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Depresión amarilla en los 365 días sin la magia de Jonathan Viera

Depresión amarilla en los 365 días sin la magia de Jonathan Viera

Hoy se cumple un año del último partido del habilidoso mediapunta con la camiseta de la UD. Su marcha al Beijin Guoan se convirtió en el traspaso más caro de la historia del club, pero ha provocado una merma deportiva que el equipo todavía no ha superado. Desde que no está: 6 victorias, 17 empates y 16 derrotas.

Jueves, 1 de enero 1970

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El año I sin Jonathan Viera ha sido duro, quizá uno de los peores en la historia de la UD. Su salida fue traumática y llegó en el peor momento posible, con el equipo en plena y lastimosa lucha por librarse del descenso después de tres temporadas doradas en la máxima categoría del fútbol español. Además, la operación con el Beijing Guoan cogió a todos por sorpresa, con el mercado de fichajes cerrado se daba por terminado el culebrón y la afición respiraba tranquila dando por seguro de que Jonathan Viera se quedaría, como mínimo, hasta final de temporada. Pero en China las cosas funcionan de forma distinta y el periodo de traspasos dura varias semanas más. La última oferta que el conjunto asiático puso en la mesa del mediapunta terminó por ser irrechazable. «Tengo la cabeza hecha un lío», admitía el 21 en su última rueda de prensa como amarillo. «Quiero quedarme y ayudar al equipo a salvarse. Me duele en el alma irme en un momento como este, pero no puedo decir que no a una oferta que le arreglaría la vida a mi familia», explicaba el futbolista isleño. Se refería al contrato de cinco millones anuales que le ofrecían y la situación que tenia a Las Palmas, entrenada en aquel entonces por Paco Jémez, en la antepenúltima posición y que, sin la ayuda de su mejor jugador, parecía una quimera revertirla para lograr la salvación.

Y así fue. La Unión Deportiva no volvería a ganar hasta final de curso y acabaría bajando de categoría con cuatro jornadas de antelación. La salida de Viera, un futbolista que marcaba la diferencia en el césped, y que era uno de los capitanes y el faro que guiaba al resto del equipo, fue un terremoto para el club. Aunque nunca se desvelaron las cantidades, supuso el mayor ingreso por un traspaso en la historia del representativo con una cantidad cercana a los 20 millones de euros. Sin embargo, la herencia dejada en lo deportivo marcó un antes y un después. Jémez reconoció a los pocos días de hacerse oficial la operación que meditó presentar su dimisión. «Si no me fui fue porque hice venir a gente desde muy lejos para que se sumase a este proyecto», repitió el entrenador en más de una ocasión. Por su parte, el habilidoso centrocampista se convirtió pronto en un ídolo del país asiático. En su segundo partido hizo dos goles y su afición ya disfrutaba con la magia de un jugador diferente que veía desde la distancia la caída del equipo de su corazón. Mientras, en España la temporadas acabó como temían todos los amarillos, con el regreso a Segunda División de Las Palmas.

Un golpe tan esperado como doloroso que no impidió la rápida reacción del club. Remodelación total, 17 fichajes y un equipo prácticamente nuevo para acometer el ascenso. Y no empezó mal la cosa. Con Manolo Jiménez al mando, la Unión Deportiva sumaba puntos a buen ritmo aunque se echaba en falta más belleza en su fútbol. Sin embargo, todo se vino abajo. Los buenos resultados dejaron de darse y jornada a jornada se veía como las posiciones de ascenso directo, gran objetivo de la campaña, se alejaban. El técnico andaluz empezó a estar más que cuestionado y el cese se confirmó en la jornada 14, después del 2-2 ante el Granada en el Gran Canaria y tras cuatro jornadas sin ganar. Una época de inestabilidad que coincidía con el de mayor gloría para un Jonathan Viera que conquistaba el primer título de su vida. El 2-2 frente al Shandong Luneng en la vuelta de la final, en un partido en el que sería protagonista absoluto anotando un tanto, convirtieron al de La Feria en campeón de la Copa de China y en, por su puesto, el primer futbolista nacido en Canarias en hacerse con el galardón.

Paco Herrera, el entrenador con el que el canterano ascendió a Primera con la UD en su día más feliz de amarillo, fue el hombre elegido para reconducir el proyecto de regreso a la máxima categoría. Pero ni la vuelta de un héroe arregló el desaguisado. Más bien lo empeoró. Tras 11 partidos, solo dos victorias (una gracias a la retirada del Reus) y la UD, más abajo que nunca.

Han sido mucho los jugadores que han llegado, pero ninguno ha hecho olvidar al mago de La Feria. El vacío que dejó Viera, icono de la mejor Unión Deportiva de las últimas décadas, ha sido muy grande. Tanto fuera como dentro del campo ha sido un emblema del club y aunque su salida proporcionó una inyección económica sin precedentes, la entidad sigue sin recuperarse de su pérdida. Todavía queda temporada por delante, pero un año después, y aunque su venta fue inevitable -«No podemos arruinarle la vida a uno de los nuestros» llegó a decir Miguel Ángel Ramírez-, la operación ha resultado ser la mejor en términos cuantitativos (La UD ingresó dos millones y medio por él seis años antes al venderlo al Valencia), pero una de las peores de la historia en el plano deportivo. ¿El único consuelo? Que la esperanza de que Jonathan Viera viva una tercera etapa de amarillo no se ha desvanecido.

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