, el empleo se vio bajo presión: los niveles de personal bajaron por séptimo mes consecutivo y a la tasa más fuerte desde junio pasado.

Además, el empleo no sólo se vio afectado por una reducción de la actividad, sino también por la preocupación por los costes: los gastos operativos de las empresas continuaron aumentando, afectados, en parte, debido al incremento de los precios de los artículos relacionados con la covid-19, como los desinfectantes y los equipos de protección sectorial. Y, dada la situación del mercado, las empresas españolas no pudieron repercutir ese incremento de los costes operativos a sus clientes. De hecho, las tarifas bajaron por séptimo mes consecutivo.

Como nota positiva, la confianza sobre el futuro mejoró desde agosto hasta alcanzar su nivel más alto de los tres últimos meses, aunque en cotas muy por debajo de su promedio histórico. De acuerdo con el informe de IHS Markit, las empresas que indicaron expectativas positivas lo vincularon a las esperanzas de una fuerte reactivación de la actividad y las ventas, una vez la pandemia se mantenga bajo control. Aunque también algunas empresas mostraron una gran preocupación por el impacto a largo plazo que la crisis pueda tener en el empleo y en el consumo.

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