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Destaca el caraqueño que la OFGC ha presentado una «gran actitud» durante esta semana de ensayos para dar hoy luz verde, a partir de las 20.00 horas, en el Auditorio Alfredo Kraus, a un repertorio compuesto por el Concierto para piano nº2, de Chopin, junto a Ingrid Fliter, y al ballet completo Dafnis y Cloe, de Ravel.
«La música crea lazos rápidamente. Tras cinco minutos de ensayos, los músicos de una orquesta profesional ya saben la dirección que hay que tomar», apunta este joven director, que ha sido durante años asistente de Daniel Barenboim en la Staatsoper berlinesa.
Con la vista puesta en la cita de esta noche, Hindoyan subraya que «pocas veces» se toca completo Dafnis y Cloe. «Es algo fantástico poder tocar esa música maravillosa al completo. Tiene una duración aproximada de una hora y la segunda suite es la más conocida. Es una obra de una gran complejidad, que pertenece a las obras que pedía Diaghilev para los ballets. Requiere un virtuosismo increíble para la orquesta, ya que todos los instrumentos tienen sus solos. Resulta muy excitante tocarla y presenciarla», asegura.
Domingo Hindoyan no solo tiene hoy su puesta de largo junto a la formación musical grancanaria. También lo hace junto a la pianista argentina Ingrid Fliter. «Es una pianista de altísimo nivel. Nos hemos entendido con rapidez. El Concierto para piano nº2 de Chopin es del top cinco del instrumento. Es una pieza de bandera y refleja el romanticismo en la escuela del piano. Es muy conocida también por la enorme dificultad que entraña para las orquestas a la hora de acompañarla. La he dirigido en varias ocasiones», avisa sobre esta obra, que aborda junto a una solista argentina cuya última grabación ha sido un álbum con los Nocturnos, del mismo compositor polaco.
Hindoyan se define como un director que en un «50%» se dedica a la ópera, género que le resulta muy «placentero».
Llega a la isla, reconoce, en un momento en el que su carrera profesional está en pleno «crecimiento». «Tengo claro que se trata de una carrera larga, donde el objetivo es esquivar la rutina y mantener la ilusión. Siempre estoy pensando en proyectos nuevos, con la idea clara de que nunca se llega a la meta, porque no existe un final, sino un continuo crecimiento», asegura.
Se formó como violinista en su país natal, en el seno de El Sistema venezolano. «Estudié dirección en Europa [en la Haute École de Musique de Ginebra, con el profesor Laurent Gay], por lo que cuando dirijo soy muy europeo. Me encantaría dirigir en Venezuela», asegura.
Resulta inevitable solicitarle una opinión sobre la peliaguda situación política y social que atraviesa su país de nacimiento. «Mi país en la actualidad es un drama. Espero que se llegue a una solución y se reconstruya lo antes posible. Tengo mucha incertidumbre mientras espero a que el régimen deje el poder. Soy escéptico, porque domina todos los aspectos del país. Se ha intentado todo y por todas las vías, pero por ahora no ha sido posible. Tengo allí familiares, amigos y compañeros músicos que han tenido que irse para sobrevivir. El talento humano que se está perdiendo es enorme. Es tanto o más que la riqueza y la belleza natural que tiene el país», apunta este músico cuyo «bisabuelo» era canario y que dice que «sufre» mucho cada día por su patria.
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