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Carbón para la UD y golpe al efecto Jémez

Carbón para la UD y golpe al efecto Jémez

Por lo civil o por lo criminal, ayer la victoria era innegociable y las formas, en tiempos de crisis, secundarias. Pero ni con modos resultadistas y fútbol práctico se logró el objetivo.

Jueves, 1 de enero 1970

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Ni siquiera el empate. Esto ya apesta demasiado a Segunda. Las Palmas se jugaba la vida contra el Eibar, consciente de que la lista de errores ya rebosaba y que, a partir de ahora, las citas en casa solo pueden contarse como triunfos. Hasta Jémez, que siempre ha promulgado con la estética y el toque, le valía ganar aunque sea por la mínima y desde el punto de penalti. Ya habrá tiempo para la belleza.

Porque lo que había delante era un miura. Pocos equipos existen en la categoría tan complicados como este Eibar de Mendilibar. Rival incómodo, bien trabajado, la primera parte se jugó al son del conjunto armero. Casi siempre en el campo de la UD, con Chichizola -que parece haberle ganado la partida a Raúl- como protagonista continuo. No había rastro de Las Palmas que pretende Jémez y que se vio en la primera mitad del Valencia. Pero más por culpa del rival que por deméritos propios. Encima, el panorama no era alentador con un Eibar mucho más descansado, mientras que los amarillos todavía tenían presente la paliza de la Copa.

Samper, clave el otro día, ayer tuvo que jugar más adelantado por la entrada del debutante Peñalba, y ahí estuvo algo perdido. El argentino, quien completó un notable estreno, fue el encargado de hacer de ancla e internarse entre los centrales para sacar el balón jugado, y cumplió con su cometido. Pero parece que, aunque ayer jugaron juntos, difícilmente haya hueco para los dos en el campo. Mala suerte para el catalán, que estaba teniendo con Jémez toda la confianza que le negaron los anteriores entrenadores, pero sobre todo por la lesión que pinta fea, fea.

El capricho del fútbol sonrío, por fortuna, a los de casa primero. Un chispazo de Viera, con un control sublime, provocó el claro penalti cometido a Hernán Toledo. El de La Feria se encargó de convertirlo -primera pena máxima que anota de tres que ha ejecutado este curso- y posibilitó irse al descanso con un inesperado botín, y mejor resultado que sensaciones. Más que suficiente.

Pero la debacle llegaría, vaya que si llegaría. En una segunda parte para el olvido y tras la lesión del catalán, que traumatizó al equipo, la UD se derrumbó y el Eibar superó, con justicia, a un equipo que no sentía las piernas. Otro día negro en el Gran Canaria, y el efecto Jémez, cortocircuitado. Los Reyes dejaron carbón y el milagro de la salvación va alcanzado dimensiones gigantescas y el riesgo de llegar a mediados de la segunda vuelta sin opciones de nada, es una posibilidad cada vez más real.

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