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130 millones y un presidente de época

130 millones y un presidente de época

El tiempo y los hechos ponen fuera de toda duda la catalogación de «presidente de época» para Miguel Ángel Ramírez al frente de la UD Las Palmas.

Miércoles, 15 de julio 2020, 16:59

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Tras su reelección por un lustro más, notificada en la Junta General de accionistas celebrada el pasado miércoles, llegará hasta 2024 si agota el nuevo mandato, como es su intención, lo que le permitiría totalizar 19 años en el cargo, récord en la historia de la entidad y que, por encima de otras consideraciones, constata una larga etapa de estabilidad y crecimiento institucional. A punto está de cerrarse un 2019 en el que se inauguró la Ciudad Deportiva de Barranco Seco, un hito sin precedentes y que, más allá de su impacto en el funcionamiento diario de la vida de jugadores, técnicos y empleados, que ahora disponen y disfrutan de una instalación vanguardista, también ha permitido blindar la economía y subsistencia del escudo. Contabilizando este espacio de un valor estratégico capital, los fondos propios ascienden ya a 60 millones de euros, tal y como consta en los estudios de auditoría. Considerando que Ramírez heredó la UD en quiebra y causa de disolución en 2005, 72 millones de deuda detallada, hundida, además, en la Segunda División B, el viraje financiero experimentado desde entonces se sitúa por encima de los 130 millones de euros, el resultando de haber absorbido el pasivo y amasar el pasivo descrito desde su nombramiento y hasta hoy. Números galácticos y que ilustran una gestión impecable, a salvo de ascensos y descensos y en la que se privilegió, en todo momento, la salvaguarda de los intereses del club así como su viabilidad.

El jerarca ha privilegiado temporada a temporada una política económica responsable y comprometida, enterrando épocas pretéritas en las que los embargos y los débitos se acumulaban en los balances. Y desde ese saneamiento progresivo y sostenido ha construído una nueva UD con crédito y prestigio ante instituciones públicas y privadas y que no depende de si entra o no la pelota. Una entidad profesionalizada, con estructuras y ramificaciones, con una Fundación propia y proyectos diversificados que empoderan la marca, sin descuidar el componente socializador que, con convenios de colaboración establecidos con más de cien equipos, está más vigente que nunca. Valga un detalle de la accesibilidad del aficionado a la dirigencia: todo aquel que lo erequiere, puede tener un encuentro personal con el presidente para darle a conocer sus perspectivas. Y no nos pocos los que disponen de su número de teléfono personal, siempre abierto al socio y simpatizante.

En paralelo a la normalización del funcionamiento interno siguiendo los parámetros empresariales de solvencia, Miguel Ángel Ramírez siempre atendió la parte deportiva, no siempre con igual suerte y acierto, como bien ha reconocido. Su promesa de devolver a la UD a Primera cristalizó en 2015, luego de trece años lejos de la élite, y, aunque la aventura únicamente duró tres campañas, sirvió para empoderar un proyecto de cantera que ha sido innegociable y que se consagró cuando permitió tener un internacional absoluto con España en las filas propias, algo que se dio con Viera en 2017. Desde 1981, con Gerardo, no se había vuelto a ver algo igual.

Con el reto de regresar entre los grandes del fútbol español, Ramírez ha renovado sus votos convencido de que en el inconformismo está la receta para seguir engrandeciendo a la UD.

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