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Hay centro del campo: Rivera y de Galarreta dejan destellos

Hay centro del campo: Rivera y de Galarreta dejan destellos

Les faltaba ritmo de competición, pero ni con esas. Manolo Jiménez los considera esenciales para el futuro inmediato de la UD Las Palmas y así lo dejó claro en el debut liguero. Christian Rivera e Íñigo Ruiz de Galarreta están llamados a ser la sala de máquinas amarilla. Músculo y talento. Potencia y calidad. Se espera mucho de estos dos fichajes y anoche dejaron pinceladas del fútbol que llevan dentro.

Jueves, 1 de enero 1970

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El jugador asturiano se desenvolvió por todas las zonas del campo. Su mapa de calor parecía una auténtica olla de presión. Robando y distribuyendo. Aportando criterio y ejerciendo de válvula. Pisa área con facilidad y muerde como un león.

De sus botas salía el fútbol amarillo. Y, cuando conectaba con Ruiz de Galarreta, en el estadio se sentía que podía pasar algo diferente. Se echaba de menos en las filas de la Unión Deportiva dos futbolistas de este perfil en la zona de medianías. Sobre todo el del mediapunta vasco. Lo hizo absolutamente todo bien. Es de esos que hasta estornudan con elegancia. La manera de moverse, de recibir ya con el balón orientado hacia el lugar donde quiere que siga la jugada, y esa forma de acariciar la pelota...

Desde el adiós de Jonathan Viera para cambiar de continente, Las Palmas anhelaba esa pausa, ese último pase. Aunque ayer no terminara de conectar con la delantera isleña, las pinceladas de calidad que dejó sobre el jardín del Siete Palmas fueron esperanzadoras.

Además, y por si fuera poco, Javi Castellano recordó al de antaño. No se limitó solamente a robar. Se atrevió a jugar. Daba pasos hacia adelante e intentó impregnar algo más de verticalidad a su aportación cotidiana.

Una hora de encuentro aguantó Rivera sobre el verde. Hasta que se le acabó la gasolina no dejó de batallar. No se cansó de meter la pierna a todas las medias negras que veía ante sus ojos. Todavía falta bastante para que presente en sociedad su mejor versión, pero su incorporación promete oficio y regularidad, y eso, desde hace unos largos meses, no se respiraba en el centro del campo de la UD.

Dejó su sitio a Fabio. El canterano, que se coló por méritos propios en la primera convocatoria del curso, demostró que la categoría de bronce se le queda pequeña y que está plenamente capacitado para dar el salto con los mayores. Fue él quien empezó la jugada que sentenció el choque. Arrancó con potencia y puso un balón a la carrera de Álvaro Lemos, que la colgó con precisión, hacia donde sabía que iba a estar Rubén Castro con los colmillos bien afilados.

Ya lo ha avisado Manolo Jiménez durante toda la preparación estival. Es un hombre de cantera y va a contar con ella. Anoche dejó claro que sus palabras no eran vacías. Fue el primer futbolista que entró desde el banquillo. El sevillano confía en los jugadores del filial.

Con todo, Las Palmas sumó sus tres primeros puntos del campeonato y durmió como líder provisional de Segunda División. No hubo sobresaltos y Raúl Fernández no ensució sus guantes. De Galarreta y Rivera mezclaron bien en la medular y la UD volvió a sonreír.

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