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Entrenador nuevo, victoria segura reza uno de los dichos populares en el mundo del fútbol y que cayó por su propio peso. Poca mejoría se vio en el recinto de Siete Palmas, cuando se presuponía que el cambio de técnico en el banquillo debía reactivar al equipo. Agujeros en la retaguardia, mucha distancia entre todas las líneas y un Raúl Fernández estelar que se erigió salvador de una pobre UD.
No cambió mucho la película con García Pimienta, aunque en una semana no da tiempo para calibrar ni valorar nada, pero nadie esperaba tampoco pinchar ante el filial de la Real Sociedad B en el Gran Canaria.
En el once, pocas novedades. Volvió Lemos. También Cardona. Álex Suárez ganó la carrera a Ferigra para suplir a Eric. Y por delante Sadiku hizo de nueve aunque no le llegase ni un balón. Fue una isla. Aunque se mató a correr.
No cuajó con éxito Las Palmas, que nunca encontró a Jonathan Viera para canalizar su fútbol. Las líneas, sobre todo entre la defensa y el centro del campo, parecían infinitas. A la espalda de Nuke Mfulu sufrió la Unión Deportiva.
Y de no ser por Raúl Fernández, que lució su mejor traje en mucho tiempo, la derrota hubiese sido el resultado más justo. Porque la Real Sociedad B gozó de las ocasiones más claras y en botas de Lobete, cuando corría el minuto 94 del encuentro, rozó la épica para el filial donostiarra.
La cita, sobre todo porque el rival ocupaba la penúltima (y ocupa) plaza de la tabla clasificatoria, invitaba a creer que el triunfo sería para los amarillos. Y pese a que Las Palmas mostró colmillos y garra desde bien temprano, los de Xabi Alonso mantuvieron el envite isleño y supieron mover la bola cuando la agarraban.
Solo la entrada de Moleiro en el segundo tiempo excitó algo a la UD, famélica y plana durante muchos tramos del enfrentamiento.
En resumen, el cambio de entrenador era una apuesta arriesgada y se valorará cuando acabe la temporada. De momento la UD sigue siendo la misma que con Mel y en términos de fútbol tampoco invitó a bailar.
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