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El cine invisibiliza a las mujeres

El cine invisibiliza a las mujeres

Un estudio de AISGE pone de relieve la discriminación.

Jueves, 1 de enero 1970

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Entre 2014 y 2016 en España se rodaron casi 400 películas. Durante ese mismo periodo, además, se pudieron ver más de 16.000 episodios de series de televisión. Ahora piense en cinco títulos -para cualquier tipo de plataforma, la gran pantalla o la caja tonta- cuyas protagonistas sean mujeres. Puede que piense en Julieta, de Almodóvar, o en Vis a Vis. Tenemos dos. Abramos el arco a los papeles principales, sin ser protagonistas. ¿Recuerda alguno? Si responde que sí, esa película o serie es la excepción.

Pero ahondando más. ¿Qué edad tienen las protagonistas?

Hace cinco años la actriz Verónica Forqué aseguraba en una entrevista con CANARIAS7 que «el cine se olvida de las mujeres de 50 años». Según ella, la industria cinematográfica española no ofrece «buenos personajes» femeninos a partir de esa edad, y pensaba que no solo ocurría en España: «Es en todas partes. En el mundo eso es así, y en el cine y en el teatro también sucede». El resultado final, se quejaba la actriz, es que «las mujeres de 50 son invisibles».

Su intuición estaba fundamentada en su experiencia. Pero la realidad es aún peor. La edad de corte para esas «invisibilidad» no son los 50 años, sino los 35. Y, efectivamente, no hay grandes personajes femeninos. Solo el 38% de los personajes del cine español son mujeres.

Así lo revela un estudio que acaba de presentar AISGE, la entidad que gestiona los derechos de propiedad intelectual de actores y actrices, y que ha analizado los más de 300.000 personajes en producciones españolas que desfilaron por las pantallas de cine o de televisión en el último trienio.

Para las actrices, cumplir años es un castigo que comienza a los 35. A partir de ahí las oportunidades de ser protagonista de una historia van cayendo en picado, pero también descienden las posibilidades de trabajar como secundaria en un rodaje.

Además, se observa una tendencia perversa. Si una historia necesita un personaje femenino de mayor edad, no llaman para este papel a una mujer que cumpla con dicho requisito sino que dicho papel lo protagoniza, también una mujer más joven.

Se da así la impresión de que las mujeres dejan de envejecer a los 35 años, porque en la ficción no hay diferencia física entre una madre de 34 y una de 45. El tiempo, en el cine, no hace mella en la piel o en los rasgos de las mujeres, que se mantienen bellas y deseables hasta que, por arte de magia, comienzan a parecer en los papeles de abuelas o de «cuidadoras». Esto, además, tiene graves consecuencias en su futuro. Las actrices padecen más dificultades económicas en la vejez dado que su trabajo ha sido más esporádico. A la brecha de género se añade así una brecha económica casi imposible de superar.

El desequilibrio entre hombres y mujeres en las pantallas de cine y las series televisivas españolas no es figurado, sino inapelable en términos numéricos y estadísticos». Con esta frase comienza el resumen del Estudio sobre la presencia de la mujeres en las producciones españolas de ficción (2014-2016) que ha realizado el departamento de Socios de la AISGE.

Francisco Giménez es el director de esta área de la entidad, y explica que se trata de un estudio en dos fases. «La primera ha sido esta. Tenía que ser cuantitativa porque queríamos poner encima de la mesa la realidad del sector. Hemos analizado una muestra muy amplia, más de 300.000 personajes y prácticamente 17.000 obras. Con un estudio tan grande el análisis se ha centrado en varios elementos, como la relevancia numérica y el tema de la edad. Desafortunadamente -añadió Giménez-, se confirmaron las sospechas». Las producciones audiovisuales discriminan a las mujeres.

AISGE ha dejado «para una segunda fase el análisis de los roles y de los tipos de personajes no solo del ámbito de la ficción. Ampliaremos el estudio a otros formatos», dijo.

La AISGE se ha valido de todos los datos que recopila para poder gestionar los derechos de propiedad intelectual de actores y actrices para realizar este informe. «Las cifras arrojan una visión dramática. Solo el 38% de los personajes del cine español son mujeres. Si, además, tenemos en cuenta la edad, por cada actriz de más de 45 años en un papel hay cinco actores de la misma edad», explica.

