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Jémez se despide sin pena ni gloria

Jémez se despide sin pena ni gloria

El entrenador, que arribó en la isla en busca de un imposible, se marcha de la UD Las Palmas tras sumar 11 de 63 puntos posibles.

Jueves, 1 de enero 1970

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Se presentó en el aeropuerto de Gran Canaria vestido de militar, pregonando que estaba capacitado para revertir una situación que, desde lejos, se intuía insalvable. Las Palmas, abierta en canal por allá por diciembre, era carne de Segunda División. Los amarillos, después de tres entrenadores (Manolo Márquez, Pako Ayestarán y Paquito Ortiz), se encomendaban al milagro de Paco Jémez. Lo que nadie se esperaba es lo que vino después. Más derrotas, más miseria y unos números para llorar de pena.

Muchos fueron los que quisieron tener fe ciega en el ex de Cruz Azul, olvidando incluso sus alarmantes descensos a la categoría de plata con el Rayo Vallecano y el Granada. El tercero, el que ha cosechado con la Unión Deportiva, señala y, como no, pone en duda las cualidades y capacidades de Jémez. Sus deméritos, a la vista de todos, después de coleccionar 16 encuentros consecutivos sin ser capaz, ni por casualidad, de apuntarse un triunfo en su pobre y decepcionante estadística, propiciando que, aunque en ruedas de prensa insistiese que le encantaría ascender a Las Palmas, se marche por la puerta de atrás, una vez más del club isleño.

Señalado y retratado, así se va Paco Jémez de la UD. Cabe destacar que, nada más cogió las riendas del conjunto insular, crucificó a Loïc Rémy, siendo el jugador más desequilibrante de cara a gol de un equipo que carecía de pegada. Ahora, tras una racha insufrible, donde el bagaje de puntos es un insulto, consiguiendo tan solo 11 de los 63 posibles, obliga a analizar las decisiones del técnico.

Hizo majo y limpio, deshizo y fichó a su antojo. Se cargó a futbolistas de la casa como Hernán Santana o Aythami Artiles, despreció a una de las apuestas más fuertes del club, como era Tannane y fulminó a un delantero con el nivel y el caché del francés. Trajo a jugadores como Aguirreragaray y Peñalba, peticiones expresas y que, aunque el segundo se perdiera todo el tramo final debido a una lesión, no aportaron absolutamente nada a un equipo que necesitaba, de manera urgente, de todo y apostó por dos extremos inoperantes: Nacho Gil y Jairo.

Ya el presidente de la entidad, Miguel Ángel Ramírez, confirmó ayer la marcha de Paco Jémez, el cuarto entrenador de un curso para olvidar. Y es vital que, de cara a la temporada que viene, bajando al lodo en Segunda División, se acierte con la elección del técnico. Si pasa lo mismo que con Pako Ayestarán o el propio Jémez, la UD Las Palmas estará condenada al fracaso. El rompecabezas del banquillo será una de las claves para volver a la élite.

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