Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 19 de abril
El aire desendafado y lúdico del skate ilustra el cambio de parámetrosque rige el futuro cartel olímpico. Pedro Urresti
Los Juegos Olímpicos no quieren envejecer

Los Juegos Olímpicos no quieren envejecer

El COI introduce nuevos deportes en su programa para captar a las audiencias más jóvenes e incluso se plantea abrirse al mundo de los videojuegos

pio garcía

Sábado, 26 de junio 2021, 23:41

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El próximo 4 de agosto, en el parque urbano Ariake de Tokio, Sky Brown se ajustará el casco, cogerá su monopatín y se lanzará a hacer cabriolas a la pista. Sky Brown tiene nombre de jefe apache -'cielo marrón'- y una de esas biografías imposibles que parecen sacadas de un telefilme: nació en Miyazaki, Japón, de padre británico y madre japonesa, vive la mitad del año en Estados Unidos, se levanta todos los días a las cinco de la mañana para hacer surf y se dedica profesionalmente al skate desde los diez años. El año pasado se rompió el cráneo entrenando con el monopatín en California y estuvo a punto de morir. Sky Brown nació en 2008. Cumplirá trece años el 12 de julio.

A su lado estará la española Julia Benedetti. Julia tiene 16 años y en su biografía no hay recovecos insólitos ni extravagantes cruces cosmopolitas, sino una confortable normalidad: acaba de terminar 1º de Bachillerato en el colegio Santa María del Mar de La Coruña, le han ido bien los exámenes y le gustan las ciencias. Todavía no sabe qué estudiará, pero tal vez se incline por hacer una Ingeniería. A Julia un día le llamaron y le preguntaron si quería participar en un campeonato del mundo clasificatorio para los Juegos.

Fue entonces cuando se enteró de que el skate iba a ser deporte olímpico. «Yo lo practicaba como hobby y ya está. No sabía nada», sonríe. Julia se fue en mayo a Iowa, Estados Unidos, voló con su monopatín y consiguió cerrar su clasificación para Tokio. Confiesa que ya empieza a sentir mariposillas en el estómago, pero no quiere perder ese punto callejero y juguetón del skateboarding: «Cuando patino solo pienso en divertirme, en pasármelo bien... pero eso debería suceder en todos los deportes».

Estas palabras de Julia Benedetti encajan como un guante en la primitiva carta olímpica, que ensalzaba «la alegría del esfuerzo y el valor educativo del buen ejemplo», así que quizá no haya sido tan descabellada la inclusión del skate entre los deportes de Tokio 2020. Sin embargo, los dirigentes del Comité Olímpico Internacional (COI) tenían otra cosa en mente al aprobar su presencia en los Juegos: buscaban desesperadamente encontrar nuevos deportes que pudiesen atraer a los espectadores más jóvenes, así que decidieron apostar por el aire lúdico y desenfadado del surf, del skate y de la escalada deportiva.

Alberto Ginés López, clasificado para la cita de Tokio 2000, escala un rocódromo durante una competición en República Checa
Alberto Ginés López, clasificado para la cita de Tokio 2000, escala un rocódromo durante una competición en República Checa Efe

Alberto Ginés, un escalador cacereño de 18 años, también vivirá en Tokio su primera experiencia olímpica. «Puede que sí sea un enganche para los más jóvenes -reconoce- porque en la escalada se empieza desde muy pequeñito y hay mucha afición entre los chavales». Alberto lo sabe de primera mano porque la falta de instalaciones apropiadas en España hace que él deba entrenarse en rocódromos comerciales, compartiendo sudores con muchachos que van a divertirse subiéndose por las paredes. La escalada se divide en tres pruebas diferentes (dificultad, bloques y velocidad) y es un ejercicio vistoso, sin tiempos muertos, febril, que desprende adrenalina y tensión. Justo lo que está buscando el COI.

