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Djokovic comienza la caza
Final del Open de Australia

Djokovic comienza la caza

El serbio se queda a dos Grand Slam de atrapar a Federer y Nadal, después de conquistar el Abierto de Australia ante Medvedev

ENRIC GARDINER

MADRID

Domingo, 21 de febrero 2021, 08:08

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Si la relación entre Rafael Nadal y Roland Garros tiene un sitio en todos los libros del deporte, justo debajo hay que dejar hueco a lo de Novak Djokovic en Australia. Nueve títulos tiene el de Belgrado. Nueve. Más que Roger Federer en Wimbledon (ocho). Más que Pete Sampras y Jimmy Connors en Nueva York (cinco).

Solo Bill Tilden (diez), Bjorn Borg (once) Rod Laver (once), Roy Emerson (once), y Sampras (catorce), además de Nadal y Federer (veinte) tienen, en total, más 'major' que los que Djokovic acumula en única plaza, la de Melbourne, la que lleva el nombre de Rod Laver Arena y en la que este domingo aplastó al pretendiente Daniil Medvedev (7-5, 6-2 y 6-2) para acortar la diferencia con Nadal y Federer.

El destino del serbio, encaminado pese a lesiones y contratiempos a vencer, lo conocía incluso el Dj del estadio, que abría la final, mientras los dos tenistas implicados caminaban por el túnel de vestuarios, al ritmo de 'One More Time' (Una vez más) de Daft Punk.

Ni siquiera sus problemas físicos durante el torneo y su dolencia en el abdominal ponían en duda su capacidad de una vez más elevar el nivel en la cita más importante. Así se ha acostumbrado a hacerlo en los últimos años. Fuera de Roland Garros, lugar custodiado por Nadal y Stan Wawrinka, Djokovic solo ha perdido una final de Grand Slam en casi ocho años, ante Wawrinka en el US Open 2016. Para la última cedida en cemento hay que remontarse al US Open 2013.

Monstruoso

Como hizo aquí ante Nadal en 2019, Djokovic alcanzó el culmen de su tenis cuando más cerca tenía el título. Arrancó el encuentro con un saque directo y se puso 3-0 arriba, curiosamente el mismo marcador que en sus tres finales anteriores en Australia. Medvedev, acobardado ante un escenario para el que se creía preparado -«La presión la tendrá él, no yo»-, reaccionó y aguantó el envite hasta el 5-5, pero no era su final. Hasta dos raquetas destrozó camino de la derrota.

Porque estaba desesperado, atónito ante el nivel de Djokovic. Demasiado excelso, demasiado bueno como para tener alguna opción. El robot, el poco ortodoxo, el que no celebra las victorias estaba desesperado. Porque sus golpes, que habitualmente descolocan al rival y lo sacan de la pista, apenas hacían cosquillas a un Djokovic que le devolvía cada pelota para luego contraatacarle y dejarle incrédulo mirando a la grada, que tampoco estaba de su lado.

Lo cierto es que no hubo ni final. No hubo disputa. Djokovic fue tan superior que venció con una rapidez inesperada. Una hora y 53 minutos, la final más rápida de su carrera, le separaron de la copa que esperaba pacientemente al fondo de pista a ser recogida.

Y como en las nueves veces en las que compitió por ella, se la llevó Djokovic. Superó en exhibición a la que se llevó contra Nadal en 2019 y le sirve para sumar el decimoctavo Grand Slam, el que le deja a dos del récord histórico de Nadal y Federer (20). Con un año perfecto, incluso podría superarlos este año. Monstruoso, Djokovic.

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