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«Soy muy pasional cantando»

«Soy muy pasional cantando»

Jueves, 1 de enero 1970

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— ¿Cómo es la Berta a la que usted da vida dentro de , en el teatro Pérez Galdós?

— Es curioso. Normalmente se la representa como a una vieja solterona y desgreñada. El maestro de escena, Giulio Ciabatti, ha apostado por una Berta más joven y más cercana a la pereza y a la dejadez que a los dolores corporales propios de la edad. Es una propuesta interesante, porque ya he estrenado este rol y esta nueva visión es un reto.

— ¿Desde un punto de vista vocal cómo lo define?

— Berta está tan bien escrita que para la voz resulta ingrata, porque tiene que sonar fea, como una vieja. Es difícil abarcarla vocalmente y que eso resulte grato. La otra parte es que escénicamente es muy divertida para interpretarla. Es, quizás, el rol que menos canta, pero su presencia escénica es enorme.

— ¿Le gustan los roles con tanto contenido escénico?

— No. Disfruto mucho de la vocalidad cómoda, porque resulta como una pomada para las cuerdas vocales. Pero sí que es cierto que, como me gusta mucho la interpretación, me también atraen estos roles. Es el primero cómico al que doy vida y es cierto que la comedia es más difícil que el drama. Soy más de drama, me sale solo. Hacer reír es muy complicado.

— Quizás ese contenido cómico y bufo sea uno de los secretos del éxito de

— Absolutamente. Te engancha y te pone de buen humor. Hablaba con una especialista en Rossini hace unos días y le decía que durante los ensayos se ha generado un muy buen rollo. Me respondió que se debe a Rossini, porque te pone de buen humor.

— ¿Cómo llegó usted a Berta?

— Ulises Jaén, director artístico de ACO, fue quien me lo propuso. Yo encantada, porque es icónico dentro de mi repertorio. Berta me encontró a mí, más que yo a ella.

— ¿Tiene muchos nervios ante lo que va a suponer su estreno dentro de la temporada que organiza Amigos Canarios de la Ópera (ACO)?

— Existe un punto de presión autoimpuesta importante, porque soy muy exigente con todo lo que hago. La presión añadida está totalmente velada por la ilusión que me hace este estreno. Hace años que no canto en mi ciudad profesionalmente y me ilusiona

— ¿Le ha sorprendido ACO al descubrirlo por dentro?

— Estoy muy a gusto. Lo digo de verdad. Me siento muy bien tratada. Se trabaja con mucho respeto. Eso sí, al vivir aquí no hago tanta vida con el equipo de fuera.

— ¿Qué tal lo de cantar junto a Massimo Cavalletti, un barítono que está en lo más alto?

— Llegó ayer [la entrevista se realizó el martes de la pasada semana] y a pesar del jet lag, porque venía directo del Metropolitan de Nueva York, hizo un ensayo estupendo. Hay que aprender mucho de artistas de este nivel.

— ¿En qué momento está su carrera?

— Soy soprano y eso implica mucha pelea, porque hay una enorme competencia. Hay gente que canta muy bien y otras que no son tan perfectas pero sí que cantan mucho, lo que me genera esperanzas [risas]. Tengo que decir que estoy muy agradecida por esta oportunidad. También tengo un proyecto para el verano que aún no puedo desvelar. También iré de gira por Corea y Japón con música coreana y zarzuela. En otoño casi seguro que estoy cantando de vuelta en Las Palmas de Gran Canaria. Poco a poco voy entrando en el círculo profesional.

— ¿Cuál cree usted que es su principal potencial como soprano y que la distingue del resto?

— Quizás... las dos cosas que suelen repetir sobre mi voz son: el timbre, que es muy personal; y el drama. Por suerte, tengo la capacidad de entrar a fondo en el corazón del personaje. Eso es algo que valoro mucho.

— Eso se logra también estudiando a fondo al personaje, ¿no?

— Sin duda. Pero no puedes dejarte llevar por la emoción cuando cantas. No me tengo que emocionar yo, eso lo hago antes, cuando lo preparo. Lo que tengo que conseguir es que el que se emocione sea el espectador. Para mí, lo difícil es ser fría, porque parto de una forma de cantar muy pasional.

— Para eso hace falta técnica y experiencia.

— Sí. Necesitas medirte al público. Así logras dominar mejor el personaje.

— ¿Tiene claro qué roles cantar y cuándo?

— Eso es fundamental. Estudié con gente con mucha experiencia, como Alfredo y Paco Kraus, Cristina Gallardo Domâs, Nancy Fabiola Herrera... Me enseñaron también a decir que no. Eso tiene una parte buena y otra mala. La buena es que hasta que no estás preparado no asumes el reto. La mala es que si eres muy perfeccionista, nunca te ves suficientemente preparada. Hay roles, como la Violetta de Traviata, cuya dificultad reside en entender el personaje y eso requiere tiempo y experiencia. Aún estoy en la fase de darme a conocer.

— ¿Cómo fue la experiencia en el concurso de canto Alfredo Kraus?

— No soy competitiva. Me gusta el canto y la música per se. Fue casi un deber. Lo había visto hace tantos años que me dije que tenía que participar. No esperaba llegar a la final. Eso ya fue un regalo. Supuso todo un aprendizaje, sobre todo por volver aquí después de tanto tiempo. Me reconecté con la profesión gracias a este concurso.

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