Break dance

Dentro de tres años, en los Juegos de París, a estos nuevos deportes tan efervescentes se les unirá el break dance o baile deportivo, en una decisión todavía más polémica que revela el miedo de los ejecutivos del COI a que su gran invento vaya envejeciendo. «Los Juegos Olímpicos son el mayor espectáculo deportivo que existe, construido sobre unos fundamentos que van más allá del showbusiness. El COI ha sido capaz de crecer, reinventarse, superar conflictos y guerras con millones de muertos, aprender de los errores del pasado, lidiar con los Estados y mantener los intereses económicos de las grandes corporaciones. Si el olimpismo internacional sospecha que una transformación de sus disciplinas puede mejorar su posibilidad de supervivencia, que nadie dude de que se hará», avisa Xavier Pujadas, profesor titular de Historia del Deporte en la Universitat Ramón Llull-Blanquerna de Barcelona. Pujadas recuerda que algo así sucedió en la década de los 80, cuando la carta olímpica fue alterada para «erradicar el amateurismo».

El desafío de los 'eSports'

Al final, como casi siempre, estamos hablando de dinero. En el anterior ciclo olímpico (que incluyeron los Juegos invernales de Sochi y los estivales de Río) el Comité Olímpico ingresó algo más de 4.000 millones de euros, sobre todo por la venta de derechos televisivos (unos 3.000 millones) y por el apoyo de los patrocinadores (700 millones). Sin embargo, los adolescentes viven cada vez más alejados de la televisión, volcados en otras plataformas (Youtube, Twitch, TikTok) y atentos a competiciones 'online' que levantan pasiones enfebrecidas, mueven mucho dinero y poco tienen que ver con los deportes tradicionales. Y este es el auténtico reto al que se enfrenta el COI: ¿Deberían los Juegos Olímpicos incluir competiciones virtuales?

El asunto mereció un largo debate en la última sesión del Comité Olímpico, celebrada en marzo. El presidente de la Federación Internacional de Remo, Jean-Christophe Rolland, medalla de oro en los juegos de Sydney, emplazó al COI a adentrarse en la frondosa y a veces intransitable selva de los deportes electrónicos o 'eSports'. De modo poco sorprendente, en aquella reunión fue el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien tradujo el reto en dólares: «El Covid ha acelerado muchas tendencias. El uso de videojuegos ha crecido en un 75% y hablamos ya de una industria que en el año 2020 movió 150.000 millones de dólares».

Entrenamiento de break dance, disciplina con que el COI quiere 'enganchar' a los jóvenes.
Entrenamiento de break dance, disciplina con que el COI quiere 'enganchar' a los jóvenes. AFP

Sin embargo, el alegato más entusiasta en favor de la inclusión de los eSports en el programa olímpico llevó la firma de una de las mejores atletas de todos los tiempos, la pertiguista rusa Yelena Isinbayeva, dos veces campeona olímpica: «Debemos actuar cuanto antes, y a ser posible incluirlos bajo nuestro paraguas, porque si no perderemos nuestras opciones. Este es ahora el gran reto del movimiento olímpico».

«Ahí ganan dinero»

Isinbayeva puso como ejemplo un juego, el Counter Strike, en el que terroristas y antiterroristas se enzarzan en una batalla cruenta. «Millones de personas en el mundo lo siguen. He visto cómo muchos jugadores entrenan en el gimnasio como si fueran atletas para aguantar ocho horas jugando y cómo ejercitan al máximo su concentración. Y me he dado cuenta de que cada vez más jóvenes quieren competir en el Counter Strike porque ahí pueden ganar dinero mucho más rápido que participando en unos Juegos Olímpicos y atrayendo patrocinadores».

No parece posible que el Counter Strike pueda llegar alguna vez a los Juegos porque su atrezzo de sangre, matanzas y fusiles de asalto supondría una impugnación demasiado flagrante de los valores olímpicos, pero quedan otros muchos 'eSports' que sí podrían encontrar acomodo. Rolland se refirió expresamente a aquellos juegos de simulación que incluso exigen del deportista el mismo grado de esfuerzo físico que las competiciones tradicionales.