«Una de las cosas que más nos llamó la atención es que en todas las comparativas las mujeres están en segundo plano. Es verdad que hay excepciones, pero hablamos del resultado general de todo lo emitido. Hay directores hombres que están muy localizados en el universo femenino, como Almodóvar o Medem, pero, insisto, son las excepciones».

Una sorpresa agradable fue comprobar cómo en la televisión la igualdad alcanza casi el equilibrio. De hecho, la presencia de mujeres aumenta hasta un 45%. Sin embargo, explicó Giménez, «recibimos un jarro de agua fría» al analizar los datos más de cerca. «El número de papeles femeninos está relacionado con su franja de edad. Cuánto más jóvenes, más papeles, por debajo de los 35 años hay mayoría de mujeres con respecto a los actores de su misma edad. Eso está ligado a los arquetipos de juventud y la apariencia física», reconoce el director de Socios de AISGE.

Giménez aclara que el estudio ha tomado los datos de «edades reales» para compararlos con la edad que reflejan los papeles y el resultado es que «muchas veces las actrices jóvenes son hacen papeles de mujeres de edad superior. Eso hace que la imagen que se proyecta de las mujeres no es la imagen de una mujer real. Cuando vamos al último rango, a las actrices de más de 64 años, también hay más actrices que actores porque el rol de abuela está muy presente en las comedias familiares».

En conclusión, apunta Giménez, «en el cine la mujer a partir de los 45 años esta invisibilizada».

Giménez explicó que tras en el estudio también se puso un foco acotado a las películas españolas dirigidas o codirigidas por mujeres. En este análisis específico, dijo, «llama la atención el resultado porque cuando dirigen o codirigen mujeres el elenco es casi igualitario. La misma conclusión se alcanza cuando hay mujeres detrás de las cámaras en producción o encargándose del guion. El elenco es más equitativo».

A juicio de Giménez, todo ello es el resultado de «una inercia en la producción» pues, en realidad «el modelo de protagonistas masculinos no responde a un estudio de mercado. Es inercia. Se replican formatos anteriores que han tenido éxito. Eso es algo que pasa mucho en España. Cuando un formato funciona se repite una y otra vez. Por eso series como Velvet o Vis a vis que ha tenido muy buen resultado en el mercado televisivo pueden ser la génesis de un nuevo modelo. Esta series han roto ese argumento. No era objetivo que la gente quisiera consumir series donde los papeles protagónicos fueran masculinos. Wonder woman también ha roto ese predominio del género masculino. Es una historia de superhéroes protagonizada por una mujer y ha tenido éxito».

Giménez hizo referencia a un estudio del Geena Davis Institute on Gender in Media, de Estados Unidos porque, precisamente, en Norteamérica se abordan géneros en los que naturalmente hay más papeles para hombres que para mujeres, como es el caso de los western o el cine bélico. Por eso, dijo, «la brecha de género es algo más alta que aquí». Sin embargo, matizó, «en nuestro cine no tenemos eso, así que la diferencia no debería ser tan grande. En España abordamos géneros como la comedia, el drama o el cine de autor y si nuestros géneros se mueven en la realidad social -tampoco hacemos mucho cine histórico, recordó-, no se comprende muy bien por qué ocurre esto» pues, como recordó Giménez, en la pirámide poblacional española hay más mujeres que hombres.

Es más, abundó, «analizando las comedias en todas las categorías -protagonistas, principales o secundarios-, las mujeres están por debajo. Llama la atención que incluso en películas como 8 apellidos vascos, que parece muy equitativa entre los protagonistas y coprotagonistas, en los totales sale a favor de los hombres. Esto viene explicado porque los roles de reparto, donde como reflejo social las mujeres deberían ser mayoría, no se las representa. Policías, médicos,... La inmensa mayoría son hombres. Hay recepcionistas y enfermeras, pero la mayoría de los oficios los desempeñan hombres».

El problema que genera esto, afirma Giménez, no solo afecta al ámbito laboral. Las mujeres padecen más paro y en el futuro tendrán un pensión menor y, además, se proyecta una imagen irreal. «La gente no ve reflejada a las mujeres en nuestro cine, y la identidad de las mujeres jóvenes se puede ver comprometida si no alcanzan el prototipo de belleza que se impone. Se han dado películas en las que esto se está corrigiendo, pero en muchas lo que ves es, por ejemplo, un típico matrimonio en el que el marido, 20 años después, es el mismo actor con 60 años, pero la actriz que hace el rol de la esposa cambia porque ese rol lo hará una mujer 20 años menor que él para que siga teniendo a una mujer joven al lado», sentencia Giménez.

Fue la Unión de Actores, en concreto la Secretaría de Igualdad, la que pidió a AISGE un informe sobre la presencia de mujeres en el sector audiovisual español.

La actriz Berta Ojea, responsable de Igualdad de la Unión de Actores, se cuestionó sobre «qué mundo» se está contando en el audiovisual español. «Las mujeres son los sujetos de deseo, no hay mujeres protagonistas en nuestro cine o en nuestras series que desarrollen una historia personal profesional, siempre hay una historia de amor detrás. Desde el momento en que esas mujeres ya no es deseable o no hay una mirada tan sexualizada comienza a desaparecer hasta que regresan en roles de cuidadoras, como madres o como abuelas», dijo la actriz.

También a través de este estudio, continuó la secretaria de Igualdad de la Unión de Actores, «lo que vemos es cómo las mujeres más hermosas sufren mucho más esta brecha porque cuando esa belleza deja de ser fresca son sustituidas. Los hombres pueden continuar con su carrera desde niños hasta el final de sus días, pero la industria retira a las mujeres». Es más, continúa Ojea, «hay casos de series históricas donde aparece una mujer muy rubia y muy joven y tiene una hija que más o menos está en su mismo rango de edad. Envejecemos a la joven en lugar de contar con una actriz que tenga la edad de ser madre de una joven», lamenta.

Ojea afirmó que se ven, incluso, «muchos guiones donde aparece una mujer de 50 años y lo borran para sustituirla por una de 30». Con estas prácticas, añade la actriz, «rompemos el criterio de realidad. Es difícil que las más jóvenes se enamoren de Tom Cruise (1962), pero en los guiones no aparece con una mujer de su edad, sino siempre con alguien mucho más joven, cuando parecería inverosímil un guion con una mujer mayor y una pareja mucho más joven que ella».

Ojea también lamenta que incluso en los pequeños papeles se refleje una mayoría masculina. «Siempre son chicos, no hay juezas, abogadas, médicos...». Al final, coincidió con Giménez, todo ello va a repercutir en el futuro económico de las actrices «en algo tan claro como que las actrices van a tener pensiones inferiores porque desarrollan un trabajo inferior».

Este estudio, señaló Ojea, nos brinda «un instrumento para empezar a trabajar lo que hemos denunciado desde la asociación, aunque hasta ahora no teníamos datos tan contundentes».

Para Ojea, en el sector audiovisual faltan mujeres en todos los ámbitos y la consecuencia es que se cuenta un mundo marcado por los clichés «de los años 40». De hecho, dijo, «un dato que me impresionó es que el sector cultural es el sector que menos trabajo femenino emplea. Es vergonzante porque tenemos una responsabilidad. No es solo una reivindicación laboral, que lo es, sino que la cultura tiene una responsabilidad social, la cultura crea imaginarios y hay que preguntarse qué mundo les estamos contando a las adolescentes y es que solo sirven cuando son deseables».

Algunos, sin embargo, cuando se habla de números en porcentajes de presencia femenina y masculina apelan a la «calidad y la excelencia». Para Ojea esto es una «mirada sesgada». Es más, asegura, «la realidad es que [a las mujeres] nos han robado permanecer en la historia intelectual, artística y científica». Un ejemplo, Ojea acaba de asistir a un congreso en Vigo que se ha dedicado a Alice Guy (1873-1968). «Fue la primera persona que hizo una película narrada. Fue la fundadora del cine y de los efectos especiales, pero ella desapareció de la historia hasta finales del siglo XX porque las mujeres la recuperaron, pero sigue sin estudiarse en las escuelas de cine».

Sobre el cumplimiento de la Ley de Igualdad, Ojea asegura que se cumple «en unos mínimos muy mínimos» y que en realidad, muchas veces lo que ocurre es que las mujeres llenan «los equipos tradicionales como peluquería, vestuario, maquillaje». Por contra, no están «en los órganos de decisión, en la producción, en el guion, en la dirección», lamenta la actriz.

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