Borrar

Una vergüenza intolerable (2-5)

Una vergüenza intolerable. Lo de Las Palmas anoche pasará a la historia reciente como uno de esos partidos en los que, de verdad, se toca fondo. Recibir cinco goles en casa, dos de ellos con uno más, ante un Celta que llegaba decimotercero al partido, es algo inadmisible para un club de la dimensión de la Unión Deportiva.

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cuarta derrota consecutiva con una de las mayores más goleadas en la historia del Gran Canaria para afianzar al equipo en los puestos de descenso. No hay conclusión positiva posible en un partido que debía de ser el primer examen fiable de Ayestarán como entrenador amarillo. Tuvo dos semanas el nuevo técnico para preparar el partido y, aunque la puesta en escena no fue mala, la imagen terminó siendo la más penosa desde que la Unión Deportiva regresase a Primera.

Tras el choque de ayer, la UD se postula, junto a Málaga y Alavés, como uno de los más firmes candidatos al descenso. Toda España vio las carencias de un conjunto que estuvo lejísimos de ser aquel compacto, aguerrido y solidario que pretende y prometía Ayestarán. El preparador tiene por delante un trabajo de chinos para levantar la moral a un grupo que parece ir cuesta abajo y sin freno. Las 30 jornadas que quedan por delante es a lo único que puede agarrarse la Unión Deportiva. En octubre, hasta desastres como este tienen solución y es Ayestarán quien tiene que encontrarla.

Esta vez no fue por culpa de los primeros minutos, en otras ocasiones lapidarios para Las Palmas. Lo habitual en los últimos tiempos era empezar con desventaja, entrar dormido y ver la cuesta empinada a las primeras de cambio. Algo que parecía tener estudiado Ayestarán y que logró cambiar ayer ante el Celta. Ni la sorprendente alineación ni el desangelado ambiente en el campo (fue la peor entrada de lo que va de campaña) quitó el hambre de fútbol a los amarillos. Pocas veces en la UD se verá un banquillo tan ostentoso como el que se permitió el nuevo técnico en su estreno en el Gran Canaria. Jugadores como Vitolo, Vicente, Rémy o Tana fueron suplentes. Exagerado lujo para un humilde y demasiada ventaja al contrincante en momentos de necesidad.

A pesar del arranque impetuoso y esperanzador, con saques de esquina, jugadas de peligro y más verticalidad que nunca, al cuarto de hora cayó el primero. El Celta castigo la valentía de Las Palmas y la joya turca, el imberbe Emre Mor, definió, solo, con sutileza dentro del área desde la derecha en el 16.

Golpe de realidad y jarra de agua fría. El cambio de actitud no varió las tornas y la historia se repetía. Además, el mazazo no vendría solo. Dejó grogui al equipo isleño y los celestes se aprovecharían. Solo cuatro minutos después, y por el mismo costado diestro, Aspas rompía a Borja Herrera y forzaba la cantada de Chichizola. 0-2 en el 19 y la película de la temporada pasada con Setién y Berizzo en los banquillos, se volvía a suceder. El carril derecho se estaba convirtiendo en un chollo para los rápidos y habilidosos atacantes celtiñas, y Borja se veía superado una y otra vez. Además, no contaba con la ayuda de un Momo al que estos partidos de ritmo tan alto le matan. Y no era al único.

Aún así la UD trataría de continuar con su propuesta. Arrebatar el balón al Celta, presionar en campo del rival y proponer un juego más directo eran las premisas, y en eso a los de Ayestarán no se les podía reprochar nada en los 45 minutos iniciales. A la media hora, con una doble ocasión a las salida de sendos saques de esquina y un mágico pase de Viera para el mano a mano de Calleri, se rozaría el primero para los amarillos. Pero la figura de Blanco abortaba la reacción local y Las Palmas terminaría marchándose a los vestuarios con la sensación de que el marcador era demasiado cruel para lo que se había visto en el verde del recinto de Siete Palmas. La efectividad, anoche, iba a ser cosa del Celta.

