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Ignacio S. Acedo y Gijón-Enviado especial
Jueves, 1 de enero 1970
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Siempre es un gusto volver a Gijón, pisar El Molinón, meterse en la piel que otorga un escenario así, tradición en vena, pradera mágica, ambiente grande, de los que marcan como pocos. Aquí se prestigia el fútbol, el público tiene paladar y buen juicio, hay reverencia si la mereces, los ecos llegan a cada esquina, luz genuina. Imponente, El Molinón pasa revista a una UD disparada, ya a la caza del liderato, en mejor momento que nadie y que, da la impresión, mantiene el hambre de puntos, auténtico secreto del éxito. Ha ganado sus últimos tres partidos y Manolo Jiménez y su gente llegan con todos sus poderes intactos, discurso prudente pero colmillo afiladísimo. En fase de despegue, Las Palmas quiere seguir viviendo en tensión y más cuando intuye un anfitrión guerrero, un Sporting orgulloso cada vez que defiende plaza. No van sobrados por Asturias y hasta hay debate, todavía en septiembre, de qué será de su proyecto. Patio revuelto que no es buen negocio con Rubén Castro por ahí suelto.Varios cuerpos separan a esta UD del Sporting de Baraja, lo que no garantiza puntos pero sí intimidación. No confunden la fiereza con el respeto, pero no van a salir sin retrovisor. Y en la prudencia puede encontrar metros, oportunidades y caminos amplios. Todo estará en saber interpretar bien los tiempos, medir las pulsaciones del enemigo, detectar su momento de pánico.
En cada partido ha tenido la UD picos de dominio, empuje y, frecuentemente, éxito. Quiere perseverar Jiménez aplicando correcciones, dando mayor vuelo al asunto físico, piernas ágiles y mente fresca. Afán perfeccionista porque tiene para elegir y pedir en una plantilla profunda y confortable. Carga con varias bajas y son imperceptibles si se repasa el equipo que puede sacar. Dani Castellano por De la Bella. Quizás Ruiz de Galarreta por Javi Castellano si se atreve con un tridente en la zona media. Y lo mismo da carrete a Mir de entrada, que para eso los ha metido a pares con la amarilla y la roja de la sub-21. El margen de maniobra, da garantías y contrasta con las estrecheces del resto, cuyas cartas están marcadas y se ven venir.
Con un equipo en crecida y otro en bache, el encuentro va a tener poco descanso. A nadie contenta el empate y esto obliga. Al Sporting no le gusta que le achiquen en su casa, buscará venirse arriba, sembrar el área de Raúl de centros y balones al corazón. Las Palmas ya superó la prueba de La Romareda, luego de un inicio errático, y el camino de trampas en Extremadura. Campos ásperos y en los que se demostró que, en este equipo, querer es poder.
La cuestión se verá con la puesta en escena, en salir con determinación, sin encogerse. Serán miles de gargantas en contra, un rival a las bravas, puede que juego de vértigo, con idas y venidas que impida el juego de control que, seguro, Jiménez va a recomendar a sus jugadores. A fútbol y lógicas, el pronóstico es claro. El Sporting quiere agarrarse a los imponderables, maximizar lo que tiene y agitar el panorama, nivelar la disputa en suma. No le llegará para más si el visitante se maneja con coordinación, simetría y profundidad. Lo saben ellos mismos y el plan de rebelión es ahora lo que le toca descifrar al entrenador de la UD, incansable en pedir personalidad y arrojo en su visión pasional del deporte y de la vida.
Hay ganas de ver qué ofrece esta tarde el equipo y los futbolistas son los primeros que descuentan minutos de la espera. A todos apetece lucimiento y cumplimiento en campos de esta talla y en los que también se cultivan los ascensos. Que salten por los aires los cerrojos y salga por la puerta grande la UD reventaría todos los sismógrafos de expectativas y satisfacción. Tres puntos con un plus apetecible, irrenunciable.
En el páramo que es la Segunda División, esta jornada parece un oasis, un guiño a la nostalgia por todas las batallas que tuvieron como escenario un templo solemne y catedralicio como el que viene en esta ocasión. Una ocasión imponente para que esta UD que quiere volver, esta UD diseñada para no fallar, haga acto de presencia con todas las de la ley y siga a lo suyo, implacable y sin pasos atrás en el largo camino que, orevia estación en El Molinón, escribirá un nuevo capítulo, ojalá que a la altura del cartel.
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