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Salieron vivos y de milagro

Salieron vivos y de milagro

La UD amarró un punto en La Rosaleda en un partido en el que saltaron chispas y todos los pitos se pusieron sobre Ocón Arráiz, que anuló un gol legal al Málaga y dio oxígeno a Las Palmas. Los isleños jugaron 13 minutos en superioridad numérica hasta que Deivid vio la roja directa por una entrada que se podía haber ahorrado. Sigue sin ser capaz de vencer fuera.

Kevin Fontecha y Málaga (enviado especial)

Jueves, 1 de enero 1970

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Empate que, si la Unión Deportiva no pareciera coleccionarlos y si estuviera en la cima de la tabla, tendría mejor sabor. Las Palmas salió viva de La Rosaleda, que ya es decir, e incluso por un momento pudo vencer, pero el árbitro, que anuló un gol legal al Málaga, echó una mano a los de Herrera. Sigue mejorando poco a poco la escuadra isleña desde la defensa, con un Mantovani que ya justifica su fichaje el pasado verano, pero todavía le falta un mundo de mitad de campo para arriba. Galarreta intenta escribir poesía en un plástico rugoso y Rubén ni la huele. El equipo no termina de arrancar y se van acabando las jornadas.

Saltaba sobria y con temple la UD a La Rosaleda. Con Blum en un carril y Rafa Mir en el otro, Herrera salía en busca de la verticalidad que tumbase a un Málaga que tiene entre ceja y ceja el regreso a la élite. El primer susto llegó con alegría para Las Palmas, que vio cómo el árbitro anulaba un gol legal a Keidi Bare. Tiró mal la línea del fuera de juego el cuadro grancanario y Dani Castellano no pudo seguir el galope de Iván Alejo, que se estrenaba como titular con los boquerones. El extremo diestro la puso atrás y el canterano solo tuvo que empujarla. Ocón Arráiz se convirtió en un amigo de los que siempre da gusto tener al lado. La hinchada malagueña explotó, mientras los de Herrera intentaban aguantar el empuje local y los minutos pasaban entre un mar de imprecisiones.

Falta de ideas, como acostumbra, la Unión Deportiva se aferraba a alguna carrera endiablada de Mir, esta vez por el costado derecho. Timor sacaba el pico y la pala para frenar el fútbol blanquiazul. Galarreta tejía y Javi corría. Blum, guerrero en misiones defensivas, se multiplicaba para ayudar a Dani, que no iba a tener una noche plácida con la amenaza de Alejo enfrente.

En una abundancia de pelotazos al aire, Galarreta intentaba imponer un poco de criterio futbolístico pidiendo todos los balones, pero le faltaba bastante profundidad a Las Palmas, siempre pecando de pases laterales o entre los defensas. Blum y Mir no aparecían y Cala se empeñaba en ser la reencarnación de Xabi Alonso con tanto balón en largo. Eso sí, evidenciando la gran diferencia que hay entre ambos.

Leschuk, con un centro envenenado, casi amarga el encuentro a Raúl Fernández. Por suerte, el balón tocó en la parte posterior del larguero y todo quedó en un mal susto. Avisaba ya el Málaga, que atacaba una y otra vez la espalda de Dani Castellano.

En media hora de partido no había pasado prácticamente nada. Se masticaba el empate y el mejor estaba siendo Mantovani, cortando todo lo que llovía del cielo. El argentino le robó un remate claro a N’Diaye y salvó los muebles. Un minuto después le tocó cumplir a Raúl. Alejo sacó un latigazo desde la banda izquierda y el arquero vasco tuvo que ir abajo para atrapar el esférico en dos tiempos. Crecía el Málaga y se atascaba la UD.

No era capaz el cuadro isleño de llevar el juego a las bandas, pese a tener dos auténticos puñales en las alas. Ni Mir ni Blum entraban en juego. Ambos tenían que sacarse las propias castañas del fuego y eso, con un equipo tan serio al otro lado, era demasiado pedir. Aun así lo intentaba el alemán cuando se podía dar el privilegio de acariciar el esférico. Lo mismo el murciano, que trataba de abandonar la banda para encontrar el espacio entre los zagueros del Málaga.

Y otra vez apareció la suerte para mantener la portería a cero. Se salió el balón en la rosca de Alejo en el saque de esquina y el linier invalidó el tanto de Adrián, que había entrado como si se le fuera la vida misma y Raúl, pese a que tocó el balón, no había podido hacer nada. Seguían las tablas en el electrónico, la grada mordía y Las Palmas aguantaba el envite. No desvanecía pese a la superioridad local. Javi Castellano se sacó un sombrero de la chistera para desatar los decibelios en el estadio. El nivel de exigencia subía cada segundo que pasaba y se llegó al descanso con una tensión descomunal en La Rosaleda.

Tras el intermedio, Rafa Mir se tropezó en la carrera y se escoró demasiado para poder perforar la portería defendida por Munir. Malgastó su bala el ariete murciano, que había superado en el esfuerzo a los zagueros andaluces. Y por si fuera poco, acto seguido Timor tuvo que pedir el cambio. El valenciano dejó el testigo a un Deivid que se colocaría por delante de la defensa, intentando hacer de Peñalba, pero siempre escoltado por Javi. No ganaba en disgustos Las Palmas y Herrera prefería por hacerse fuerte en la contención con el central de Escaleritas.

Keidi Bare, incansable en la agresividad y la protesta, cogía el túnel de vestuarios en el 59 por un codazo a Dani Castellano. El mediocentro, que ya en la primera mitad había aplaudido al colegiado después de ver la cartulina amarilla, dejó a los suyos con uno menos y aumentaba las opciones de reencontrarse con un triunfo lejos de la isla que no se consigue desde septiembre.

Con la expulsión llegó el oxígeno isleño, que daba un paso al frente y se quitaba las cadenas. Blum encontraba espacios y Mir se pegaba a Rubén para descolocar la defensa de los de Muñiz. Y Herrera, consciente de la oportunidad que tenía en sus manos, daba entrada a Álvaro Lemos, que sustituía a Eric Curbelo.

Las Palmas insistía y buscaba la yugular de Munir, en un giro de guion completamente inesperado tras la primera mitad. Danny Blum, que quería ser protagonista, ejercía de martillo por su carril, haciendo sufrir una y otra vez a Iván. Pero la ventaja numérica iba a quedar en una broma. Deivid, que estuvo apenas 18 minutos sobre el césped, arrolló a Alejo y Arráiz, que quería tener todos los focos sobre su figura, le sacó la roja al vuelo. Muy rigurosa, eso sí, podía haberse ahorrado semejante entrada en tierra de nadie el grancanario. Leschuk podría haber sido el tercer expulsado si hubiese sido justo el árbitro. Fue como un criminal a por Álvaro Lemos, a quien casi le parte el cuello.

En una jugada de Galarreta, que entró hasta la cocina y tiró una pared de manual con Araujo casi da la sorpresa la Unión Deportiva en La Rosaleda, pero taponaron el disparo del centrocampista y se esfumaron todas las opciones de victoria.

Al final, con ambas escuadras ya cansadas y repletas de fatiga se vino arriba la Unión Deportiva, que ofreció más ganas de vencer que el Málaga, pero ya era demasiado tarde para encontrar el triunfo y, cómo no, merecerlo.

Punto a punto no se logra un ascenso de categoría. Es imposible estar entre los mejores clasificados si no se consiguen victorias y esta UD cuenta solo siete, mientras que los empates (13) se le caen del bolsillo. Tampoco sería justo restar méritos a sobrevivir en un campo como La Rosaleda, que ayer, además, fue una auténtica caldera. Mejor juzguen ustedes mismos.

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