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El tango: una mezcla de vino, poesía y denuncia

El tango: una mezcla de vino, poesía y denuncia

Elbi Olalla y Alejandro Guyot llegan desde Argentina para presentar su disco ‘Piano Canción’, una colaboración que se apropia de temas de distintos palos y se reafirma en el género desde la madurez.

Jueves, 1 de enero 1970

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El proyecto se gestó en una noche entre amigos, regado con vino, charlas y música», explica Elbi Olalla, pianista y compositora de Artango sobre su disco colaborativo con Alejandro Guyot, cantor y letrista de 34 puñaladas, Piano Canción. Tuvieron que grabarlo, cuentan, a partir de las once de la noche (cuando ya había pasado el camión de la basura) para que no hubiera ruidos, ya que decidieron hacerlo en la casa estudio del músico Diego Vainer. «Tiene un piano Steinway maravilloso y se hizo un ambiente muy lindo», apunta Guyot. Era el caldo de cultivo perfecto para dotar al proyecto de una intimidad y una espontaneidad que ambos buscaban.

«Las fotos que usamos para el disco y promocionar los conciertos, incluso, son de ese pequeño salón y vienen a ilustrar ese encuentro mínimo entre la voz y el piano», señala el cantante, galardonado con el Premio Gardel al mejor álbum orquesta de tango e instrumental. Entre sus temas se encuentran composiciones propias (Viejo bar) y tangos del repertorio tradicional que han interpretado grandes figuras del género como Ignacio Corsini, pero también composiciones de Juan ‘Tata’ Cedrón (La cerveza del pescador Schiltigheim) o versiones de canciones de artistas como David Bowie (Héroes) o Gustavo Cerati (Corazón delator).

«Nos dimos todos los gustos que quisimos», se ríe Olalla. «Ambos tenemos ya una larga carrera en la música y desde esa madurez llegas a un punto en el que confías en lo que estás creando y en que tienes cierta impronta en el lenguaje que estás manejando». De esta manera, y casi en un diálogo improvisado que iniciaba con un ‘¿Cómo sonaría esto?’ las adaptaciones se dieron de forma natural, renovándose dentro del tango del siglo XXI. Si bien el género conjugó en sus orígenes resonancias musicales del flamenco, la chanson francesa, el foxtrot o el jazz, hoy la biblioteca musical de estos artistas no escapa a las influencias de sus contemporáneos.

Vídeo.

Underground

Tanto Olalla como Guyot ya se posicionan en el género como referentes de una nueva generación que pretendía expresar inquietudes estéticas, políticas y filosóficas. «Encontramos en el tango un vehículo», señala la pianista. «En Argentina, durante los años noventa, se vivía un debacle cultural en el que el rock había dejado de ejercer la crítica que le caracterizaba, y había una necesidad de denuncia». Guyot apunta, también, que en el momento en que las grandes empresas comienzan a interesarse por los grupos roqueros, que empiezan a salirse de los reductos underground para encabezar las listas de festivales, el tango encuentra en esos sótanos y clubes de música un espacio para crecer. «En apenas cuarenta años pasó de la nada a convertirse en una música complejísima. Somos un poco herederos de esa mezcla de sonidos, no sólo de la tradición».

De hecho, ambos artistas son conscientes de esa cierta transversalidad del género gracias al público que consiguen alcanzar. Olalla asegura que tanto jóvenes como adultos se han acercado tras un concierto, «tocados» por su interpretación. «Incluso extranjeros que no entendían ni una palabra de lo que estábamos cantando, pero esa es la magia de la música en general, que no conoce fronteras», afirma al comparar el público argentino, donde el género está más arraigado a la tierra, y el europeo. Así, el dúo de amigos reflexionan sobre el tango dentro de un movimiento anti-globalización: «Venimos ofreciendo algo que quizás no está, como cuando Yone Rodríguez va con su timple a Latinoamérica y consigue transmitir parte de la idiosincracia de las islas». En cualquier caso, coinciden –sin desdeñar otros formatos industriales– ahora mismo, lo más interesante se encuentra en la escena musical alternativa.

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