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Jorge Molina desvela su secreto para seguir en Primera con 40 años

Jorge Molina desvela su secreto para seguir en Primera con 40 años

En abril, el delantero del Granada se unirá al reducido grupo de veteranos que aún resisten con esa edad en la división de oro: Joaquín en el Betis y Diego López en el Espanyol

Alberto del Campo Tejedor

Jueves, 27 de enero 2022, 11:45

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En abril, Jorge Molina cumplirá 40 años. El delantero del Granada se unirá al reducido grupo de veteranos que aún resisten con esa edad en la división de oro: Joaquín en el Betis y Diego López en el Espanyol. Algunos futbolistas se sienten defraudados cuando no les brindas un agradecimiento reverencial tras concederte una entrevista, como si te hubiera dado audiencia el mismísimo Santo Padre. Pero Jorge me agradeció él a mí que le incluyera en la ronda de entrevistas que estaba realizando para mi próximo libro, como si dudara de su merecimiento.

Hablamos más de una hora. Y aunque yo insistía en preguntarle por sus éxitos, él siempre los asociaba a alguna circunstancia que le favoreció en cada momento. Recuerda cómo consideró un logro cuando debutó en Tercera con 18 años en el equipo de su localidad, el Alcoyano, del que era socio desde pequeño. «Tuve suerte», dice, porque el club tenía las arcas vacías y no tuvo más remedio que contar con la cantera.

Jorge no olvida que a los 25 años aún no había pasado de Segunda B, tras jugar en el Gandía y el Benidorm. En su día, este último le pareció «un equipo grande». Tenía que recorrer varias horas al volante, pues estudiaba en Valencia y se desplazaba al club de turno que confiaba en ese grandullón que bregaba con todos los defensas del equipo contrario.

El Cholo inventó lo de «partido a partido», pero Jorge tenía entre ceja y ceja un eslogan no menos efectivo: «entreno a entreno». Se levantaba cada día para limar alguna imperfección y depurar tal o cual rasgo ventajoso sobre el que el entrenador le había hecho reparar. Si de algo está orgulloso es de haber podido aprender de cada uno de los técnicos y jugadores que la vida le puso delante, hacia todos los cuales tiene palabras de agradecimiento.

Cuando le digo que en el Betis le recuerdan porque formó parte, con Rubén Castro, de la mejor dupla de delanteros que se haya visto en el Villamarín, él señala al míster, quien le reconvirtió en media punta. «Pepe Mel me enseñó a buscar siempre la mejor opción. Y la mejor opción normalmente era dársela a Rubén Castro». Rubén siempre ha dicho que una buena parte de los 147 goles que metió en el Betis se la debe a Jorge Molina y que nadie le ha comprendido mejor que él, fuera y dentro del campo.

Quizá por esa vocación para jugar para sus compañeros en la cancha y vincularse a ellos también fuera del terreno de juego, estos le encumbran, allá donde va. El mismo espíritu de entrega, compromiso y juego colectivo embelesa a cualquier afición. El otro día, cuando volvió a Getafe con el Granada, los hinchas le esperaban con una pancarta con el verso de Walt Whitman, popularizado por 'El club de los poetas muertos': «Oh Capitán, mi capitán». El Getafe ganó, pero fue el nombre de Jorge Molina el que más se oyó corear en las gradas.

Le pregunté por su secreto para seguir en la élite a punto de cumplir los 40. Me habló de la buena alimentación y el ayuno intermitente. «Antes comía como un búfalo, ahora estoy más ligero». Agradeció haber podido aprender de los dietistas, como otros le enseñaron diversas lecciones, cada cual en su particular parcela. «Estar dispuesto a seguir mejorando, pasito a pasito, y cuidarse es la base —dice—, pero creo que lo más importante es la ilusión. Tengo la suerte de que me levanto cada mañana con la misma ilusión que cuando cobraba 20.000 pesetas en el Alcoyano».

Me contó que en algunos estadios le llaman viejo y abuelo, y para picarle le instan a que se jubile. Pero Jorge se lo toma con humor y considera un imprevisto triunfo haber llegado hasta esa edad. «Jamás pensé que jugaría nueve años en Primera. Cuando estaba en Segunda B, ya me parecía espectacular».

Le insinué que me sorprendía su modestia. Pero no le dio importancia y pasó a otra cosa. A diferencia de otros jugadores que he conocido, le incomoda que le hablen de sus virtudes. Prefiere destacar a los que le ayudaron, desde los primeros veteranos que conoció en Tercera. Creo que es demasiado humilde para alardear de humildad. Pero a mí me quedó claro cuál es su secreto.

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