Dos profesores y un buen chisme
Antonio Becerra e Israel Campos presentan mañana el libro 'El chismógrafo', sobre las crónicas de la época de la Ilustración en Canarias
GABRIELA VICENT
Las Palmas de gran Canaria
Martes, 3 de mayo 2022, 02:00
La Ilustración fue una época luminosa, de raciocinio y progreso, y por eso también se la conoce como el Siglo de las Luces.
Antonio Becerra Bolaños e Israel Campos Méndez, recopilan, a través de los pliegues de la crónica oficial, chismes sustanciosos sobre los personajes e instituciones más relevantes de la época ilustrada en las islas, sus influencias y relaciones con la península, el resto de Europa e incluso América.
En 'El chismógrafo' (La Tramoyista Editorial, 2022) se reúne una buena base de investigación académica, aderezada con grandes dosis de humor. Son las bambalinas de la historia. La cita para la presentación de este experimento literario tendrá lugar este miércoles, a las 19.30 horas, en la Casa de Colón.
Los juegos galantes, las pelucas y el talco, mucho talco, acompañarán al lector en este viaje por aquel siglo luminoso, pero polarizado: las luchas por la abolición de la Inquisición, las polémicas entre intelectuales, las disputas en torno a la catedral, las peleas por la universidad... Gordillo y Key, Hermosilla y Eduardo, Clavijo y Fajardo, Goethe y Beaumarchais. Se encuentran en sus páginas marqueses dando mal ejemplo y poetisas polemizando en décimas; canarios en la Corte y Bencomo confesando al rey. Fue el siglo XVIII (y principios del XIX) una época de tensiones que dejó ríos de tinta, un río revuelto del que dos pescadores sagaces, como Antonio Becerra e Israel Campos, han sabido extraer con humor, pero también muchas horas de investigación académica, una auténtica 'crónica del chisme'.
Detrás de las historias
Como explica Campos, «conocer los secretos de los demás o lo que hay detrás de las historias que nos llegan creo que está en la naturaleza de las personas. A fin de cuentas, la historia surge del deseo de conocer qué pasó con nuestros antepasados».
'El chismógrafo' nos transporta a los chascarrillos de la vida en Canarias durante el periodo de la Ilustración. Según Becerra, se trataba de «una sociedad pequeña con problemas de analfabetismo, muy religiosa y dada a la murmuración, con élites por lo general cultas». Campos añade que hablamos de «una sociedad mucho menos numerosa, donde, a pesar de las diferencias sociales, es muy posible que casi todos se conocieran o al menos, se supiera quién era quién».
«En la sociedad canaria, tendríamos en la cúspide social a la aristocracia, tanto la insular, que no viene solo de la época de la conquista, como la aristocracia que viene a ocupar cargos políticos. Ahí habría que poner también al clero, regular y secular, y a una burguesía comercial que también tiene un peso importante en las islas. En la base estaría el resto de la población, básicamente campesina y pesquera, con dificultades económicas y dependiente de las decisiones de los de siempre», señala, a lo que Becerra subraya «el hecho de que el concepto de orden es fundamental, lo que supone mantenerla a pesar de los pesares, (a pesar, por ejemplo, de figuras como el estrafalario Marqués de Branciforte). Por ello, los ilustrados, siendo más inteligentes y teniendo más dotes para el gobierno, se ven en muchas ocasiones relegados a un segundo plano».
La Iglesia
Sobre el papel de la Iglesia ambos profesores puntualizan que «tanto la ciudad de Las Palmas como La Laguna eran prácticamente ciudades conventuales. Abrazar la religión en muchas ocasiones era una forma de encontrar un futuro, por lo que, al final, la devoción no era real. Los celos o el afán de controlar dineros, voluntades o cuerpos están detrás de muchas historias que se cuecen en estas islas y en este tiempo», advierte Becerra.
«Las pugnas dentro de la Iglesia están a la orden del día. Tanto entre las órdenes religiosas que compiten por hacerse con un mercado religioso y de recursos económicos tan limitados como las que se daban en el ámbito insular. Luego está la pugna con el Cabildo Catedralicio, que tiene sus propios intereses y que es muy celoso de su autonomía respecto al obispo y respecto a la Inquisición. La Iglesia distaba mucho de funcionar como una entidad unitaria», añade Campos.
Ambos profesores han indagado en las fuentes históricas creando un discurso que sirve para dar sentido a distintos aspectos que definen una sociedad atlántica. «La información está disponible en las fuentes y la gran mayoría de los episodios que hemos tratado en el libro ya han sido descritos por historiadores. Nosotros hemos querido sacarlos del corsé del tono académico para, sin renunciar al rigor de los hechos, presentarlos desde una óptica más abierta, atendiendo a lo que pasaba alrededor del acontecimiento», explican.
La Universidad y el pleito insular
«La pugna por la Universidad está también casi en el origen del propio pleito insular. En un momento en el que La Laguna tiene que luchar por mantener su lugar principal en Tenerife, frente a la competencia de Santa Cruz y la ciudad de Las Palmas se está recuperando de un largo tiempo en la sombra, la universidad será un tema que servirá para focalizar esta pugna. En la práctica, estoy seguro de que todos eran conscientes de que la universidad era inviable económicamente, pero nadie quería renunciar a ella para que se la llevase el otro», sostiene Campos.
«Al final se trataba de quién tenía el poder y el poder se demostraba con una universidad, ya que en Las Palmas de Gran Canaria estaba el Seminario Conciliar que garantizaba, en los momentos de mayor presencia del profesorado ilustrado, la amplitud de miras y conocimientos de una universidad», concluye Antonio Becerra.