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Siri Hustvedt, en diciembre de 2019, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. AFP
«A veces, la maternidad es una camisa de fuerza para la mujer»

«A veces, la maternidad es una camisa de fuerza para la mujer»

Siri Hustvedt publica una serie de ensayos en los que cuestiona conceptos monolíticos como la maternidad, el embarazo la familia y la raza

Martes, 12 de abril 2022, 23:12

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La crítica describe a Siri Hustvedt como la Virginia Woolf del siglo XXI. Su escritura disecciona el tiempo de hoy desde una perspectiva feminista. En su nuevo libro, traza semblanzas de personas que han marcado su vida, como su abuela paterna, Tillie, cuya existencia fue desdibujada por su marido, o de la literatura y el arte, como Jane Austen, Emily Brontë y Louise Bourgeois. Poeta, novelista y autora de ensayos, Siri Hustvedt (Minnesota, Estados Unidos, 1955) analiza en 'Madres, padres y demás. Apuntes sobre mi familia real y literaria' (Seix Barral) la maternidad, a veces una «camisa de fuerza para la mujer» a efectos sociales, la misoginia o las diferencias entre sexos. Revisa además conceptos que aparentan ser monolíticos, como el género y la raza.

Desde su casa de Brooklyn (Nueva York), donde atiende a la prensa española de forma telemática, denuncia que la gestación genera «furor y rabia» por el hecho de que confirma la dependencia del hombre con respecto al cuerpo de la mujer. «Mucha misoginia y crueldad para con las mujeres, sobre todo para con las madres, nace de ese sentimiento de dependencia alimentada por la idea de masculinidad», sentencia.

El libro surgió durante la pandemia. A Hustvedt, angustiada por la incertidumbre, le resultaba insoportable escribir ficción. Nueva York era por entonces una ciudad sitiada por el virus y la desesperación. Así las cosas, decidió recopilar sus ensayos, escritos algunos hace más de una década, y entregarlos al gran público, salvo los más estrictamente científicos, que aparecerán en otro volumen.

«El feminismo debe abrazar el género fluido. Nadie está legitimado para cuestionar lo que siente otra persona»

Niña hipersensible, se refugió temprano en la lectura y se sumergió en libros como 'Alicia en el país de las maravillas', después vinieron las novelas de Dickens y de adulta los pensamientos de Camus, Sartre, Kafka o Freud. Gran admiradora de la escultora Louise Bourgeois, es partidaria de dinamitar las categorías de lo masculino y lo femenino, entre otras cosas porque el primer término del binomio es un «concepto jerárquico» que viene dado de manera natural. El atributo de la virilidad a la larga resulta agotador para los hombres, pues hay que demostrarlo constantemente, según Hustvedt.

Reacciones hostiles

Para la escritora, la dignificación del papel de la mujer encuentra reacciones hostiles en los propios hombres, pero también en las religiones. «Los grupos cristianos evangélicos de EE UU están muy vinculados a los movimientos neofascistas», dice Hustvedt, quien ve con preocupación el deterioro de la democracia. «Estamos aferrándonos a un futuro que pende de un hilo. O se abrazan los valores plurales y demócratas o la democracia se tendrá que retirar».

El pasado 8 de marzo dos maneras de entender el feminismo caminaron separadas en España durante la manifestación del Día Internacional de la Mujer. Las discrepancias sobre la identidad de género y la abolición de la prostitución fueron los motivos oficiales de la división. ¿Es algo anecdótico o denota una verdadera fractura? Para Hustvedt, hay que hablar del movimiento en plural. Dicho esto, «el feminismo debe abrazar el género fluido. Nadie está legitimado para cuestionar lo que siente otra persona. Tampoco creo que conceptos como la pornografía o la prostitución, por ejemplo, sean tan uniformes como se quieren presentar. Hay quienes han escogido hacerlo. ¿Qué es una democracia plural? Pues significa que yo no estoy de acuerdo con algunas cosas y con otras personas, pero reconozco que tenemos una causa común».

Hustvedt desgrana algunos incidentes reveladores del machismo imperante en los ambientes culturales. Una vez un lector se le acercó en Copenhague y le interpeló sobre el teórico literario ruso Mijaíl Bajtín. El desconocido dio por sentado que su marido, Paul Auster, era el experto, y cuando ella le aclaró que su pareja había conocido al intelectual gracias a ella, salió corriendo. «Quedó tan decepcionado que huyó y desapareció. Me ha pasado muchas veces. Mi conocimiento y yo somos una bofetada en la cara de las jerarquías preestablecidas».

Le parece desolador el auge de los Gobiernos autoritarios en el mundo, una cuestión que obedece al miedo que concitan los progresos de la mujer. «La ultraderecha está furiosa, lo percibe como una humillación. A los hombres blancos les va estupendamente bien en todo el mundo, igual que siempre, pero el ascenso de la mujer da pie a la furia, a la rabia, que se está canalizando a través de movimientos políticos. Es una especie de ira moral».

Siri Hustvedt está convencida de que convendría abolir el mito del progreso. No es verdad, dice, que las cosas mejoren siempre. En este momento, se vive un retroceso ideológico, como lo demuestran los partidos reaccionarios que campan a sus anchas en Europa. «También tenemos el ejemplo de Ucrania, un ejemplo horripilante de lo que es una agresión», remacha.

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