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Tana, en una de sus contadas apariciones de la pasada campaña con la UD. COBER SERVICIOS AUDIOVISUALES
El problema que se eterniza con Tana: no cuenta y tiene contrato hasta 2023

El problema que se eterniza con Tana: no cuenta y tiene contrato hasta 2023

Si fuera por Pepe Mel ni empezaría la pretemporada y en la UD se han llegado a plantear la posibilidad de una rescisión que no es fácil

IGNACIO S. ACEDO

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 6 de agosto 2020, 01:00

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Tres años más de contrato vinculan a Tana a la UD, tal y como se rubricó en septiembre de 2018, recientes sus tiempos en Primera División y cuando el futbolista cotizaba al alza. Sus antologías ante el Real Madrid en el Bernabéu, con traje a Ramos y golazo en el recordado 3-3, y una espuela en El Madrigal para asistir a la tijera a la red de Boateng, previo pase picado de Viera, en lo que se ha considerado una de las jugadas de los últimos tiempos en el campeonato, parecían avales eternos, aunque, desde entonces, ha protagonizado una caída en picado estrepitosa. A su absoluta desconexión con la profesión, perdiendo el crédito de todos los entrenadores y, también, del club, la afición y hasta de sus compañeros, une la encrucijada que le acompaña desde hace tiempo: quiere irse, pero no tiene mercado y mucho menos la posibilidad de encontrar un destino en el que le ofrezcan las condiciones económicas de las que disfruta.

Ya se estampó en su aventura china, cedido al Zheijang Greentown en 2019 y con impacto nulo, y, en su retorno, y pese a las buenas intenciones de Pepe Mel, que le elogió y hasta perdonó un acto mayúsculo de indisciplina en febrero, terminó por confirmar los peores pronósticos. Nombrado por el propio Jonathan Viera como su sucesor con el 21 a la espalda, Tana pasó de puntillas en el tramo final de la campaña (tres partidos de titular para un total de siete participaciones sin rasgo distintivo alguno), incluso ya instalado en el ostracismo en las últimas jornadas.

Si por Mel fuera, ni empezaría la pretemporada que arranca este lunes. Y no son pocas las opiniones en la entidad que ya lo consideran amortizado e irrecuperable. Claro que los deseos de procurarle una salida encuentran obstáculo en un vínculo que, para la UD, es imposible de liquidar con una indemnización. La posibilidad de una rescisión ha planeado en las últimas semanas, pero es inviable porque tendría que incluir unas cantidades inasumibles.

De puertas para afuera, el club no quiere acentuar su devaluación y la versión oficial es que partirá como uno más en la lucha por convencer al entrenador. Una postura comprensible pero que no casa con la idea del propio técnico, hastiado de los desmanes de un profesional al que dio todo su apoyo y que le ha decepcionado como pocos. Así lo ha deslizado de manera soterrada.

Que le dejara fuera de varias convocatorias tras el reinicio de Liga ya era una declaración de intenciones para que Luis Helguera se pusiera a la faena de quitárselo de encima, algo que, de momento, no ofrece novedades. Y parece complicado que se vayan a producir en los términos que desearía el club, que ha orientado sus movimientos a aligerar masa salarial.

Tana, después de más de dos años desaparecido del mapa, ha pasado de ser un valor patrimonial del que presumir a convertirse en un problema que se eterniza sin visos de solución.

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