Aceptar una desventaja de dos goles en contra cuando se han creado más ocasiones, se ha tenido más el balón y se ha hecho trabajar más al guardameta rival es muy complicado, y más en descenso y de camino a la cuarta derrota consecutiva. El cambio de actitud, aunque evidente, resulta insuficiente cuando en el campo no se tiene a lo mejor. Y ayer, incomprensiblemente, parte de los jugadores llamados a liderar, estaban esperando su turno en la banda. De eso se dio cuenta demasiado tarde Ayestarán. Metió a Rémy por Momo en el descanso pero el daño ya estaba hecho. Entró la UD buscando con desesperación el gol, pero lo que encontró fue el tercero de los visitantes. En una contra facilitada por la defensa adelantada de los amarillos, Aspas convertiría su segundo tanto gracias a un pase de la muerte de Jozabed y echaba así tierra de por medio a todo el discurso de Ayestarán al intermedio. El encuentro se estaba convirtiendo en una tortura.

Los amarillos veían como encajaban otra goleada delante de su afición, la segunda en cuatro partidos tras la del Atlético. Y no encontraba respuesta a la puntería visitante. A cada intento de reacción era castigado sin piedad por un Celta para el que no existía mejor guion que el que se le estaba dibujando en la isla.

El árbitro, compasivo, iba a echar una mano a la causa. O eso pareció en el 51 con la roja directa a Rubén Blanco. Una expulsión que no era -el portero tocó primero el balón antes de impactar con Calleri- dejaba a los amarillos con superioridad numérica con casi toda la segunda parte por delante. Pero ni con esas la Unión Deportiva levantaría cabeza. Unzué no iba a permitir que se repitiera la historia de la campaña pasada -con el 0-3 y la expulsión, el guion estaba siendo el mismo-. Varios cambios defensivos y a acentuar el juego a la contra. Un plan que le iba a resultar a la perfección pese a estar con 10.

Llegaron el 0-4 y el 0-5, en el 71 y en el 76, para terminar de dar forma a la humillante noche que se viviría en el Gran Canaria. La consecuencia no pudo se otra que la de la desbandada generalizada por parte de la gente. La afición no tiene que aguantar esto y la mayoría no pudo ver el maquillaje final obra de Rémy y Vitolo. No se arrepentirán, porque la imagen, penosa, no cambió en nada.

Un 2-5 donde la UD puso todas las facilidades para que el rival diera una pequeña alegría a sus gentes, en depresión con los incendios que asolan a Galicia. El resultado obliga a la reflexión y a la reacción. Por la imagen y por la clasificación. En descenso y con tantas dudas, la situación empieza a ser límite.

Ficha técnica:

UD Las Palmas: Chichizola; Míchel Macedo (Lemos, min. 62), David García, Bigas, Borja Herrera (Vitolo, min. 62); Hernán Santana, Aquilani, Jonathan Viera; Tannane, Calleri y Momo (Rémy, min. 46).

RC Celta de Vigo: Rubén Blanco; Wass, Cabral, Sergi Gómez, Jonny; Pablo Hernández (Radoja, min. 80), Lobotka, Jozabed (Fontás, min. 64); Emre Mor (Sergio Álvarez, min. 55), Sisto y Aspas.

Goles: 0-1, min. 16: Emre Mor. 0-2, min. 20: Aspas. 0-3, min. 49: Aspas. 0-4, min. 71: Pablo Hernández. 0-5, min. 76: Aspas. 1-5, min. 90: Vitolo. 2-5, min. 90+3: Rémy.

Árbitro: David Medié Jiménez (Comité Catalán). Expulsó con tarjeta roja directa al portero visitante Rubén Blanco (min. 52) por derribar a Calleri. Además, mostró tarjeta amarilla a su compañero Jozabed (min. 27) y a los locales Bigas (min. 51) y Aquilani (min. 61).

Incidencias: Partido de la octava jornada de LaLiga Santander disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 15.799 espectadores. Ambos equipos saltaron al campo con camisetas de color negro en homenaje a las víctimas de los incendios en Galicia, Asturias y Portugal, con el lema «dolor y rabia». Los futbolistas lucieron brazaletes negros y se guardó un minuto de silencio, también por Pacuco Jorge, exfutbolista canario, y por la madre de Félix Noda, exconsejero del club local.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios