Borrar
«La carrera no se construye con la voz, sino con la cabeza»

«La carrera no se construye con la voz, sino con la cabeza»

La mezzosoprano letona Elina Garança (Riga, 1976), que habla un castellano perfecto, se estrena mañana, a las 20.00 horas, en el Auditorio Alfredo Kraus, dentro de la temporada de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), en un concierto en el que aborda canciones y romanzas de Grieg, De Curtis, Mato y Chapí. También será la cantaora de ‘El sombrero de tres picos’, de Manuel de Falla.

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

— Me responde al teléfono en un descanso de los ensayos para su concierto con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC). ¿Su ritmo de vida profesional siempre es tan frenético como parece desde fuera?

— Sí. Hace quince minutos estaba sentada, tras el ensayo, y me decía a mí misma: «Algo debo de estar haciendo mal, porque me gustaría estar en casa, tumbada y jugando con las niñas». Pero la verdad es que siempre estoy con los viajes, los ensayos y los conciertos. No sé... será que cada vez soy más vieja [risas]. Pero sí que es cierto que tengo ganas de que llegue el día destinado para el descanso.

— ¿Cómo se sobrevive a ese ritmo de viajes y actuaciones, sobre todo desde que ha sido madre de dos niñas?

— Es muy importante tener una gran organización logística. Me organizo con mi marido Karel para ver quién está en casa y quién fuera. Nos gusta que las niñas estén siempre con alguno de nosotros o con la abuela, que nos ayuda mucho. Siempre planifico la temporada por bloques. Un bloque de actuaciones y otro de estancia en casa con ellas. Compagino las actividades más frenéticas con otras más tranquilas. Cuando se trata de una producción nueva de ópera resulta muy complicado viajar entre los ensayos. Tampoco entre las funciones me gusta viajar, porque puedes coger un resfriado en el avión y te ves obligada a cancelar por falta de tiempo para recuperarte. Eso complica el día a día, porque echas de menos tu casa, tu familia, a las niñas...

— La dificultad para compaginar la vida familiar con la profesional es una de las cosas que iguala a las estrellas de la música con el resto de la sociedad...

— Por eso siempre digo que esta profesión es muy solitaria. Tener una familia o una relación seria es difícil. Hay que reconocer que estás mucho fuera de casa y las relaciones necesitan su tiempo. Si solo quieres estar volcado con el escenario es mejor que no tengas ni pareja ni hijos, porque acaban sufriendo todos. Otra cosa es que tu pareja sea tu compañero de viaje, pero ese modelo no me vale. Mi marido tiene su carrera y su éxito. Tiene su mundo, igual que yo el mío. Estaba pensando que el próximo año cumplo 20 años cantando sobre los escenarios. Se suele decir que la carrera de una cantante no dura más de 25 o como mucho 30 años. No tengo que aguantar mucho más, solo diez años y se acaba todo [risas].

— En verano, durante una entrevista para este periódico, la soprano grancanaria Davinia Rodríguez aseguraba que su voz había cambiado tras ser madre. ¿Le ha pasado lo mismo a usted?

— Algo sí, pero no tanto como les pasa a las sopranos. Como mezzosoprano he ganado en amplitud, fuerza y lo que se llama la carne del sonido. No ha cambiado mi coloratura. Creo que también se debe a la experiencia y al uso del material. En las sopranos ligeras creo que influye también el uso de los músculos, por lo que después de muchos años ya no pueden cantar el mismo repertorio. En mi caso, mi voz ha ganado algo, pero no ha cambiado.

— Usted sirve como ejemplo de que una mezzo, que suele estar siempre a la sombra de las sopranos y los tenores, también puede llegar a ser una estrella internacional.

— [Risas] Valoro mucho la tensión y la presencia. Soy muy feliz como mezzo porque difícilmente tendré en una noche la presión que tiene una soprano con una aria concreta. No me afecta tanto, salvo con Dalila o Amneris, no tenemos unas escenas tan importantes dentro de las óperas. Somos caracteres que se crean desde el principio y hasta el final de la obra. Ahí está todo el impacto. Soy más de poco a poco.

— ¿Comparte la idea de que una carrera se construye más diciendo que no que diciendo que sí a todo?

— Depende. Creo que la voz no hace una carrera. La cabeza es la que hace la carrera. Son muchos los cantantes que han dicho que sí en momentos que no son los correctos. Hay que protegerse por la temática de la voz y también de las ideas que tiene un teatro sobre ti y que tú no compartes.

— ¿Cree que hay roles que requieren de una experiencia vital, no solo profesional, para ser asumidos?

— Claro. Hay que tener en cuenta que hay voces y voces. Hay voces que nunca cantarán Mozart, porque es demasiado amplio y técnicamente muy grande. Un cantante joven, con 24 o 25 años, si comienza a cantar un repertorio así, ¿qué hará 15 años después? Es imposible mantener la tensión, el interés y la planificación de una carrera con los mismos papeles. En mi caso, he tenido la suerte de empezar mi carrera con el Barroco y terminaré con Wagner. En el futuro tengo previsto otros papeles que nunca he tocado. Un ejemplo a seguir es el de Cecilia Bartoli. Tiene una carrera súper espectacular con la voz que posee, sin cambiar mucho, siempre buscando obras nuevas, incluyendo algunos experimentos, y así se ha convertido en una leyenda.

— ¿Uno de sus próximos retos es ponerse en la piel de Amneris en , en una producción cuya puesta de largo será en el año 2020, como parte de la temporada de los Amigos Canarios de la Ópera (ACO)?

— Tengo muchísima ilusión. Desde el principio de mi carrera he pensado que cuando cantara Amneris habría llegado a la meta. Tengo miedo porque ha venido muy rápido y pienso: «¿qué haré después?». Lo estoy pensando mucho, escuchándolo y practicándolo muchísimo. Llevo muchos años preparando papeles tan importantes, por lo que tengo pequeñas ideas y reacciones que ya tengo asumidas y que no necesito pensarlas. Si un día me mandan a una isla desierta, me llevo Aida y Tosca. Eso lo dice todo [risas]

— ¿No sé si entiende como un aliciente más el estrenarse en ese rol en una temporada que lleva el nombre de Alfredo Kraus?

— Sí, claro que sí. Karel me dirigirá y me conoce mejor que nadie. Conozco a los colegas que van a cantar conmigo y este lugar es precioso. Estaremos con la familia para que disfrute del mar, el sol y las piscinas... con este tiempo espectacular.

— ¿Cómo define el repertorio que abordará este viernes en su estreno dentro de la temporada de la OFGC?

— Es un mix. Es un concierto sinfónico de abono y yo estoy en una parte. Participo en el repertorio sinfónico español e italiano que Karel tenía previsto. La próxima semana también vamos a grabar aquí un CD con canciones italianas y españolas. Algo que refleja que la vida es bella. Mis grabaciones nacen del sentimiento que tengo dentro. Por ejemplo, cuando compramos la casa en Benalmádema, salió mi disco de Habanera. Estaba y estoy enamorada de España y quería ponerlo de manifiesto. En el siguiente estaba embarazada y por eso salió Romantique. Con el siguiente estaba embarazada de la segunda niña y mi madre estaba muy enferma, así que yo buscaba una respuesta en la meditación y la espiritualidad, por lo que salió Meditation. Ahora estoy muy feliz, quiero abrazar al mundo y por eso voy a cantar canciones que n son ligeras, pero que están muy lejos de las melodramáticas.

— Llama la atención que usted, nacida en Letonia, sea una de las grandes valedoras de la música española. Sé que por su madre conocía la música española, pero ¿a qué se debe esa fascinación?

— Mi madre cantaba mucho de Falla, Guridi, Granados, etcétera. No creo en los temperamentos geográficos. Eso de que los del Norte somos fríos y los del Sur calientes es algo irreal. Cuando llegué a Málaga me sentí como en casa desde el principio. En Asturias, Madrid, Barcelona o Canarias también me siento muy cómoda. Cuando estaba preparando Carmen, con mi marido Karel viajamos mucho por España para conocer a los gitanos y las tradiciones españolas. Descubrí que el gitano del Sur del país es muy distinto al del Norte... muchos del Norte eran rubios y con ojos azules, por lo que en ocasiones he cantado Carmen de rubia. El color del pelo o los ojos no te dice de dónde eres. Después, gracias a Teresa Berganza descubrí la zarzuela, que me gusta muchísimo. Es un estilo muy particular y es tan difícil hacerlo bien como la opereta alemana. No es una música ligera. Es muy profunda. Las historias sí que son algo más ligeras, pero no es que la del Barbero de Sevilla sea un Shakespeare. Creo que resulta interesante que cante ese repertorio porque no soy de aquí y no conozco todas las tradiciones. Doy cosas diferentes y en ocasiones aporto novedades.

— Y tiene éxito, por lo que tengo entendido.

— Por ejemplo, cuando canto Carceleras la gente brinca, se entusiasma. Tiene algo en su ritmo, melodía y orquestación que hace vibrar.

— El viernes también cantará

— Sí, una de mis piezas orquestales preferidas. La canté muy joven por primera vez en Viena. Mi marido está loco por la música española y cree que hacemos una buena pareja con esta pieza.

— ¿Resulta llamativo que fuera de España se valore más ese repertorio más que nuestro país?

— Eso pasa porque lo tienes todo el día a tu disposición. Es lo que me pasa a mí con el tiempo. En Málaga suele haber sol casi a diario, como aquí. Los que vienen de fuera se quedan fascinados y yo les digo que es algo de lo que disfruta la población de allí a diario. Los de fuera lo ven de otra forma. Con la música sucede lo mismo.

— ¿Qué sea su marido Karel Mark Chichon quien la dirija es un plus de responsabilidad o facilita las cosas?

— Cuando entramos al escenario o en un ensayo ni somos un matrimonio ni somos amigos. Somos dos profesionales que trabajan. Obviamente, en el coche después o cenando, hablamos sobre el concierto y los posibles fallos o aciertos de cada uno. Pero no hay permisos maritales especiales. Eso sí, me ayuda que desde que me despierto por la mañana le pueda decir sí estoy cansada y si necesito que me ayude con algo y ajustar los tempos. Son meros detalles musicales.

— Ahora que ha ensayado con la OFGC, ¿se ha confirmado todo lo que para bien o para mal le había dicho su marido sobre esta orquesta?

— La orquesta nunca está hecha. Siempre necesita cosas. Pero la OFGC está con muchas ganas de tocar siempre muy bien y Karel le aporta su personalidad. Sabe lo que se necesita para llegar a la meta que él ha fijado como director. Hay gente muy positiva, concentrada y cariñosa. Son profesionales que, cuando hay que trabajar, trabajan.

— ¿Ha sufrido algún episodio machista en el ámbito profesional?

— Tengo suficiente personalidad como para que algunos me tengan miedo [risas]. Si alguien me da un abrazo de amistad, yo lo devuelvo. Si me toca el culo, se lo devuelvo. No me gusta ponerme ni como víctima ni ofender. Puede que muchas veces no me haya dado cuenta de si se ha producido una situación así con mi persona dentro del trabajo porque estaba muy concentrada. No puedo hablar sobre lo que sucede en el mundo. Sí que puedo decir que lo siento mucho por las que lo hayan sufrido o lo sufren.

— Si decide parar dentro de diez años, ¿se afincaría en Gran Canaria?

— Aquí estoy un poco lejos del mundo diario profesional en el que me muevo, aunque las islas están muy bien conectadas. En Benalmádema no estoy nada mal, la verdad [risas]. Eso sí, los veranos y la Navidad las paso en Letonia. Para esas fiestas necesito nieve y en verano, con 40 grados, me quema la cabeza y en mi país natal se está a 28 grados. Karel tiene mucha ilusión aquí y esto es solo el principio. Él está muy contento y yo por él. Ha encontrado un sitio en el que todo funciona.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios