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Una visitante observa una de las pinturas de la muestra 'Los frescos de la capilla Herrera'. RICARDO RUBIO / EP
El Prado recrea la capilla pintada con frescos por Carracci

El Prado recrea la capilla pintada con frescos por Carracci

El museo exhibe por primera vez en casi dos siglos 16 murales que adornaban el oratorio de la iglesia de Santiago de los Españoles

Viernes, 4 de marzo 2022, 17:18

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Por primera desde 1833 se exponen en el Museo del Prado las 16 pinturas murales que se conservan de la capilla de la familia Juan Enríquez de Herrera, pintada por Annibale Carracci y sus ayudantes. Las pinturas ilustraban los muros de la iglesia de Santiago de los Españoles, situada la plaza Navona de Roma.

El conjunto es de excepcional relevancia por cuanto supone la puesta de largo de los siete frescos recién restaurados que custodia El Prado. Pero además es doblemente valioso porque los técnicos se han esmerado en recrear un montaje que permite al visitante recorrer las diferentes alturas de la capilla e imaginar su decoración. En vez de alzar la mirada y observar el trazado ascendente de los murales, el observador, por obra y gracia del diseño del espacio expositivo, puede solazar la mirada en la contemplación de pinturas colocadas en un plano horizontal.

La espléndida capilla, que ahora se encuentra completamente destruida, fue edificada entre 1602 y 1606. Su decoración fue encargada por el banquero palentino Juan Enríquez de Herrera al italiano Annibale Carracci (Bolonia, 1560-Roma, 1609) en honor a san Diego de Alcalá, franciscano andaluz fallecido en 1463, al que Herrera encomendó la sanación de su hijo enfermo. Carracci se adscribía a la técnica naturalista y pronto apostó por la ruptura con la tradición manierista. Su ascendencia en su tiempo fue colosal y, tras un cierto olvido, hoy se le reconoce como uno de los creadores del arte moderno, en un plano casi de igualdad con Caravaggio. Los dos eran muy distintos, pero abominaban de los excesos del manierismo.

En uno de los laterales de la plaza Navona, en pleno corazón de la Ciudad Eterna, se atisba lo queda de la iglesia de Santiago de los Españoles, entonces perteneciente a la Corona de Castilla. El templo albergaba en el siglo XVII 19 prodigiosos murales que adornaban la capilla mandada erigir por el banquero palentino. Con el tiempo la iglesia quedó sumida en la decadencia, pero se logró recuperar el tesoro. La obra fue uno de los últimos grandes proyectos de Carracci, eximio reformador de la pintura barroca. A mediados del siglo XVII fueron arrancados los frescos con gran esfuerzo: se logró su pervivencia, pero a costa de su dispersión.

Siete fragmentos desembarcaron en el Prado y nueve llegaron a Barcelona, donde acabaron siendo alojados en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Los tres restantes se trasladaron a la iglesia romana de Santa María de Montserrat, dependiente de la Corona de Aragón, pero se les perdió la pista.

Supervivencia

Con todo, sí que ha sobrevivido a los estragos del tiempo el cuadro de altar 'San Diego de Alcalá intercede por Diego Enríquez de Herrera' (óleo sobre tabla), presente en la exposición. Esa obra se encuentra hoy en la iglesia de Santa María de Montserrat de Roma, el otro templo romano vinculado a la monarquía española y que en su día perteneció a la Corona de Aragón.

Los murales fueron desgajados de las paredes con gran habilidad por Pellegrino Succi, pero aun así sufrieron lo suyo. «Son piezas muy delicadas. De la que ya no hay noticia probablemente nunca las recuperamos», dice Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación del Museo del Prado.

Esa diseminación de la obra de Carracci «configura un agujero negro en su biografía». Las fotografías de los murales no hacían justicia a su estado real. Por mucho tiempo se creyó que se hallaban en situación ruinosa y eran irrecuperables. Sin embargo, la minuciosa y cuidada restauración del Prado, llevada a cabo por Ignacio Fernández a lo largo de tres años, demuestran lo falaz de la leyenda.

Además de las pinturas al fresco, se exhiben una docena de sus dibujos preparatorios, estampas que reproducen los fragmentos perdidos y libros de exequias de los Reyes de España donde se aprecia el interior de la iglesia. Es el caso de uno publicado en 1725 con motivo de la muerte de Luis I.

Gracias a un óleo de Gaspar van Wittel, prestado por el Museo Thyssen, se puede observar el aspecto de la plaza Navona en 1699. Al término de la muestra cuelga 'San Diego de Alcalá y el milagro de las rosas', de Zurbarán. Hasta los años 70, estas pinturas murales se exponían en lugares marginales del museo, que mantendrá abierta la exposición hasta 12 de junio

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