Por el momento, ya se han creado una especie de Juegos Olímpicos Virtuales tutelados por el COI que incluyen cinco eSports (béisbol, ciclismo, remo, vela y motor) cuya primera edición se ha celebrado, sin demasiado eco, del 13 de mayo al 23 de junio.

Discusión entre ellos

Sin embargo, la propia consideración de deporte es resbaladiza incluso para los 'gamers' profesionales. Sergio Espinosa, Espi, jugador de FIFA y coach del equipo Movistar Riders, cree que sí deben ser considerados 'deportes' porque «representan valores como el compañerismo, el trabajo en equipo y la responsabilidad, que son los propios de cualquier deporte». En el frente contrario se sitúa Antonio Espinosa, Th3Antonio, jugador de League of Legends en los Vodafone Giants, que, aunque reconoce que «exigen rutinas y pautas parecidas (entrenamiento, concentración, dedicación y sacrificio)», prefiere considerarlos «una opción de entretenimiento digital».

El tiempo dirá si en próximos Juegos, quizá en Los Ángeles 2028, a los lanzadores de jabalina, los saltadores de longitud, los jugadores de balonmano y los ciclistas se les unen varios muchachos delante de un ordenador compitiendo por las medallas. En cualquier caso, el COI se ha propuesto atrapar ese mundo promisorio y fantasmal que agita pasiones adolescentes, mueve mucho dinero y discurre bajo el radar de la televisión. Lo que no sabe todavía es cómo hacerlo.

El ideario olímpico ha comenzado a hacer guiños a los eSports, auténtico showbusiness. R. C.

310 pruebas y muchos candidatos frustrados

Los Juegos Olímpicos de verano se reparten en tres semanas frenéticas. No hay un número de disciplinas fijas, pero sí de pruebas: 310. Según la definición del COI, «una prueba es una competición específica de un deporte, que tiene como resultado una clasificación que da lugar a la entrada de medallas y diplomas». Para ser incluido en el programa olímpico, un deporte debe tener federación masculina en al menos 75 países de cuatro continentes y femenina en 40 países de tres continentes. A los 28 deportes que ya estaban en los Juegos de Río, el Comité Organizador de Tokio 2020 solicitó al COI incorporar surf, skate, escalada, kárate y béisbol (softbol en féminas). Los tres primeros tienen ya su plaza asegurada para París 2024, no así los otros dos.

El kárate desaparecerá del programa olímpico el 7 de agosto, en cuanto se entreguen las últimas medallas en el Nippon Budokan de Tokio. Su puesto lo ocupará el break dance, en una decisión muy polémica que se ha justificado por su tirón entre los jóvenes: habrá en las calles de París un DJ pinchando discos al azar y grupitos retándose a bailar a lo 'West Side Story'. Los karatecas han estallado de rabia, reivindicando los valores de su deporte y los muchos millones de personas que lo practican.

Ni ajedrez ni pádel

Tal vez en el futuro alguna otra disciplina tradicional tenga que despedirse de los Juegos para hacerles un hueco a atletas virtuales con sus butacones y sus potentísimos ordenadores. «Creo que eso sucederá pronto porque es la única manera de que los jóvenes se interesen por ellos», vaticina Sergio Espinosa, Espi, de los Movistar Riders. El profesor Xavier Pujadas concluye que el deporte siempre ha sido reflejo de la sociedad y la cultura: «La tecnología rompe sus límites a velocidad superior y debe adaptarse. Los límites más relevantes deberían ser de carácter ético».

Mientras el COI se devana los sesos para atraer a niños y jóvenes, otros muchos deportes, desde el ajedrez al pádel o al billar, se sienten cada vez más lejos del universo olímpico, tan anhelado por unos y tan ajeno a otros.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios