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Se busca un milagro entre el caos

Se busca un milagro entre el caos

La visita del Valencia solo tiene una lectura posible para una UD revuelta, colista y al borde del desahucio: ganar sí o sí. La segunda vuelta arranca con el equipo amarillo a siete puntos de la salvación y con el frontal ataque de Rémy a Jémez. Pero lo peor son las sensaciones. Cada encuentro es una mezcla entre drama y bochorno, por lo que la reacción urge como nunca.

Jueves, 1 de enero 1970

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Hay que pensar que ya se tocó fondo, que peor es imposible. Lo del 6-0 en Girona fue demencial y a partir de ahí solo se puede ir a mejor. Aunque la transformación tiene que ser drástica si se quiere alcanzar, aunque sea, a competir. El comienzo de la segunda parte del campeonato llega en el peor momento de una temporada que está siendo de pesadilla. Las Palmas se había acostumbrado a la última plaza, lleva bastantes jornadas ocupando el farolillo rojo de la clasificación, pero nunca había estado tan lejos de las posiciones de salvación. Siete puntos son muchos, pero la diferencia es lógica si se atiende a los 11 que acumula en las primeras 19 jornadas. Y encima aparece Rémy, descartado incomprensiblemente, para enredar aún más las cosas.

Visto lo visto, lo mejor es no fijarse en la tabla e ir partido a partido. Otra cosa sería sumirse en una depresión. Olvidando el ayer y dejando atrás todo lo malo, el análisis optimista de cara al duelo de esta noche es posible. El equipo llega descansado y fresco a la cita. A diferencia de su rival, no ha tenido que rendir cuentas en el torneo copero entre semana y Jémez ha dispuesto de tiempo suficiente para preparar el partido, corregir errores y levantar la moral del grupo. Enfrente estará, precisamente, el verdugo amarillo en el torneo del ko. Un contrincante que aunque humilló a la UD en la vuelta de los cuartos (4-0), en sus dos últimas visitas ligueras a la isla ha acabado en la lona. Es cierto que aquella UD de Setién era otro equipo, y que el Valencia tampoco era el formidable conjunto que ha logrado construir Marcelino.

Pero tratando de atenerse a ese punto de vista positivo, también juega en favor de los intereses amarillos las bajas con las que llega el conjunto che. La más importante es la de su faro en el centro del campo, Dani Parejo. Sin el madrileño, los blanquinegros no funcionan igual. Tampoco estará Gayá, y Carlos Soler llega de lesión y no apunta a titular. Ausencias importantes todas ellas, pero es el equipo de Jémez el que tiene que dar un paso adelante para que, al menos, haya partido.

Por su parte, la UD tendrá que tapar las ausencias en defensa de Bigas y Macedo, aunque no será con otro esquema suicida como el que empleó el técnico en la última jornada. No habrá más experimentos, se volverá a la línea de cuatro atrás, y los laterales regresarán al once. Jémez admitió su equivocación en Girona y ya aprendió la lección. Pondrá a lo mejor que tiene.

Porque no sería aceptable otro descalabro delante de una afición que hace tiempo que perdió la paciencia. Los últimos ridículos lejos del Gran Canaria desembocaron en pintadas en los aledaños del estadio y del campo del entrenamiento en contra de jugadores y directiva. Y la amenaza de bronca desde antes del comienzo del choque es una realidad. La reconciliación solo es posible con una victoria que se lleva resistiendo en las últimas siete citas entre Liga y Copa. Ni la UD se ha estrenado en este 2018 ni Jémez ha saboreado su primer triunfo en su vuelta a Las Palmas. Y ya va siendo hora.

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