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Fátima Cruz, en el gimnasio del Club Valdivia de Tenoya. cober servicios audiovisuales

El ejemplo de Fátima Cruz: enfermera y bronce nacional

boxeo ·

Completó su formación universitaria a la par que se inició en el boxeo. Ahora es de las mejores de España y la ha llamado la selección

Ignacio S. Acedo

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 16 de julio 2022, 17:03

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Enfermera y bronce nacional de boxeo. Si puede continuará ampliando su horizonte intelectual, formalizada su preinscripción en Educación Secundaria y, como opción alternativa, un máster en Nutrición, y también su carrera en el ring, ya seleccionada para una concentración con el equipo nacional. No hay suficientes horas en el día para que Fátima Cruz (Las Palmas de Gran Canaria, 1994) desarrolle todo su talento y capacidad a cuenta de una rutina en la que no hay tregua.

«Por las mañanas en el consultorio que me toque, porque en mi profesión hay mucha inestabilidad. Los que nos dedicamos a la enfermería somos números. Nos mueven de un lado a otro sin poder optar como querríamos a un contrato que nos permita planificarnos. Y por la tarde no perdono el entrenamiento en mi club, el Valvidia, en Tenoya.Es una vida de sacrificios, sí, pero soy feliz porque me entrego a lo que me gusta. Y lo compatibilizo de la mejor manera, buscando superarme y con actitud positiva», asegura.

«Desde niña» le gustó el boxeo y, tras practicar numerosas disciplinas como el judo, la natación o el tenis, en 2019 se inició con los guantes con Gustavo Sarmiento como entrenador, quien le vio condiciones desde el primer momento. «Gustavo me animó siempre y también me aconsejó, cuando dejó de dirigir, que yo siguiera con Valdivia, una decisión fundamental porque no pudo ser más acertada. A Gustavo siempre le estaré agradecida por todo e Israel ya es como de mi familia», recuerda.

En paralelo a su progresión en el cuadrilátero, en plena pandemia pero sin parar de crecer, tampoco abandonó los libros, concluyendo su titulación universitaria. Su proyecto de vida estaba justo en el punto en el que Fátima quería. Y ahí sigue, pletórica de motivaciones y retos, como se felicita.

Valora lo que tiene

«Me considero una privilegiada porque me completa lo que hago. Fuera del deporte, ejerciendo mi vocación. Y, en el deporte, practicando la modalidad más noble que existe por los valores que comporta. Encima, me ha ido cada vez mejor porque gané una medalla en los primeros nacionales a los que acudí y eso trajo el premio añadido de poder ir concentrada con España. Imposible pedir más. He trabajado muy duro para conseguir eso, pero igualmente valoro lo que consigo», argumenta.

Sin pretender ser ejemplo para nadie, no va con su talante sencillo y discreto, sí admite que ha roto con formalismos establecidos. «A veces me han mirado de cierta manera por mis tatuajes y a mucha gente no le encajaba que pudiese dedicarme a una rama tan complicada como la sanitaria y, encima, hacer boxeo al más alto nivel. No me molesta que lo hagan porque sé que hay cosas muy complicadas de cambiar, pero si puedo ayudar a alguien a que supere prejuicios, encantada. Sí. Puedo llevar tinta en mi piel, haber ido a la universidad, tener mi empleo cualificado, vivir con las exigencias del deporte y querer seguir estudiando y formándome», finaliza.

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