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«Nora da un portazo por supervivencia»

«Nora da un portazo por supervivencia»

Nora vuelve a tocar en la misma puerta que cerró hace 15 años. Lo hace en la piel de la actriz Aitana Sánchez Gijón (Roma, 1968), gracias al montaje La vuelta de Nora (Casa de muñecas 2), de Lucas Hnath, que se podrá ver en el teatro Cuyás de la capital grancanaria los días 22 y 23 de marzo, a partir de las 20.30 horas.

Viernes, 17 de julio 2020, 04:40

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«Ha cambiado radicalmente. Se trata de una mujer completamente diferente a la que vivía en esa casa. Ella es consecuente con lo que ha hecho. Sabe que no puede seguir avanzando, que hay un tope que no le permite ni ser libre ni independiente, porque está atada a unas convenciones. Se trata de unas normas muy rígidas y decide regresar a esa casa para conseguir el divorcio, que sólo se lo puede conceder su marido, Torvald. Durante este regreso se encuentra las heridas de todos, las suyas, las del hombre, la de la hija que dejó, la de la mujer que la ha criado...», apunta por teléfono desde Madrid Aitana Sánchez Gijón.

Reconoce que Nora «no es una santa». «Es una mujer que dio un portazo por supervivencia, para huir de una losa heredada que era un rol adquirido y no cuestionado. Deja atrás mucho dolor, ella lo causa y lo arrastra, pero sabe que lo que debe primar es su libertad y ella vivía como un ser alienado», explica la actriz.

El dramaturgo Lucas Hnath lleva a cabo una secuela del clásico Casa de muñecas «con un lenguaje coloquial, del aquí y ahora», señala Sánchez Gijón.

«No se trata de otra obra del siglo XIX. El público verá a unos personajes que están vestidos como el siglo XIX y a otros que no. El autor da unas pautas a seguir en unas notas iniciales. Son breves y habla de mucha libertad, con un vestuario que puede ser de época o no serlo. El lenguaje que propone te coloca en el siglo XXI. Los quince años que han pasado desde que Nora cerró la puerta hasta que vuelve a tocarla son los 150 años que han pasado desde que Ibsen escribió Casa de muñecas. Simbolizan las conquistas y las transformaciones sociales conseguidas por las mujeres. Pero no son suficientes», subraya la intérprete.

Desde su punto de vista, en «los países occidentales o denominados como ricos se ha alcanzado una igualdad teórica y real, pero no es suficiente». «Por eso seguimos batallando. Este texto habla de lo que pasa ahora. Es un lugar para comunicarlo. Actualmente existe mucho descoloque entre muchos hombres, están desconcertados. El texto de Lucas Hnath profundiza en esos temas», desvela.

Aitana Sánchez Gijón defiende que generar «debate» es muy «sano». «Si todos estuviéramos dispuestos a movernos de la silla, esta nueva ola de feminismo sería mejor entendida. Es un sinsentido que se sietan agredidos. Es necesario que los hombres también se liberen, el rol que han jugado tampoco es fácil. El hecho de apelar a una igualdad real implica una pérdida de privilegios. Muchos se resisten, como gatos panza arriba. Unos tienen que subir y otros que bajar y lo ideal es encontrarse en medio del camino. Es triste ver la reacción furibunda y cavernícola de algunos», denuncia la actriz en una clara referencia al clima político actual.

Descubrió Casa de muñecas hace «10 o 15 años, con un montaje en el Teatro Español de Madrid que me fascinó», donde, rememora, todos los personajes masculinos «eran de pequeña estatura» [alude a un montaje de la compañía neoyorquina Mabou Mines].

Reconoce que Nora le ha obligado a realizar «un enorme esfuerzo emocional». «El proceso ha sido bestial. Vengo de hacer dos tragedias, Medea y Troyanas. Venía con una intensidad de un voltaje insoportable. Pensaba que esto sería más suave, más dialéctico y de discusión. Pero Andrés Lima no juega esa liga, te revuelve, te conecta con una temperatura emocional muy alta y eso hace que la función coja una gran dimensión», apunta en referencia al director madrileño y a un reparto que completan Enrique Enríquez (Torvald), Elena Rivera (Emmy) y Mara Isabel Díaz (Anne Marie).

Tras este montaje, Sánchez Gijón vuelve a tirarse «a la piscina», confiesa entre risas. «Llevo un año de encuentros y de laboratorio con Chevy Muraday, tras hacerle la pregunta indecente de si era capaz de hacerme bailar. Lo estrenaremos el año que viene en el Español y la gira arrancará en Valladolid. Se titula Juana y se inspira en las grandes mujeres de la historia con ese nombre, que se salieron del molde, y tuvieron vidas apasionadas y terribles».

En la gran pantalla, la ganadora de la Concha de Plata a la mejor actriz en 1999, por Volavérunt, se prodiga poco, reconoce, porque no le llaman para hacerlo. «No me llegan proyectos, mientras que en el teatro, sí. Además, veo que puedo hacer lo que quiero, que llevo las riendas y que los personajes son de una riqueza sin igual. Me mueve la adrenalina y el riesgo del teatro, es mi medio natural», dice una actriz que confiesa sentirse más atraída por la ficción televisiva actual, como la serie Velvet, en la que participa.

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