Ernesto García, un portero en Mali
Ernesto García conoce la soledad e incomprensión que sufren muchas veces los porteros. Lo vivió cuando era profesional en el Barcelona, Sabadell o Las Palmas, los clubes en los que militó. Por eso no dudó en viajar a Mali tras la llamada de ayuda del joven Diaby.
Alberto Artiles Castellano y /Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 17 de mayo 2017, 15:40
Responsable de porteros de la cadena de base de Las Palmas desde hace más de una década, Ernesto García es un referente en la formación de guardametas, elaborando su propia tesis y un modelo de trabajo único que siguen técnicos de todo el mundo. «La preparación física-técnica-táctica y la mental-emocional forman parte de un todo», asegura como el mantra de su método de trabajo. ‘El Día Después’ le hizo un reportaje este lunes.
Especializado en una metodología creativa formativa, de su rico aprendizaje y su inquietud profesional nació el proyecto Serportero.com, una iniciativa, una ventana digital en la que muestra su disciplina de forma práctica, que trasciende el aspecto deportivo y que ahora cobra especialmente valor tras conocer a Diaby.
Ernesto recibió hace unos siete meses un correo electrónico de joven técnico de Sabalibogou, una aldea de la capital de Mali, Bamako, que se había especializado en el entrenamiento de porteros. Desanimado por la falta de apoyo en un país subdesarrollado y la incomprensión social a su trabajo, Diaby estaba a punto de arrojar la toalla cuando vio en García un modelo a seguir, la inspiración que necesitaba para continuar su labor formando a los jóvenes de su tierra. Diaby, por Internet, y con herramientas rudimentarias, comenzó a imitar las técnicas que García había colgado en las redes sociales. Entonces el joven maliense grabó en un vídeo donde reproducía cada uno de los movimientos ideados por Ernesto.
«El material de trabajo lo hacía con piedras, latas y madera. Me impresionó cuando recibí su correo electrónico porque era una manera de poner en valor todo el trabajo que he realizado todos estos años. La formación que he recibido, asistiendo a conferencias y cursos por todo el mundo, me ha llevado a configurar una forma específica de entrenar y formar a porteros. Muchos técnicos de diferentes lugares del planeta se han puesto en contacto conmigo para informarse de mi metodología, pero la carta de Diaby, por su historia y condiciones, me conmovió especialmente. No hay nada casual en este encuentro entre ambos, nuestra pasión por la portería nos ha llevado a conocernos», dice emocionado y orgulloso García, que no dudó en recoger el órdago que le lanzó Diaby y se aventuró, con el apoyo de la Embajada española en Bamako, la Fundación Cajamar y hoteles Barceló a un viaje al corazón de África que le ha enriquecido como profesional y personalmente. «Fui a Mali a enseñar, pero he recibido mucho más de lo que he dado. Este viaje ha supuesto una experiencia vital, un gran ejemplo de superación que demuestra que siempre puedes superar las adversidades», dice.
Proyecto que crece. Las dificultades no frenaron a Ernesto en su empeño que cumplir con la promesa que le había hecho a Diaby. Después de muchas trabas burocráticas, un riguroso control sanitario, y con el apoyo de Barceló y Cajamar para sufragar un viaje muy caro al país africano, el técnico español se adentró en la aventura, acompañado por su amigo y preparador físico David Álamo, sin el miedo de viajar a un lugar minado por los conflictos bélicos y las necesidades de uno de los países más pobres del mundo.
«Claro que tienes miedo por la información que te llega antes del viaje y lo que ves allí al llegar, pero todo lo bueno que viví compensa lo negativo. Los malienses tienen necesidades y existe un grave problema de seguridad, pero no vi hambre en el país y su hospitalidad y generosidad compensa el temor que puedas tener por los conflictos», asevera García, cuya llegada al poblado de Diaby supuso todo un acontecimiento. «Muchas personas, incluso, nunca habían visto de primera mano a un blanco. Algunos niños me llamaban tuabú, blanco en su lengua, y salían corriendo por temor o timidez. Al llegar a la aldea de Sabalibogou más de 400 niños y jóvenes nos esperaban con impaciencia y nos dieron un gran recibimiento aplaudiéndonos. Lo que más me impresionó es su hospitalidad, la educación que tienen, el orden para hacer todo, la disciplina y el respeto hacia la jerarquía, sobre todo a los mayores. También su generosidad, lo muy poco que tienen te lo ofrecen y con eso son felices. Conocer a gente así invita a la reflexión y hace que te cambien las prioridades en tu vida diaria», reconoce desde su experiencia.
«El fútbol es religión en Mali, conocen a los equipos españoles. Con la iniciativa de Diaby hemos conseguido que los niños vuelvan a soñar con ser porteros», afirma García, que también pudo trabajar con el equipo profesional de la capital, el ASB Bamako. «Allí vi muchos campos de fútbol de tierra rojiza y porterías de maderas, con muchos niños jugando a más de 45 grados y en condiciones muy difíciles. Seguro que dentro de unos años saldrán de Mali grandes porteros». Esta experiencia anima a García a seguir trabajando con Diaby y, con más ayudas institucionales y privadas, internacionalizar aún más el proyecto Serportero.com.