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Rubén Darío encarnando a Benito Pérez Galdós durante el estreno de la obra el. JUAN CARLOS ALONSO
Rubén Darío, el desafío de convertirse en Galdós

Rubén Darío, el desafío de convertirse en Galdós

El actor interpreta al escritor en el montaje 'El último viaje de Galdós', que este sábado celebra su último pase en el teatro mayor de la capital

FRANCESC ZANETTI

Las Palmas de Gran Canaria.

Sábado, 10 de octubre 2020, 01:00

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El teldense Rubén Darío se enfrenta a una de las interpretaciones más comprometidas de su carrera: encarnar al icónico novelista canario Benito Pérez Galdós en el montaje escénico 'El último viaje de Galdós', que esta noche tiene el último pase en el teatro Pérez Galdós de la capital grancanaria. A las órdenes de Mario Vega, el actor, de 38 años, se transmuta en un vulnerable y anciano Galdós de 76 años, que consume sobre una vetusta silla de ruedas sus últimos días de existencia cicatrizando las heridas de las intensas relaciones sentimentales mantenidas con las mujeres que lo acompañaron.

Darío, que formó parte del elenco de la primera producción de Unahoramenos para el 'Laboratorio Galdós', 'Ana (también a nosotros nos llevará el olvido)', regresa a la tercera y última entrega de esta ambiciosa trilogía.

El actor, que ha participado en varios proyectos cinematográficos como 'Una hora menos', de Fran Spano, 'Mujeres con texto', de Pedro García, o en 'No Way to the paradise', de Ian Brooklin, asegura que se enfrenta al personaje desde el respeto más solemne. «Hemos construido un Galdós muy cercano, llano y humano, que nos descubre sus necesidades carnales en la recta final de su vida. Él mismo se reconoce un guiñapo, un carcamal, una porquería, un viejo que huele a orines. No he intentado ser Galdós, sino que me entregado a un texto muy bien escrito para trasmitir la verdad que revela toda su cosmogonía». Darío se ha acercado a infinidad de materiales sobre el autor de los 'Episodios Nacionales' para entender mejor su imaginario y su personalidad, que sigue siendo aún una incógnita, desde la reciente biografía escrita por la reputada galdosista Yolanda Arencibia a los epistolarios cursados entre el novelista canario y la escritora Emilia Pardo Bazán o la actriz Concha Morell, pasando por notas y crónicas de la época que evidencian su dimensión como autor de referencia en España y Europa. «Conozco hasta los nombres de los perros que tuvo y he tocado sus monóculos y gafas originales, sus bastones y muchos de los objetos personales que se custodian en su casa-museo, quizás con la esperanza de percibir el influjo poderoso de su nobleza».

El actor no se baja en ningún momento de su silla de ruedas de madera y no es hasta casi pasados los 45 minutos que no entra en acción, aunque su presencia es omnipresente a lo largo de toda la función porque su enjuta figura siempre ocupa un lugar preminente sobre el escenario. «Me ha costado mucho porque soy un actor muy energético y esta interpretación me exige limitar muchos los movimientos y los ritmos de respiración al impostar los textos», añade.

«Me ha costado liberarme de su grandiosidad humana y creativa, de ese universo que te aventura que jamás llegarás a ser conocido de esa persona. Ahora me resulta cotidianamente humano y vecino, y me imagino hablando con él horas y horas sobre los acontecimientos de su peripecia humana», sostiene el actor. «Este Galdós me ha proporcionado muchas claves positivas y me ha hecho reflexionar sobre cómo nos vamos despidiendo desconsoladamente de las personas que nos rodean y sobre la imagen que los demás conservan de nosotros».

'El último viaje de Galdós' cuenta con una 'actriz' singular, la perra Luna del propio Rubén Darío que interviene en la escena final de la producción. «Hacía falta un perro y no dudé en ofrecer a Luna, que es muy dócil y recogimos con dos meses en un albergue hace varios años».

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